La lógica del amor (18.10.15)

En la intimidad de cada persona, en el dinamismo de la sociedad humana y en la organización de la Iglesia militan dos tendencias contrarias. Una que procede con la lógica de la fiebre posesiva y otra que procede con la lógica del don y de la gratuidad.

1. “Maestro, concédenos cuando instaures tu reino, sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Los dos discípulos están pensando en un mesianismo político y triunfalista. Discurren con una lógica muy frecuente: vamos a ver cómo alcanzamos los primeros puestos en la organización social ; eso nos dará seguridad y honores ante los demás. No se lo dicen a los otros discípulos ante los cuales siguen aparentando como si nada, pero en su interior y a escondidas están maquinando cómo hacerse con el poder. “No sabéis lo que pedís”: no han entendido que la gloria del Maestro es que todos los seres humanos vivan con dignidad; este objetivo exige amarlos hasta entregar la propia vida por ellos. Es lo que significa “beber un cáliz” amargo”, recibir un bautismo que purifica el egocentrismo de las personas.

2. Al enterarse de las artimañas de Santiago y Juan para encaramarse, ”los otros discípulos se indignaron contra ellos”; no porque pensaran de modo distinto, sino porque respiraban la misma ambición. Esta situación en los primeros seguidores de Jesús, puede ser buen correctivo de los escándalos farisaicos ante las ambiciones y políticas que a lo largo de la historia y todavía hoy desfiguran el rostro evangélico de la comunidad cristiana. Nunca debemos olvidar que la Iglesia está en proceso de conversión hasta que sea totalmente Iglesia, y que mientras vamos de camino está integrada por pecadores que fácilmente sucumben ante a los falsos absolutos del poder, las apariencias y los honores. Cuando lamentamos esa deformación en altas instancias de la Iglesia, en vez de críticas amargas, debemos reconocer modestamente que todos llevamos dentro un trepa dispuesto siempre a salir al escenario como actor principal.
3.”El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan sino para servir y dar la vida para liberación de todos”. Hijo del hombre es el ser humano verdadero que, según el libro de Daniel, viene de Dios, amor que se da, en contraposición con el imperialismo de los poderosos que se sirven y abusan de los otros. La conducta de Jesús procedió con lógica del amor: porque Dios, ternura infinita, estaba en él “pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por las fuerzas malignas”. Es la lógica del don y de la gratuidad que Jesús selló con su muerte y manifestó su verdad en la resurrección. Todos tenemos algún poder; y hoy el evangelio nos recuerda que sólo ese poder nos humaniza cuando lo ejercemos como mediación del amor que sirve.
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