Victoria "pírrica" de todo un Cardenal
No es elegante por mi parte comentar la elección del Cardenal Rouco para la Presidencia de la CEE, pero lo voy a hacer. La actualidad manda.
Yo no lo esperaba. Creía que Blázquez sería reelegido, mostrando así una sintonía episcopal mucho más honda y fácil de lo que auguraban las “gacetillas” (con todo respeto) sobre el tema. Por otro lado, no veo en Blázquez un candidato alternativo a Rouco, propiamente, sino otro estilo personal, otra delicadeza en la lectura del “evangelio” y, por fin, otra posición eclesiástica con menos “contactos” y más sencilla (Bilbao, perdón de nuevo, es periferia). No ha sido así.
En algún momento pensé que si Blázquez no seguía, habría un candidato alternativo. El candidato de Rouco no sería él mismo, -pensaba-, sino otro en su lugar; otro que representara fehacientemente, primero, su renuncia en la votación de sondeo, y luego, su vuelta. Y esto, ¿por qué? Pensaba que a todo un cardenal de la Iglesia no le gustaría reconocer, primero, que cuando perdió, le dolió; después, que asimilada aquella derrota, querría mostrar que es él quien renuncia a toda vuelta, lo quieran o no los otros; y, por fin, pensé que nunca volvería, -y esto quizá es lo que más me ha sorprendido-, con tan escasa diferencia de votos con Blázquez. Pensé que en olor de multitudes o nada.
Sinceramente, me parece una diferencia muy pequeña para aceptar la reelección; más aún cuando el número de electores-obispos que han sido “propuestos” por el propio Rouco en los últimos años ha crecido de forma notable.
Dicho lo cual, es perfectamente legítima su vuelta. Felicito a quienes se alegran por ello. Lo acepto como decisión de mi Iglesia. Y si se me permite bromear sobre el tema, me recuerda Rouco, y sus “hinchas”, la manera de ver el deporte de Clemente o Capello. Recuerdan Ustedes, “ganar, ganar y ganar”; eso de buen juego, el juego bonito, eso que se lo cuenten a otro. Pues eso, felicidades a Rouco y a los suyos, y queda claro, siempre lo ha estado, que van “a por todas”.
Insisto, de verdad, en que no creo que Blázquez, u otro candidato con posibilidades, supusiera algo muy distinto; por tanto, me produce desesperanza, pero no me siento abatido; no, no es eso; es una cuestión de estilo en el campo de juego, y a mí el de Rouco, figura galáctica de la Iglesia, me parece defensivo y tosco.
Yo creo que todo un Cardenal, con esa diferencia de votos para volver, no debería haberlo aceptado. Es lo que hay.
Yo no lo esperaba. Creía que Blázquez sería reelegido, mostrando así una sintonía episcopal mucho más honda y fácil de lo que auguraban las “gacetillas” (con todo respeto) sobre el tema. Por otro lado, no veo en Blázquez un candidato alternativo a Rouco, propiamente, sino otro estilo personal, otra delicadeza en la lectura del “evangelio” y, por fin, otra posición eclesiástica con menos “contactos” y más sencilla (Bilbao, perdón de nuevo, es periferia). No ha sido así.
En algún momento pensé que si Blázquez no seguía, habría un candidato alternativo. El candidato de Rouco no sería él mismo, -pensaba-, sino otro en su lugar; otro que representara fehacientemente, primero, su renuncia en la votación de sondeo, y luego, su vuelta. Y esto, ¿por qué? Pensaba que a todo un cardenal de la Iglesia no le gustaría reconocer, primero, que cuando perdió, le dolió; después, que asimilada aquella derrota, querría mostrar que es él quien renuncia a toda vuelta, lo quieran o no los otros; y, por fin, pensé que nunca volvería, -y esto quizá es lo que más me ha sorprendido-, con tan escasa diferencia de votos con Blázquez. Pensé que en olor de multitudes o nada.
Sinceramente, me parece una diferencia muy pequeña para aceptar la reelección; más aún cuando el número de electores-obispos que han sido “propuestos” por el propio Rouco en los últimos años ha crecido de forma notable.
Dicho lo cual, es perfectamente legítima su vuelta. Felicito a quienes se alegran por ello. Lo acepto como decisión de mi Iglesia. Y si se me permite bromear sobre el tema, me recuerda Rouco, y sus “hinchas”, la manera de ver el deporte de Clemente o Capello. Recuerdan Ustedes, “ganar, ganar y ganar”; eso de buen juego, el juego bonito, eso que se lo cuenten a otro. Pues eso, felicidades a Rouco y a los suyos, y queda claro, siempre lo ha estado, que van “a por todas”.
Insisto, de verdad, en que no creo que Blázquez, u otro candidato con posibilidades, supusiera algo muy distinto; por tanto, me produce desesperanza, pero no me siento abatido; no, no es eso; es una cuestión de estilo en el campo de juego, y a mí el de Rouco, figura galáctica de la Iglesia, me parece defensivo y tosco.
Yo creo que todo un Cardenal, con esa diferencia de votos para volver, no debería haberlo aceptado. Es lo que hay.