Sobre la preguntas del Lehendakari (II). A mis comentaristas.
El anterior "post", sobre la preguntas de Ibarretxe, era una "carta al director", sometida a la exigencia "de no más de las 30 líneas", y si no, no se publica. Luego, salió en el Grupo Correo como artículo de Opinión, a pesar de la forma que he dicho. Creo que como "sacerdote" no debería decir estas cosas en público, pero no lo puedo evitar. Acepté el descrédito que me puede acarrear, en ciertos ambientes de la Iglesia Vasca, porque me siento mejor si lo digo en público, como ciudadano.
En realidad, era una nota para el Lehendakari. Soy presuntuoso, pero a él estaba dirigida la carta. Se la podía haber mandado directamente, y en paz. La redacción de la primera pregunta, en la forma que se refiere a ETA, al diálogo, y a su renuncia inequívoca a la violencia, es el modo común de referirse el nacionalismo vasco democrático al final de la violencia. Es legítimo, pero es su lenguaje. Discuto además si es necesaria esta pregunta. Y la segunda, se refiere al "ejercicio" del "derecho a decidir", ¡no a su existencia, sino a su ejercicio!, por parte de quien es su sujeto, en principio los vascos de Euskadi. Es una concepción también legítima, pero de los nacionalistas democráticos, o "del tripartito". Que tengan redacción nacionalista, no significa que no sean democráticas, sino lo dicho. Sólo eso.
Es evidente que hay otros vascos que creen, legítimamente, que ese derecho lo es de la nación española; o los que no creen en esa nación, que es un derecho compartido con los otros pueblos del Estado, o, quienes no creen en otra nación que Euskal Herria, que sólo cabe pactar el ejercicio de ese derecho en todos los territorios de la nación vasca, y no con el Estado.
Pero es que, además, yo no veo que la gran dificultad esté en las preguntas, sino en un país que se mueve por mitades, con intenciones políticas partidistas muy evidentes, y con una incapacidad para pactar proyectos bien nutridos de mayorías, que no cierren ningún futuro democrático, pero que tengan la paciencia de saberse provisionales y de dar tiempo a crear mayorías consistentes en todos los territorios. Es una idea. Mucha gente piensa esto en términos de nacionalismo vasco vs. nacionalismo español, o Ibarretxe vs. Patxi Lópes, ¡qué le voy a hacer! Pagaré el precio.
Yo hablo desde mi experiencia, claro está, y puede ser minoritaria. Es igual para lo que digo. Al final, todo tiene que pasar por las urnas, y punto. Cuando digo que siento y veo al Lehendakari, poco a poco, y cada vez más claramente, como un hombre de partido más que de País, no le niego que ama y se entrega al País Vasco como el que más, sino que lo concibe y asimila desde unas convicciones de "nación euskaldún", y a ella piensa que nos debe conducir cuanto antes. Lo cual es legítimo, pero como Lehendakari de todos, tiene cada vez más dificultades para que se le reconozca en su papel mediador. Es mi idea. Lo cual no significa que yo vea que otros lo pueden hacer mejor y con facilidad. (Calma, calma, no me ha contratado Patxi López). Digo que él tiene este problema. Y es un hombre honesto y digno de confianza, pero siempre que aceptes que te va a conducir, cuanto antes, a donde él está persuadido que el pueblo vasco quiere ir, y debe ir. Es mi idea.
¿Cuál es la experiencia desde la que hablo? La de los vascos que de acelerarse el proceso de construcción nacional euskaldún, saldrían claramente perdedores, ellos y sus hijos. No hablo como cura, que no tiene estos problemas vitalmente, sino como ciudadano cuya gente, en su entorno, va con "la lengua fuera" cuando se fuerza el proceso. Lo único que pido es tiempo, un ritmo más calmado, y por ende, pactos democráticos entre los más posibles.
Evidentemente, pido la desaparición ETA, pero, esto aparte, la vida política vasca es una cuestión de tiempo, inteligencia política, y generaciones de vascos que irán dando pasos, ¡sin agravios comparativos!, en el esfuerzo de unos y otros al desarrollar un modelo de país. Y esto hay que pensarlo hacia dentro del País, y hacia el Estado, España. Por tanto, no pienso el tema en términos de justicia abstracta, ¡y ya! (pueblos, derechos, justicia natural, memoria...), sino que todo eso, propongo que se sustancie a un ritmo y con unas concreciones "jurídicas" que repartan la incomodidad, las renuncias temporales y los sacrificios sociales y culturales, de manera equilibrada.
Y es que no debemos olvidar que los pueblos milenarios, y la vida humana más claramente, van mucho más allá de la vida de cada generación, y de la de cada uno en particular, y no veo por qué, salvo razones idealistas que respeto, pero no comparto, no veo por qué una generación de vascos o dos, tiene que recorrer "su" vida, "con la lengua fuera", para llegar a la meta de lo que si quieren, van a poder llegar, con muchos más ciudadanos "voluntariamente". Es sencillo, simplemente saber que la vida de cada uno es un minúsculo tramo de una trayectoria inmensamente larga.
Saber a dónde vamos, es fundamental; reconocer los frenos socio-políticos injustos, es de justicia; permitir que los más posibles participen connaturalmente de un objetivo político, es necesario.
Ésta es mi visión del problema y, a mi juicio, la dirección de Lehendakari hace tiempo que ha metido la "cuarta", y no acierta a frenar en las curvas, con lo cual "el vaivén" es excesivo. Es una cuestión más de ritmos políticos, para contar con mayorías bien nutridas en todos los territorios, que de "derechos".
Claro está, como fuera que de cumplirse mi petición al Lehendakari, el nacionalismo vasco democrático y gobernante puede ver amenazada su posición hegemónica, y perder unas elecciones alguna vez, quizá pronto, entiendo que arriesgue una estrategia política que le libre de esa derrota, y para ello fuerce el ritmo a ver si lo evita. Pero ésta es otra cuestión.
Yo hablaba en términos de proceso equitativo con los más posibles y para los más posibles. . Qué ventajas electorales tenga para unos y otros, no me toca a mí decirlo, por más que se me atribuya una intención inconfensada de que en ellos estoy pensado al escribir.
Espero que haya lectores que debatan en paralelo al electoralismo político, tan criticado, y tan inevitable a la vez. Pero como nosotros no nos jugamos el gobierno, podemos arriesgar unas razones y acertar más, o equivocarnos directamente. Saludos a todos.
En realidad, era una nota para el Lehendakari. Soy presuntuoso, pero a él estaba dirigida la carta. Se la podía haber mandado directamente, y en paz. La redacción de la primera pregunta, en la forma que se refiere a ETA, al diálogo, y a su renuncia inequívoca a la violencia, es el modo común de referirse el nacionalismo vasco democrático al final de la violencia. Es legítimo, pero es su lenguaje. Discuto además si es necesaria esta pregunta. Y la segunda, se refiere al "ejercicio" del "derecho a decidir", ¡no a su existencia, sino a su ejercicio!, por parte de quien es su sujeto, en principio los vascos de Euskadi. Es una concepción también legítima, pero de los nacionalistas democráticos, o "del tripartito". Que tengan redacción nacionalista, no significa que no sean democráticas, sino lo dicho. Sólo eso.
Es evidente que hay otros vascos que creen, legítimamente, que ese derecho lo es de la nación española; o los que no creen en esa nación, que es un derecho compartido con los otros pueblos del Estado, o, quienes no creen en otra nación que Euskal Herria, que sólo cabe pactar el ejercicio de ese derecho en todos los territorios de la nación vasca, y no con el Estado.
Pero es que, además, yo no veo que la gran dificultad esté en las preguntas, sino en un país que se mueve por mitades, con intenciones políticas partidistas muy evidentes, y con una incapacidad para pactar proyectos bien nutridos de mayorías, que no cierren ningún futuro democrático, pero que tengan la paciencia de saberse provisionales y de dar tiempo a crear mayorías consistentes en todos los territorios. Es una idea. Mucha gente piensa esto en términos de nacionalismo vasco vs. nacionalismo español, o Ibarretxe vs. Patxi Lópes, ¡qué le voy a hacer! Pagaré el precio.
Yo hablo desde mi experiencia, claro está, y puede ser minoritaria. Es igual para lo que digo. Al final, todo tiene que pasar por las urnas, y punto. Cuando digo que siento y veo al Lehendakari, poco a poco, y cada vez más claramente, como un hombre de partido más que de País, no le niego que ama y se entrega al País Vasco como el que más, sino que lo concibe y asimila desde unas convicciones de "nación euskaldún", y a ella piensa que nos debe conducir cuanto antes. Lo cual es legítimo, pero como Lehendakari de todos, tiene cada vez más dificultades para que se le reconozca en su papel mediador. Es mi idea. Lo cual no significa que yo vea que otros lo pueden hacer mejor y con facilidad. (Calma, calma, no me ha contratado Patxi López). Digo que él tiene este problema. Y es un hombre honesto y digno de confianza, pero siempre que aceptes que te va a conducir, cuanto antes, a donde él está persuadido que el pueblo vasco quiere ir, y debe ir. Es mi idea.
¿Cuál es la experiencia desde la que hablo? La de los vascos que de acelerarse el proceso de construcción nacional euskaldún, saldrían claramente perdedores, ellos y sus hijos. No hablo como cura, que no tiene estos problemas vitalmente, sino como ciudadano cuya gente, en su entorno, va con "la lengua fuera" cuando se fuerza el proceso. Lo único que pido es tiempo, un ritmo más calmado, y por ende, pactos democráticos entre los más posibles.
Evidentemente, pido la desaparición ETA, pero, esto aparte, la vida política vasca es una cuestión de tiempo, inteligencia política, y generaciones de vascos que irán dando pasos, ¡sin agravios comparativos!, en el esfuerzo de unos y otros al desarrollar un modelo de país. Y esto hay que pensarlo hacia dentro del País, y hacia el Estado, España. Por tanto, no pienso el tema en términos de justicia abstracta, ¡y ya! (pueblos, derechos, justicia natural, memoria...), sino que todo eso, propongo que se sustancie a un ritmo y con unas concreciones "jurídicas" que repartan la incomodidad, las renuncias temporales y los sacrificios sociales y culturales, de manera equilibrada.
Y es que no debemos olvidar que los pueblos milenarios, y la vida humana más claramente, van mucho más allá de la vida de cada generación, y de la de cada uno en particular, y no veo por qué, salvo razones idealistas que respeto, pero no comparto, no veo por qué una generación de vascos o dos, tiene que recorrer "su" vida, "con la lengua fuera", para llegar a la meta de lo que si quieren, van a poder llegar, con muchos más ciudadanos "voluntariamente". Es sencillo, simplemente saber que la vida de cada uno es un minúsculo tramo de una trayectoria inmensamente larga.
Saber a dónde vamos, es fundamental; reconocer los frenos socio-políticos injustos, es de justicia; permitir que los más posibles participen connaturalmente de un objetivo político, es necesario.
Ésta es mi visión del problema y, a mi juicio, la dirección de Lehendakari hace tiempo que ha metido la "cuarta", y no acierta a frenar en las curvas, con lo cual "el vaivén" es excesivo. Es una cuestión más de ritmos políticos, para contar con mayorías bien nutridas en todos los territorios, que de "derechos".
Claro está, como fuera que de cumplirse mi petición al Lehendakari, el nacionalismo vasco democrático y gobernante puede ver amenazada su posición hegemónica, y perder unas elecciones alguna vez, quizá pronto, entiendo que arriesgue una estrategia política que le libre de esa derrota, y para ello fuerce el ritmo a ver si lo evita. Pero ésta es otra cuestión.
Yo hablaba en términos de proceso equitativo con los más posibles y para los más posibles. . Qué ventajas electorales tenga para unos y otros, no me toca a mí decirlo, por más que se me atribuya una intención inconfensada de que en ellos estoy pensado al escribir.
Espero que haya lectores que debatan en paralelo al electoralismo político, tan criticado, y tan inevitable a la vez. Pero como nosotros no nos jugamos el gobierno, podemos arriesgar unas razones y acertar más, o equivocarnos directamente. Saludos a todos.