El Jesús de la Iglesia, sí, y la Iglesia de Jesús, también

Releo por aquí y por allá, esta tarde de lunes, algunos comentarios sobre mis notas a la Nota, y otros muchos que directamente se pronuncian a propósito de La Nota Aclaratoria. Unos me gustan más y otros menos o nada; no desprecio ninguno, y menos a sus autores.

Ya lo sabía. Veo que hay gente que piensa la fe a golpe de catecismo, y ni se preocupa de por dónde va la investigación histórico-crítica sobre Jesús de Nazaret, ni cómo incorporan esos datos "de la investigación" las más reconocidas síntesis cristológicas. ¿Para qué estudiar esas ciencias humanas y teológicas, si el catecismo de la Iglesia lo enseña todo y, salvo detalles ocasionales, es invariable?

Y, además, ¿si con que te atengas a lo que enseñan los Obispos, no sólo estás en la verdad, sino que sabes todo lo que importa saber en la fe? ¡Cómo si todo fuera lo mismo en el habla cristiana! Bueno, si a ellos les vale intelectualmente, y les produce tranquilidad de conciencia, yo los dejo en paz, pero su opinión teológica es "inconsistente", sin fundamento.

Un paréntesis. (Hay otra mucha gente en la Iglesia, no son los mismos, que vive su fe con esta confianza: lo bien aprendido en el catecismo de la infancia vale para siempre. No se equivocan pensando así, pero es lógico que estén abiertos a nuevas y mejores enseñanzas; eso sí, con muy buen criterio no compiten teológicamente, dan testimonio de su experiencia de fe, y reconocen que hablan desde el corazón, no desde los análisis históricos, exegéticos y teológicos. Por ello no son ni más ni menos, son otro modo ser y estar en la Iglesia, pero sin despreciar cuanto ignoran; y exigen el mismo respeto por su saber práctico y vital. Éstos son muy cautos y comprensivos antes de condenar a nadie. Es la gente de nuestras comunidades, con un sentido común envidiable casi siempre).

Sigo. Yo no me voy a poner a ver si las carencias metodológicas y doctrinales del libro de Pagola son tales, y esto de una en una y razonando. Tengo mi propia idea al respecto de que en el seno de "ese estudio y de su intención teológica fundamental", no es necesario hacer la lectura de la Comisión; ni necesario ni prioritario; ya lo he dicho antes; ahora bien, puesto que ha hablado la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, con una Nota Aclaratoria, prefiero respetar a los titulares de ese ministerio de enseñanza y comunión en la verdad; digo que no veo lo que ellos ven, y no voy más allá punto por punto; además, añado, como lector ávido en la materia desde hace 35 años, me interesa sobremanera la cuestión, pero no es mi especialidad y prefiero oír a los expertos, si éstos consideran que ha lugar para aclaraciones.

Sí me sorprende la gente que a partir de la Nota Aclaratoria, con el respeto que manifiesto, cree que lo cristianos que piensan como yo nos hemos de sentir algo así como echados a latigazos del templo, o aborchonados, o escondidos bajo tierra. Yo no quiero ofender a nadie, pero esa visión es tan pueril y tan simple, que ni los Obispos pueden quererla como expresión de una sana relación de los cristianos en la Iglesia, y de los creyentes con las Fuentes de la Fe. Apelar aquí a la humildad, cuando está en juego la mayoría de edad en la fe, desde el respeto y el amor por la verdad, es ridículo. En todo caso, les digo que se equivocan cuando se imaginan que otros vivimos la fe en términos de derrota o victoria en la formulación de la teología. Y les digo, también, que sufrir, lo que nos hacer sufrir, es el dolor, la enfermedad, la injusticia, la pobreza, el mal y el abuso de derechos en nuestra vida o en la de los que nos rodean.

Y de verdad que no quisiera ser más polémico de lo imprescindible, la cuestión no es sólo, ni principalmente, si el Jesús de Pagola es el de la Iglesia, sino si el Jesús de la Iglesia es el Jesús de la Encarnación, Jesús de Nazaret, Cristo de Dios e Hijo del Padre. Y no sólo en las formulas dogmáticas, las que hacen el Credo, sino en la vida práctica de la fe, la esperanza y la caridad en seguimiento de Jesús. Nadie puede negar esto, sin negar la Iglesia misma, pero nadie puede darlo por supuesto, precisamente por lo que es la Iglesia misma, aunque se sepa el catecismo de memoria. Todo el mundo me entiende, y bien sabemos que la Iglesia no es el Reino de Dios. Y ahí, el libro de Pagola, hace aportaciones. muchas, muchas, muchas, magníficas. De esto tiene que examinarse la Iglesia, ella misma como sujeto que discierne, y ella también abierta a otras voces de dentro y de fuera, de arriba y de abajo, ¡qué nadie es buen juez en su causa!

Por tanto, y vuelvo sin sutilezas a la pregunta de si el Jesús de la Iglesia, en mi vida y en la tuya, en la de los Obispos y teólogos, en la de los bloggers, es el Jesús de Nazaret y sus acciones, el Cristo de Dios, en sus palabras, actitudes y relaciones más características. Y en este sentido, no hace mucho que titulé un post como "No me apearé de las preferencias evangélicas", que me confiesa como creyente que busca cuál el lugar humano de la experiencia de Jesús como Hijo de Dios, lugar humano que la Iglesia no puede evitar, ni dar por hecho que ya lo tiene dentro. Hay que cuidar esto. En la Iglesia, con la Iglesia, y desde la Iglesia, pero siempre bajo el primado, también para ella en todos sus planos, de Jesucristo, su Evangelio y su Reinado de Dios. (¡Y no he mentado a los “pobres”!). Saludos. Con Dios.
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