Problemas para la enseñanza religiosa en la escuela
Escribe hoy, el periódico El Correo, lo que sigue: “Los delegados episcopales de enseñanza en Euskadi han puesto en conocimiento del Departamento de Educación la existencia de escuelas e institutos en los que los claustros de profesores han decidido suprimir la asignatura de Religión en pleno período de matriculación. La Inspección ha actuado en varios casos con el fin de notificar a los directores que se trata de una iniciativa ilegal, ya que esta materia es de obligada oferta en los centros. En muchos casos el daño ya está hecho y las familias se conforman y no reclaman la Religión para sus hijos porque no quieren significarse.
La asociación de padres Bagara tiene un listado de más de un centenar de escuelas públicas del País Vasco en las que no se imparte. Esta agrupación presentó ayer una queja ante el Gobierno vasco en la que detalla las irregularidades y «presiones» a las familias detectadas en los colegios, que «conculcan el derecho de los padres a una educación religiosa para sus hijos» y «atentan contra la LOE y la Ley de la Escuela Pública Vasca».
El colectivo pide al Gobierno vasco «que tome las medidas disciplinarias necesarias», y reclama la repetición de la matriculación en las escuelas e institutos que no ofertan Religión -incluyen sus nombres-, y en los que se han tomado iniciativas para suprimirla.
Es el último capítulo de una lucha que mantienen los tres obispados vascos desde hace tiempo para garantizar el derecho a recibir la materia de Religión”.
Nota: No me muevo en el mundo de la enseñanza religiosa escolar, y por tanto no conozco los hechos en profundidad. Pero creo que puedo arriesgar un comentario. Es lo que más me indigna de mi tierra; la gente que por su ideología se salta la ley común e impone su incumplimiento. La ley democrática lo es si a ellos les gusta, y en su defecto, o no aceptan al sujeto que legisla (Parlamento Español o Parlamento Vasco), o no aceptan la parte de la ley que no encaja en su concepción de la vida, o la relación de derechos humanos es selectiva y acomodada a la Euskal Herria laica que ellos han decidido que es obligatoria y digna de todos los sacrificios (ajenos, claro).
Por supuesto, ellos en sus derechos escolares y laborales, exigirán la interpretación más favorable a sus intereses, y aún de largo, la más inflexible, caiga quien caiga. Pero el respeto de los derechos de otros, fuente de deberes propios, eso no, ahí es suficiente con la justicia y la libertad que, por supuesto, está en sus manos definir y decidir para todos.
Y sin conocer el tema, me lo imagino. Los directores, ni mú, ¡chitón!, que hay que buscar la paz escolar, la convivencia en armonía, no crear más problemas de los que podemos resolver… y de ahí, toda una expectativa para el alumnado: si algo no te gusta para nada, te lo cargas, lo evitas, o te lo quitas de en medio, y no pasa nada; si no tiene que ver con la nación laica y sus exigencias culturales irrenunciables, no pasa nada; ni la autoridad se entera, y si se entera, dar largas al asunto, y si interviene, lo hace tarde, etc, etc, etc.
Es lo peor con diferencia de un país, mi país, de gente sería. Con tal de que a mí no me toquen, o no toquen cosas fundamentales para la mayoría, cualquier grupo puede imponer su desobediencia al derecho común. Si algo suena más moderno que lo negado, o más nacional, sin pasarse, o mayoritario a todas luces, la ley general declina y “mutis por el foro” general.
No lo acepto. Independientemente de cuál sea mi idea sobre la enseñanza religiosa adecuada a la escuela, la ley común hay que cumplirla y al que no le guste que se declare objetor, con todas las consecuencias que conlleve para él, por ejemplo dejar de ser director o cargo al uso en un centro escolar.
Es que la democracia, ser demócrata es algo exigente, que exige coherencia personal y nobleza de actos, respeto de los distintos, “respeto, no sólo tolerancia”, cosa que en nuestra tierra, bastante gente, por causa de su “causa”, nacional y/o laica, “concebida según su visión particular”, da como virtudes personales y colectivas a su servicio y según su criterio. No tenemos la exclusiva de esto, pero aquí es muy común. Hay gente que cree que ser demócrata es tener ideas modernas y democráticas, y no sabe que es, también y más, tener actitudes y comportamientos democráticos. Hay bárbaros también entre los modernos y debemos denunciarlos.
La asociación de padres Bagara tiene un listado de más de un centenar de escuelas públicas del País Vasco en las que no se imparte. Esta agrupación presentó ayer una queja ante el Gobierno vasco en la que detalla las irregularidades y «presiones» a las familias detectadas en los colegios, que «conculcan el derecho de los padres a una educación religiosa para sus hijos» y «atentan contra la LOE y la Ley de la Escuela Pública Vasca».
El colectivo pide al Gobierno vasco «que tome las medidas disciplinarias necesarias», y reclama la repetición de la matriculación en las escuelas e institutos que no ofertan Religión -incluyen sus nombres-, y en los que se han tomado iniciativas para suprimirla.
Es el último capítulo de una lucha que mantienen los tres obispados vascos desde hace tiempo para garantizar el derecho a recibir la materia de Religión”.
Nota: No me muevo en el mundo de la enseñanza religiosa escolar, y por tanto no conozco los hechos en profundidad. Pero creo que puedo arriesgar un comentario. Es lo que más me indigna de mi tierra; la gente que por su ideología se salta la ley común e impone su incumplimiento. La ley democrática lo es si a ellos les gusta, y en su defecto, o no aceptan al sujeto que legisla (Parlamento Español o Parlamento Vasco), o no aceptan la parte de la ley que no encaja en su concepción de la vida, o la relación de derechos humanos es selectiva y acomodada a la Euskal Herria laica que ellos han decidido que es obligatoria y digna de todos los sacrificios (ajenos, claro).
Por supuesto, ellos en sus derechos escolares y laborales, exigirán la interpretación más favorable a sus intereses, y aún de largo, la más inflexible, caiga quien caiga. Pero el respeto de los derechos de otros, fuente de deberes propios, eso no, ahí es suficiente con la justicia y la libertad que, por supuesto, está en sus manos definir y decidir para todos.
Y sin conocer el tema, me lo imagino. Los directores, ni mú, ¡chitón!, que hay que buscar la paz escolar, la convivencia en armonía, no crear más problemas de los que podemos resolver… y de ahí, toda una expectativa para el alumnado: si algo no te gusta para nada, te lo cargas, lo evitas, o te lo quitas de en medio, y no pasa nada; si no tiene que ver con la nación laica y sus exigencias culturales irrenunciables, no pasa nada; ni la autoridad se entera, y si se entera, dar largas al asunto, y si interviene, lo hace tarde, etc, etc, etc.
Es lo peor con diferencia de un país, mi país, de gente sería. Con tal de que a mí no me toquen, o no toquen cosas fundamentales para la mayoría, cualquier grupo puede imponer su desobediencia al derecho común. Si algo suena más moderno que lo negado, o más nacional, sin pasarse, o mayoritario a todas luces, la ley general declina y “mutis por el foro” general.
No lo acepto. Independientemente de cuál sea mi idea sobre la enseñanza religiosa adecuada a la escuela, la ley común hay que cumplirla y al que no le guste que se declare objetor, con todas las consecuencias que conlleve para él, por ejemplo dejar de ser director o cargo al uso en un centro escolar.
Es que la democracia, ser demócrata es algo exigente, que exige coherencia personal y nobleza de actos, respeto de los distintos, “respeto, no sólo tolerancia”, cosa que en nuestra tierra, bastante gente, por causa de su “causa”, nacional y/o laica, “concebida según su visión particular”, da como virtudes personales y colectivas a su servicio y según su criterio. No tenemos la exclusiva de esto, pero aquí es muy común. Hay gente que cree que ser demócrata es tener ideas modernas y democráticas, y no sabe que es, también y más, tener actitudes y comportamientos democráticos. Hay bárbaros también entre los modernos y debemos denunciarlos.