“La liberación ya está en marcha” (29.11.15)
1. Comenzamos el año litúrgico. Lógicamente con un tiempo de apertura y esperanza. Adviento quiere decir “venida”; Alguien está viniendo y debemos abrir la puerta para que entre. Como objetivo inmediato de nuestra espera, la liturgia de estas cuatro próximas semanas nos orientan hacia la Navidad; que nos abramos, que nos preparemos a la llegada de este acontecimiento.
2. El adviento sugiere también toda una dimensión de la existencia humana. Llamados a ser más de lo que somos, la espera es ineludible mientras caminamos; y es fundamental que esta espera se haga esperanza que significa mirar al porvenir confiadamente. A veces tan cerrado está el horizonte y tantas son las dificultades, que caemos en el pesimismo. Ante la corrupción, la mentira y la injusticia, nos sentimos des-animados, sin ánimo para nada. Hoy la Palabra invita a “levantar la cabeza porque la liberación ya está marcha”. Los humanos somos los únicos animales que ya caminamos con nuestra cabeza erguida, mirando al espacio infinito y preguntándonos por el sentido último de la vida. Es necesario cultivar esa dimensión y esa mirada propias de quienes somos imagen del Creador.
3. Pero ¿en qué apoyar la esperanza?Primero, debemos estar en actitud de espera; no taponar nuestros anhelos más profundos de felicidad amontonando placeres que se disipan nada más llegar Segundo, escuchar los rumores de trascendencia presencia de Dios en los seres humanos: insatisfacción de muchos ante un sistema que fomenta la injusticia y la corrupción; reacción contra una organización económica y política que hace de las personas “material desechable”, compasión eficaz ante la situación de los excluidos, como recientemente se ha manifestado ante la situación de personas que se ven obligadas a salir de sus países y andan buscando cobijo en algún lugar del mundo que es de todos. Tercero, según el evangelio de Jesucristo, el fundamento sólido de nuestra esperanza es la presencia de Dios, ternura infinita que continuamente está originando y afirmando a la humanidad en el camino hacia su plena realización. Adviento es tiempo para abrirnos a esa presencia de amor que se renueva cada día.
2. El adviento sugiere también toda una dimensión de la existencia humana. Llamados a ser más de lo que somos, la espera es ineludible mientras caminamos; y es fundamental que esta espera se haga esperanza que significa mirar al porvenir confiadamente. A veces tan cerrado está el horizonte y tantas son las dificultades, que caemos en el pesimismo. Ante la corrupción, la mentira y la injusticia, nos sentimos des-animados, sin ánimo para nada. Hoy la Palabra invita a “levantar la cabeza porque la liberación ya está marcha”. Los humanos somos los únicos animales que ya caminamos con nuestra cabeza erguida, mirando al espacio infinito y preguntándonos por el sentido último de la vida. Es necesario cultivar esa dimensión y esa mirada propias de quienes somos imagen del Creador.
3. Pero ¿en qué apoyar la esperanza?Primero, debemos estar en actitud de espera; no taponar nuestros anhelos más profundos de felicidad amontonando placeres que se disipan nada más llegar Segundo, escuchar los rumores de trascendencia presencia de Dios en los seres humanos: insatisfacción de muchos ante un sistema que fomenta la injusticia y la corrupción; reacción contra una organización económica y política que hace de las personas “material desechable”, compasión eficaz ante la situación de los excluidos, como recientemente se ha manifestado ante la situación de personas que se ven obligadas a salir de sus países y andan buscando cobijo en algún lugar del mundo que es de todos. Tercero, según el evangelio de Jesucristo, el fundamento sólido de nuestra esperanza es la presencia de Dios, ternura infinita que continuamente está originando y afirmando a la humanidad en el camino hacia su plena realización. Adviento es tiempo para abrirnos a esa presencia de amor que se renueva cada día.