Ante la crisis económica, proporción en los sacrificios

Hoy quiero hacer un comentario sobre la situación económica. ¡Pobre de mí! La economía parece siempre tan complicada y tan opaca sobre quién decide, dónde y cómo. Me dirá Usted, ¡y también, por qué! No, el porqué es más claro. El dinero busca mejores oportunidades. El dinero quiere más dinero. El dinero sólo se enamora del dinero. Ahora se ha puesto de moda decir que son “los mercados”. No teman. No intentaré explicarlos. Pero es cierto.

Suena fuerte. Hay un mercado de trabajo, un mercado de cosas y un mercado de dinero. Hay un mercado hasta de personas. Por tanto, existen “los mercados”. Y su funcionamiento que, si muchos quieren algo, y de eso hay poco, los precios suben. Y al contrario. Lo saben como yo

Claro que siempre hay quienes crean esas situaciones artificialmente. Pueden manipular los mercados. Y si les va mal, se retiran. Otros entran como tiburones cuando hay mucha pesca. Y si les va mal, cierran. (¿Han visto cómo desaparecen agencias inmobiliarias?). Otros quieren irse, y si no pueden, le dicen al gobierno que les ayude. Cuando les va bien, le exigen al Gobierno que se retire, y si les va mal, lo llaman en su ayuda, que para eso está. Son los defensores a ultranza del libre mercado. Mientras les beneficia.

Pero lo cierto es que las cosas se están complicando. La gente mira al gobierno de turno y el gobierno no reacciona. Hablo de Zapatero. Dice que sí, que allá va, pero tarda. En esto hay diferencias. En el País Vasco las cosas aguantan. Me alegro. A ver por cuánto tiempo. Toco madera. La gente mira a los gobiernos y los gobiernos dicen
“allá voy”, y no van, o van poco, “porque pueden poco”. Se lo digo yo. Pueden poco.

Es verdad que los gobiernos tienen un gran presupuesto, y la gente quiere que lo gasten de otro modo, pero casi lo tienen comprometido cada año, y todos queremos que ahorren de lo de otros. Los otros despilfarran, su tarea no merece la pena - pensamos-; nosotros y la nuestra, sí. Evidentemente, un gobierno puede hacer cosas. Si facilita dinero a buen precio para iniciativas de inversión, es fácil que la gente se lance. Si recorta gastos inútiles o de lujo, es fácil que pueda atender a otros fines. Si controla el abuso de los gremios en los trabajos que prestan y las tarifas en servicios sin competencia, es probable que nos beneficiemos todos. Si, además, en la sociedad, negocios que ganaban cien, no llaman entrar en pérdidas a ganar setenta, ¡no necesariamente!, podemos encarar la crisis y salvarnos juntos.

Pero todo esto requiere política de pactos y proporción en los esfuerzos. Las cosas no se arreglan maldiciendo de los ricos, sino haciendo política de pactos proporcionales. La política más importante ahora es cómo salvar la crisis, vigilando a quienes tienen tanto poder económico, o tanta capacidad de presión, que querrán escapar sin pagar su parte. Esto es como una cadena que siempre tiende a romperse por el eslabón más débil. Se corre la voz de que hay crisis para todos, y muchos se escapan en el griterío. Pues no, los gobiernos tienen que detectar para quiénes sí y para quiénes no, y para quiénes más y para quiénes menos. Y a gobernar, y a exigir proporción. Esto es lo que les reclamamos.

Un ejemplo de la vida y acabo. Es una experiencia que vi. Hace poco acompañé a alguien a realizar su declaración de la renta. Tenía este ciudadano un salario de trabajador por cuenta ajena y unos justificantes, hasta siete, de pequeños ingresos por tareas como ésta, escribir para los medios, o algunas conferencias, algún libro, etc. Siete justificantes por cantidades modestas. El que hacía la declaración, al entregarle los siete justificantes, le dijo: ¡A ver qué aparece de todo esto en el programa de datos de la Diputación! Allí estaba todo. Los siete justificantes, cinco de los cuales venían de distintas ciudades del Estado. Nos impresionó. Y nos pareció digno de elogio. Comentamos: ¿Será así de eficiente la hacienda pública con las grandes fortunas, negocios y actividades profesionales? ¿Tendrá con detalle el hacer y deshacer de inmobiliarias, centros médicos y empresas de todo tipo? ¿Lo tendrá así de las grandes fortunas del país o de los altos directivos de la banca? Ojalá. Les cuento el caso para que confíen en que las cosas se van haciendo mejor. Por eso debemos exigir, ahora, ante la crisis, justicia y proporción en los esfuerzos. Éste es el tiempo que lo requiere. "Sólo modificando los patrones de consumo y de producción -con un nuevo modelo económico, en realidad- podremos hacer frente al problema prioritario de los recursos básicos", escribe, Joseph E. Stiglitz, profesor en la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Economía en 2001. Pues eso, no ha de ser una tontería.
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