Vivir el momento presente
«Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir» (Dalai Lama).
Si nos detenemos a pensarlo bien, el momento presente, el ahora, el día de hoy en que estamos viviendo, es todo lo que tenemos entre las manos, a lo que tenemos que prestar atención, en lo que debemos fijar la mirada, lo que hay que cuidar con esmero.
Comenta Eckhart Tolle, escritor y maestro espiritual: «El tiempo no es en absoluto precioso, porque es una ilusión. Lo que tú percibes como precioso no es el tiempo sino el único punto que está fuera del tiempo: el Ahora. Este es ciertamente precioso. Cuanto más te enfoques en el tiempo –pasado y futuro– más pierdes el Ahora, lo más precioso que hay».
Efectivamente, porque el momento presente es todo lo que poseemos y deberíamos tender a proyectarlo como el enfoque principal de nuestra vida. Los dones que recibimos en el pasado (estudios, afectos, viajes, experiencias, trabajo…) son un hermoso capital que llevamos en el equipaje de nuestro ser más íntimo y que nos configura como somos en la actualidad. Pero los mejores regalos, los que se tienen que valorar de una forma especial, son los recibimos cada día, hoy, en este instante pero, por fijar tanto la mirada en el futuro o en el pasado, la mayoría de las veces nos pasan desapercibidos.
En los tiempos que vivimos, en este presente complicado y doloroso (también expectante y con virtuales posibilidades de mejores cambios para la humanidad), hay personas que miran al ayer, pensando que todo tiempo pasado fue mejor. Hay otros que solo miran al presente (especialmente los jóvenes, ya que no vislumbran ninguna perspectiva de futuro prometedor) y se dejan llevar por el mero disfrute del ahora («carpe diem») sin ningún sueño que dé hondo sentido a la existencia. Por último hay otras personas que únicamente viven angustiadas planificando el futuro, por lo que pierden de vista las buenas experiencias del pasado y lo que se les presenta para gozar y agradecer las distintas situaciones que les ofrece el momento actual.
Si lográsemos vivir el presente con plena conciencia, en plenitud, nos quedaríamos sorprendidos de la cantidad de cosas que podemos hacer y lo bien que podemos hacerlas. Y esto que construimos cada día, nuestro trabajo bien hecho, el amor que compartimos con nuestra familia, nuestros amigos, compañeros de trabajo o estudio, la solidaridad con quien peor lo pasa hoy en nuestra sociedad y en nuestro mundo… son, sin pretenderlo conscientemente, los mejores cimientos para un futuro más armonioso y feliz para todos.
«Le preguntaron un día a un discípulo:
Dicen que tuviste un grande y sabio maestro a ver, dime: ¿a qué era lo que tu maestro le daba mayor importancia en esta vida?
-Pues a aquello que estuviera haciendo en ese momento».
Aunque la crisis nos invite a valorar como lo mejor solo lo que hemos vivido antes, o hacia adelante, para escapar de la realidad, aprovechemos todo lo que nos ofrezca el momento presente, para recibir con gratitud los dones que recibimos hoy.
«Felices quienes sacan lecciones positivas de su pasado, viven el momento presente con gozo y atención plena, sembrando así, sin percibirlo, semillas, como estrellas que iluminarán un futuro mejor».