El milagro dela confianza

Domingo 13º

Evangelio: Mc 5, 21-30; 33-43:

Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.

Se acercó un jefe de la sinagoga,que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». Se fue con él, y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.

 Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré».  Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?... Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

       Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida». Se reían de él.

       Pero él los echó fuera a todos, y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la tomó de la mano, y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

 Para meditar:

        1. Las sanaciones realizadas por Jesús son capítulo muy significativo  en los evangelios. En las dos curaciones que cuenta hoy el evangelio se destaca la confianza.  El jefe de la sinagoga pide a Jesús que haga un rito y cure:  “ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva” Jesús no actúa en seguida, solo le pide que tenga fe. En el caso de la mujer se ve que tiene tal confianza que es capaz de sobreponerse a sus complejos de inferioridad; Jesús le dice: “tu fe te ha salvado”. El evangelista quiere dejar claro que Jesús no es un curandero más como los que circulaban por aquellos tiempos.

         2.Porque fallamos muchas veces, los humanos tratamos de justificarnos o curarnos ante los demás:  si llegamos tarde, culpamos al retraso del autobús. Delante de Dios intentamos borrar culpas y hacernos justos con mortificaciones y obras meritorias. Generalmente nunca lo conseguimos y siempre andamos con cara de pocos amigos.

        3. Según el evangelio de hoy, lo que nos hace amables y justos es la confianza de sabernos amados gratuitamente y en consecuencia siempre perdonados. En esa confianza brotan las obras buenas. Que  no se realizan para ganar el cielo con nuestros méritos  sino como expresión de que nos sentimos habitados e impulsados por esa Presencia gratuita de amor.  

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