La espera quemadura en esperanza (4.12.16)
“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”
1. Según el evangelio de este domingo, el profeta Juan Bautista pide la conversión. Un cambio en el estilo de vida. Su punto de partida es la presencia benevolente de Dios a la que debemos estar atentos. Esa presencia de amor no es sólo para quienes practican una religión:” puede sacar de las piedras hijos de Abrahán”, es decir de todas las personas que se abran incondicionalmente a su presencia y a su acción. Nuestra esperanza “teologal” se apoya en la fe o experiencia de “Dios misericordioso” que ocurra lo que ocurra, está siempre con nosotros dándonos fuerza y aliento.
2. Pero el Bautista en su predicación da relieve a otro aspecto: somos también nosotros los que debemos hacer real la esperanza que mira confiadamente al porvenir ¿Cómo? “allanando los senderos”. Es decir, liberándonos de falsas seguridades que consideramos absolutas, pero tienen los pies de barro. Cuando trabajamos para lograr el sustento, cuando hacemos lo posible por solucionar problemas de cada día, cuando nos empeñamos en abrir caminos para el bienestar de todos, ya estamos construyendo la esperanza. Pero también la dura experiencia de la limitación y hasta la frustración en nuestros empeños, nos puede llevar a la desesperanza. La conversión significa reconocer nuestra pobreza, erradicar los escollos que cierran el camino, “allanar los senderos”
3. En su forma de vivir Juan Bautista sugiere retirarnos al desierto, buscar espacios de silencio para encontrarnos con esa presencia de Dios, y austeridad que significa salida de nuestro narcisismo. No resulta fácil en nuestra cultura de tantos progresos y entretenimiento adoptar ese talante de vida. Pero parece decisivo para que la esperanza no se nos muera entre las manos. Si vamos por ahí, podremos esperar aunque aparentemente no tengamos nada que esperar para nuestra vida ni para el momento histórico en que estamos viviendo
1. Según el evangelio de este domingo, el profeta Juan Bautista pide la conversión. Un cambio en el estilo de vida. Su punto de partida es la presencia benevolente de Dios a la que debemos estar atentos. Esa presencia de amor no es sólo para quienes practican una religión:” puede sacar de las piedras hijos de Abrahán”, es decir de todas las personas que se abran incondicionalmente a su presencia y a su acción. Nuestra esperanza “teologal” se apoya en la fe o experiencia de “Dios misericordioso” que ocurra lo que ocurra, está siempre con nosotros dándonos fuerza y aliento.
2. Pero el Bautista en su predicación da relieve a otro aspecto: somos también nosotros los que debemos hacer real la esperanza que mira confiadamente al porvenir ¿Cómo? “allanando los senderos”. Es decir, liberándonos de falsas seguridades que consideramos absolutas, pero tienen los pies de barro. Cuando trabajamos para lograr el sustento, cuando hacemos lo posible por solucionar problemas de cada día, cuando nos empeñamos en abrir caminos para el bienestar de todos, ya estamos construyendo la esperanza. Pero también la dura experiencia de la limitación y hasta la frustración en nuestros empeños, nos puede llevar a la desesperanza. La conversión significa reconocer nuestra pobreza, erradicar los escollos que cierran el camino, “allanar los senderos”
3. En su forma de vivir Juan Bautista sugiere retirarnos al desierto, buscar espacios de silencio para encontrarnos con esa presencia de Dios, y austeridad que significa salida de nuestro narcisismo. No resulta fácil en nuestra cultura de tantos progresos y entretenimiento adoptar ese talante de vida. Pero parece decisivo para que la esperanza no se nos muera entre las manos. Si vamos por ahí, podremos esperar aunque aparentemente no tengamos nada que esperar para nuestra vida ni para el momento histórico en que estamos viviendo