"Tomad y comed: realizad la vida con amor" (6.6.15)
Antes es la vida que la misa. Las procesiones llamativas por las calles deben ser profesiones públicas de la operativa en el amor que se hace compromiso por la justicia en situaciones de injusticia
1. Poco antes de morir Jesús celebró una comida con sus discípulos prometiéndoles, que seguiría con ellos siempre que se reunieran para compartir como lo estaban haciendo en aquella comida. Fieles a la promesa los primeros cristianos se reunían para compartir el pan y el vino como Jesús lo había hecho. A ese gesto llamaban “la fracción del pan” y en él encontraron el alimento que agrada y sostiene, la fuerza para mantenerse unidos y construir en este mundo la fraternidad entre todos, sin discriminaciones. Para celebrar esta presencia real de Jesucristo resucitado como vida para la comunidad cristiana y para el mundo se instauró en la Edad Media la fiesta del “Corpus Christi”
2. “Este es mi cuerpo y esta es mi sangre que se entregan”. Quiere decir: esta es mi persona, mi forma de vivir y mi forma de morir por amor a los demás; por defender la dignidad de todos poniéndome al lado de los pobres, enfermos, tirados a la vera del camino. Una vida que se entrega no para aplacar a una divinidad ofendida, sino como expresión de un amor verdadero que gratuitamente dice: “quiero que vivas y seas feliz”; una entrega “para la vida del mundo”. “Tomad y comed” quiere decir: realizad vuestra vida con este espíritu de amor verdadero tratando de dar vida, trabajando para que todos sean libres y felices.
3 La celebración eucarística es “un memorial”, recordar, hace pasar por el corazón, actualizar aquella comida de despedida en que Jesús simbolizó y entregó a sus discípulos la propia vida realizada en el amor. “Pasó haciendo el bien y combatiendo las fuerzas del mal”; amando hasta el extremo, en actitud de servicio y arriesgando la propia vida; Jesús celebró la cena eucarística “la noche en que iba a ser entregado”. Desde la Edad Media, al menos en nuestra sociedad española, se vienen haciendo en la fiesta del Corpus solemnes procesiones que originariamente son profesiones públicas de la fe. Para que no se queden sólo en manifestaciones vistosas, es necesario que los cristianos en nuestra forma de vivir seamos “memorial”, actualicemos de modo creíble la conducta histórica de Jesús y así seamos testigos de que el amor es más fuerte que la muerte.
1. Poco antes de morir Jesús celebró una comida con sus discípulos prometiéndoles, que seguiría con ellos siempre que se reunieran para compartir como lo estaban haciendo en aquella comida. Fieles a la promesa los primeros cristianos se reunían para compartir el pan y el vino como Jesús lo había hecho. A ese gesto llamaban “la fracción del pan” y en él encontraron el alimento que agrada y sostiene, la fuerza para mantenerse unidos y construir en este mundo la fraternidad entre todos, sin discriminaciones. Para celebrar esta presencia real de Jesucristo resucitado como vida para la comunidad cristiana y para el mundo se instauró en la Edad Media la fiesta del “Corpus Christi”
2. “Este es mi cuerpo y esta es mi sangre que se entregan”. Quiere decir: esta es mi persona, mi forma de vivir y mi forma de morir por amor a los demás; por defender la dignidad de todos poniéndome al lado de los pobres, enfermos, tirados a la vera del camino. Una vida que se entrega no para aplacar a una divinidad ofendida, sino como expresión de un amor verdadero que gratuitamente dice: “quiero que vivas y seas feliz”; una entrega “para la vida del mundo”. “Tomad y comed” quiere decir: realizad vuestra vida con este espíritu de amor verdadero tratando de dar vida, trabajando para que todos sean libres y felices.
3 La celebración eucarística es “un memorial”, recordar, hace pasar por el corazón, actualizar aquella comida de despedida en que Jesús simbolizó y entregó a sus discípulos la propia vida realizada en el amor. “Pasó haciendo el bien y combatiendo las fuerzas del mal”; amando hasta el extremo, en actitud de servicio y arriesgando la propia vida; Jesús celebró la cena eucarística “la noche en que iba a ser entregado”. Desde la Edad Media, al menos en nuestra sociedad española, se vienen haciendo en la fiesta del Corpus solemnes procesiones que originariamente son profesiones públicas de la fe. Para que no se queden sólo en manifestaciones vistosas, es necesario que los cristianos en nuestra forma de vivir seamos “memorial”, actualicemos de modo creíble la conducta histórica de Jesús y así seamos testigos de que el amor es más fuerte que la muerte.