Sobre el amor en la familia III: "La alegría del amor"

Es el título que da el papa Francisco a la Exhortación después de los dos últimos sínodos sobre la Familia. Un texto de inspiración evangélica, realista, y animador. Un estímulo para valorar los dones del matrimonio e incentivar la vida de las familias que son “oportunidad” para un crecimiento de las personas en el amor. De lectura fácil, puede ser hoy una referencia singular para la espiritualidad de la familia. En este sentido. Es muy luminoso para la espiritualidad del matrimonio y de la familia el c. 4 dedicado al dinamismo del amor en las relaciones interpersonales de via en comunidad.

Doctrinalmente la Exhortación no aporta nada nuevo ni da recetas. Pero sí es nuevo el enfoque de los problemas y sobre todo el talante a la hora de buscar soluciones a los mismos. En esta breve reflexión sería ilusorio hacer un resumen de este documento. Pero sí conviene destacar algunas claves de lectura para ver que el papa Francisco habla con el espíritu y en la orientación del Vaticano II.

1. Hay que afrontar los problemas “con los pies en la tierra”. Ya el Concilio nos invitó a leer y discernir los signos de los tiempos. En el tema de la familia estamos pasando por un cambio de cultura y de mentalidad. No podemos seguir haciendo pronunciamientos teóricos y abstractos sobre el matrimonio y la familia sin atender a las nuevas situaciones, “en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios”.


2. Se trata de “formar las conciencias, no de sustituirlas”. También aquí el papa Francisco secunda la orientación del concilio: la dignidad de la persona humana exige que actúe siempre según su conciencia; la verdad no se impone más que por la fuerza de la misma verdad que penetra suave y a la vez fuertemente en las almas. La clave está en formar la conciencia no en anularla o sustituirla.

3. El matrimonio y la vida familiar se hacen realidad en un proceso “con pequeños pasos, comprendidos aceptados y valorados” a l a luz y en el horizonte de la utopía. Ese proceso incluye “maduración de la libertad, crecimiento integral y cultivo de la auténtica autonomía” en el dinamismo del amor. Por eso también aquí, siguiendo la orientación del concilio, sobre la condenación de las personas desde unas leyes, debe prevalecer “la lógica de la misericordia”.

Es la lógica de una Iglesia en salida, que sea no aduana de control sino madre y hogar de humanidad.
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