Nunca es fácil opinar de una huelga, pero ahí va
La huelga en el sector del transporte y de la pesca, y la ya próxima de los agricultores u otras que puedan venir, me preocupa y afecta como a cualquier ciudadano, y me provoca reflexiones muy variadas. Hace tiempo, una huelga importante nos movilizaba en la Iglesia, en los organismos y sectores pastorales de la Iglesia más próximos a “lo social”, en pos de su estudio, análisis, discernimiento, mensaje público de denuncia y anuncio, etc.
Era ciertamente la novedad de la democracia, pero no menos una convicción extendida en la Iglesia sobre la vocación cristiana pensada, sinceramente, como caridad y justicia social. Como no me gusta vivir añorando tiempos pasados, lo cito sólo como la fotografía de algo que fuimos y que, con modos contemporáneos, tenemos que recuperar como un valor del cristianismo de la Encarnación ante situaciones sociales de gran crisis. Me alegra, por ello, ver a D. Antonio (Cañizares) refiriéndose el día del Corpus, si no me equivoco en la Homilía, a las situaciones de pobreza que acarrea la crisis económica que ya está aquí. Es una nimiedad, pero es un detalle. La “cosa” claro va más lejos y no hay manera de pensarla en serio sin plantearse el modelo mismo de vida, producción y consumo, el reparto de sacrificios y bienes, y el concepto mismo de propiedad y bienestar.
Como observador de la realidad, más que como analista social, que es otra cosa más técnica y de otro lugar, me llaman la atención muchos detalles en torno a esta huelga y sobre las reacciones que provoca. Sobre la huelga en sí, no soy un experto, pero tengo la impresión de que la causa es objetiva, los costes de producción para muchos de los transportistas autónomos son insostenibles; luego hay razón para la huelga; ¿pero es justa sin más, por ser huelga de gente que trabaja duro y al límite de sus beneficios? Yo siempre estaré del lado del que vive de su trabajo, y sí es duro, más aún. Pero esto no significa que todo se justifique así. Sería demagogia por mi parte. (Además hay otros trabajadores que también cuentan, y si no, que se lo pregunten a la gente del campo, con sus productos recogidos y a la espera de que todo termine, para llevarlos al mercado. ¡Y las frutas y hortalizas no esperan! ¡Falta tienen!).
Me explico. Parece probado que el sector está sobredimensionado, que hay mucha más oferta que demanda; esa oferta es en parte legal y en parte ilegal, es decir, hay mucha economía y competencia sumergida, (“gente que trabaja a cualquier coste y sin licencias”). Puedo pensar que es picaresca, y puedo pensar también, y pienso, que priman razones de supervivencia. Cuando las cosas se ponen difíciles, el mercado salta por los aires; el fuerte defiende su posición de poder (y está más preparado); y el débil busca salvarse tirando precios y condiciones. Supongo que el mercado no es transparente y que las situaciones son muy distintas, así que los juicios generales son difíciles.
Presumo que un mercado libre y eficaz no permite unas tarifas mínimas como se exigen por los huelguistas. Y presumo que el coste del combustible está gravado con impuestos, pero tengo entendido que el “gasóleo profesional” tiene poco margen de juego, vamos que los impuestos son ya reducidos. En todo caso, no parece lógico subvencionarlo y cobrarlo por debajo de sus costes. Sería ridículo. Tampoco estoy de acuerdo, lo digo más rotundamente, que hayan de bajar, para todos, los impuestos sobre combustibles que compramos fuera y contaminan tanto. Sólo serviría para ahorrar en otros gastos sociales que por mi parte creo más justos. Siempre hablamos de lo que ingresa el Estado, pero la cuestión es en qué gasta, y deberá seguir haciéndolo. Critiquemos la eficiencia, pero no que ingresa mucho, si gasta bien. Además las infraestructuras de transporte son caras, muy agresivas con el medio, y es lógico pagarlas entre los consumidores. Nadie puede pensar su trabajo sin estos costes externos para la comunidad.
Sí creo que los Estados Democráticos debieran entrar sin contemplaciones en las Empresas Petroleras, y ver su mercado, su administración y su realización de beneficios. ¿Se atreverán? ¿Podrán? ¿Para qué sirve Europa si no puede o quiere decir nada en este sentido? Así que el Gobierno debe ofrecerles, ahora vuelvo a los huelguistas, compensaciones sociales y fiscales que les permitan vivir, pero no tarifas que creen mercados cerrados y corporaciones de intereses blindadas. O de otro modo, medidas anti-oligopolios, sí, y todas; medidas contra la economía sumergida, sí y todas; medidas proteccionistas o corporativistas, no.
En este mismo sentido, en cuanto a la huelga y su justicia, tengo casos cercanos de todo tipo. Sólo los cito para justificar mi “confusión”. Gente que ha dejado la carretera para ir a un empresa, como trabajador de una cadena, porque le es más rentable; gente que ha contratado un trabajador para su camión, y le ha dado para otro camión; gente que está en cooperativa y que no sale a la huelga por miedo a lo que le pueda pasar, y gente que se ha hecho de “oro” en diez años con dos camiones. No sé bien a qué carta quedarme. En general, creo que es un trabajo duro y difícil, sometido a horarios muy prolongados, que se ha complicado mucho con los costes del combustible, y que está sobredimensionado ya antes de la crisis, y más ahora con la crisis general de la construcción, y todo lo que conlleva en reducción del transporte. Detrás hay personas, y eso es lo que importa en cuanto a cómo se les hace justicia, pero no, de cualquier modo y a costa de lo que sea, y porque sí. No se puede sostener artificialmente la rentabilidad de una inversión en todo momento, con crisis o sin ella.
Y aquí el gobierno, el que acaba de ganar las elecciones, no sé si sabe bien qué hacer. De hecho, no parece hacer nada. Yo creo que Solbes y su equipo está convencido de que el modelo de crecimiento español ha llegado a su fin, y que hay que dejar a los mercados que nos lleven a otra situación. Quiero creer esto y no que están desconcertados. Pero vaya Usted a saber. No sé qué es peor. Por tanto, el problema sería, y es, de qué iniciativas económicas favorecer, qué situaciones de personas atender ya y con cuánto, porque son los perdedores, y quiénes tienen tanto poder económico y de presión que pueden falsear la salida y la proporción en los sacrificios. Por tanto el problema es de pactos y de iniciativas. Me temo que el gobierno crea que los pactos, si acaso y con los que presionen mucho, y las iniciativas, las que dicte el mercado. Yo sin embargo siempre creo en los pactos y en el reparto de esfuerzos, aunque cueste más llegar a sacar la cabeza; entiendo que con menos olvidados y mejor repartido el sacrificio, las cosas siempre son más justas. Esto me importa mucho, no sólo cómo se sale de algo y en cuánto tiempo, sino a costa de quiénes más y menos, y con qué reparto de esfuerzos. Y siempre sin olvidar que la propia actividad del transporte, su “megadesarrollo”, es tan necesaria como condicionada a un estilo de vida insostenible y despilfarrador de lo escaso.
He dicho que observaba reacciones diversas y añado algunas otras. Por ejemplo, la gente que pasa por el lugar de los piquetes parece que aplaude a los huelguistas. Así somos. Es la cultura del hoy por ti y mañana por mí. La comparto, aunque se presta a veces a una falta de discernimiento notable de cada caso y supuesto. Es lo que intento en esta nota, diferenciar y apreciar.
Y luego están “los medios”, me refiero aquí a los de información televisada, sobre todo. Se lo toman como un acontecimiento deportivo, que retransmiten en directo. Importa la primicia. Tengo para mí que pronto en las huelgas, los piquetes tendrán un chivato que les avise en rojo, cuando emiten las cadenas en directo. Un poco choteo me está pareciendo el modo de informar. Todo, menos entender las reivindicaciones, las razones y sinrazones. Todo banal, porque todo es ya “España directo” o “Está pasando”. Es la cultura informativo del “está pasando” y lo “cuento primero”, pero qué cuenta y con que profundidad, “nada y muy superficialmente”. Está claro que estoy decepcionado con ellos hace tiempo. Eso de “los medios” por contar los primeros una primicia de “nada”, está tan aceptado que se ha convertido en una justificación del medio y el periodista por sí misma. Deberían pensarlo de nuevo.
En fin, para un post, ya está bien. Quise colgarlo ayer miércoles por la mañana, y se me olvidó. Después ha habido un muerto y un herido grave, y otros casos igualmente serios y pendiente de confirmación. Ésta es otra cuestión. Sólo pensaba dos cosas y escritas a vuela pluma. Quería salir por un momento de nuestra subcultura “eclesiástica”. Saludos.
Era ciertamente la novedad de la democracia, pero no menos una convicción extendida en la Iglesia sobre la vocación cristiana pensada, sinceramente, como caridad y justicia social. Como no me gusta vivir añorando tiempos pasados, lo cito sólo como la fotografía de algo que fuimos y que, con modos contemporáneos, tenemos que recuperar como un valor del cristianismo de la Encarnación ante situaciones sociales de gran crisis. Me alegra, por ello, ver a D. Antonio (Cañizares) refiriéndose el día del Corpus, si no me equivoco en la Homilía, a las situaciones de pobreza que acarrea la crisis económica que ya está aquí. Es una nimiedad, pero es un detalle. La “cosa” claro va más lejos y no hay manera de pensarla en serio sin plantearse el modelo mismo de vida, producción y consumo, el reparto de sacrificios y bienes, y el concepto mismo de propiedad y bienestar.
Como observador de la realidad, más que como analista social, que es otra cosa más técnica y de otro lugar, me llaman la atención muchos detalles en torno a esta huelga y sobre las reacciones que provoca. Sobre la huelga en sí, no soy un experto, pero tengo la impresión de que la causa es objetiva, los costes de producción para muchos de los transportistas autónomos son insostenibles; luego hay razón para la huelga; ¿pero es justa sin más, por ser huelga de gente que trabaja duro y al límite de sus beneficios? Yo siempre estaré del lado del que vive de su trabajo, y sí es duro, más aún. Pero esto no significa que todo se justifique así. Sería demagogia por mi parte. (Además hay otros trabajadores que también cuentan, y si no, que se lo pregunten a la gente del campo, con sus productos recogidos y a la espera de que todo termine, para llevarlos al mercado. ¡Y las frutas y hortalizas no esperan! ¡Falta tienen!).
Me explico. Parece probado que el sector está sobredimensionado, que hay mucha más oferta que demanda; esa oferta es en parte legal y en parte ilegal, es decir, hay mucha economía y competencia sumergida, (“gente que trabaja a cualquier coste y sin licencias”). Puedo pensar que es picaresca, y puedo pensar también, y pienso, que priman razones de supervivencia. Cuando las cosas se ponen difíciles, el mercado salta por los aires; el fuerte defiende su posición de poder (y está más preparado); y el débil busca salvarse tirando precios y condiciones. Supongo que el mercado no es transparente y que las situaciones son muy distintas, así que los juicios generales son difíciles.
Presumo que un mercado libre y eficaz no permite unas tarifas mínimas como se exigen por los huelguistas. Y presumo que el coste del combustible está gravado con impuestos, pero tengo entendido que el “gasóleo profesional” tiene poco margen de juego, vamos que los impuestos son ya reducidos. En todo caso, no parece lógico subvencionarlo y cobrarlo por debajo de sus costes. Sería ridículo. Tampoco estoy de acuerdo, lo digo más rotundamente, que hayan de bajar, para todos, los impuestos sobre combustibles que compramos fuera y contaminan tanto. Sólo serviría para ahorrar en otros gastos sociales que por mi parte creo más justos. Siempre hablamos de lo que ingresa el Estado, pero la cuestión es en qué gasta, y deberá seguir haciéndolo. Critiquemos la eficiencia, pero no que ingresa mucho, si gasta bien. Además las infraestructuras de transporte son caras, muy agresivas con el medio, y es lógico pagarlas entre los consumidores. Nadie puede pensar su trabajo sin estos costes externos para la comunidad.
Sí creo que los Estados Democráticos debieran entrar sin contemplaciones en las Empresas Petroleras, y ver su mercado, su administración y su realización de beneficios. ¿Se atreverán? ¿Podrán? ¿Para qué sirve Europa si no puede o quiere decir nada en este sentido? Así que el Gobierno debe ofrecerles, ahora vuelvo a los huelguistas, compensaciones sociales y fiscales que les permitan vivir, pero no tarifas que creen mercados cerrados y corporaciones de intereses blindadas. O de otro modo, medidas anti-oligopolios, sí, y todas; medidas contra la economía sumergida, sí y todas; medidas proteccionistas o corporativistas, no.
En este mismo sentido, en cuanto a la huelga y su justicia, tengo casos cercanos de todo tipo. Sólo los cito para justificar mi “confusión”. Gente que ha dejado la carretera para ir a un empresa, como trabajador de una cadena, porque le es más rentable; gente que ha contratado un trabajador para su camión, y le ha dado para otro camión; gente que está en cooperativa y que no sale a la huelga por miedo a lo que le pueda pasar, y gente que se ha hecho de “oro” en diez años con dos camiones. No sé bien a qué carta quedarme. En general, creo que es un trabajo duro y difícil, sometido a horarios muy prolongados, que se ha complicado mucho con los costes del combustible, y que está sobredimensionado ya antes de la crisis, y más ahora con la crisis general de la construcción, y todo lo que conlleva en reducción del transporte. Detrás hay personas, y eso es lo que importa en cuanto a cómo se les hace justicia, pero no, de cualquier modo y a costa de lo que sea, y porque sí. No se puede sostener artificialmente la rentabilidad de una inversión en todo momento, con crisis o sin ella.
Y aquí el gobierno, el que acaba de ganar las elecciones, no sé si sabe bien qué hacer. De hecho, no parece hacer nada. Yo creo que Solbes y su equipo está convencido de que el modelo de crecimiento español ha llegado a su fin, y que hay que dejar a los mercados que nos lleven a otra situación. Quiero creer esto y no que están desconcertados. Pero vaya Usted a saber. No sé qué es peor. Por tanto, el problema sería, y es, de qué iniciativas económicas favorecer, qué situaciones de personas atender ya y con cuánto, porque son los perdedores, y quiénes tienen tanto poder económico y de presión que pueden falsear la salida y la proporción en los sacrificios. Por tanto el problema es de pactos y de iniciativas. Me temo que el gobierno crea que los pactos, si acaso y con los que presionen mucho, y las iniciativas, las que dicte el mercado. Yo sin embargo siempre creo en los pactos y en el reparto de esfuerzos, aunque cueste más llegar a sacar la cabeza; entiendo que con menos olvidados y mejor repartido el sacrificio, las cosas siempre son más justas. Esto me importa mucho, no sólo cómo se sale de algo y en cuánto tiempo, sino a costa de quiénes más y menos, y con qué reparto de esfuerzos. Y siempre sin olvidar que la propia actividad del transporte, su “megadesarrollo”, es tan necesaria como condicionada a un estilo de vida insostenible y despilfarrador de lo escaso.
He dicho que observaba reacciones diversas y añado algunas otras. Por ejemplo, la gente que pasa por el lugar de los piquetes parece que aplaude a los huelguistas. Así somos. Es la cultura del hoy por ti y mañana por mí. La comparto, aunque se presta a veces a una falta de discernimiento notable de cada caso y supuesto. Es lo que intento en esta nota, diferenciar y apreciar.
Y luego están “los medios”, me refiero aquí a los de información televisada, sobre todo. Se lo toman como un acontecimiento deportivo, que retransmiten en directo. Importa la primicia. Tengo para mí que pronto en las huelgas, los piquetes tendrán un chivato que les avise en rojo, cuando emiten las cadenas en directo. Un poco choteo me está pareciendo el modo de informar. Todo, menos entender las reivindicaciones, las razones y sinrazones. Todo banal, porque todo es ya “España directo” o “Está pasando”. Es la cultura informativo del “está pasando” y lo “cuento primero”, pero qué cuenta y con que profundidad, “nada y muy superficialmente”. Está claro que estoy decepcionado con ellos hace tiempo. Eso de “los medios” por contar los primeros una primicia de “nada”, está tan aceptado que se ha convertido en una justificación del medio y el periodista por sí misma. Deberían pensarlo de nuevo.
En fin, para un post, ya está bien. Quise colgarlo ayer miércoles por la mañana, y se me olvidó. Después ha habido un muerto y un herido grave, y otros casos igualmente serios y pendiente de confirmación. Ésta es otra cuestión. Sólo pensaba dos cosas y escritas a vuela pluma. Quería salir por un momento de nuestra subcultura “eclesiástica”. Saludos.