Ascensión: el cielo es plenitud de la tierra y de la humanidad

Ascensión

  1. Algunas notas previas a la homilía.

Hemos escuchado dos relatos de la Ascensión del Señor: uno de San Lucas (Hechos) y otro del evangelio de san Marcos, (aunque propiamente es un añadido posterior al evangelio).

La Ascensión Lucas (Hechos) acontece a los 40 días de la resurrección. En Marcos la Ascensión sucede el mismo día de Pascua.

        Pensemos que estos relatos no son historia ni la filmación de un hecho, cuanto una interpretación de la fe de las primeras comunidades cristianas.

        La resurrección de Jesús y la Ascensión son un mismo “acontecimiento”: Jesús termina en Dios.

        Estos relatos, como tantos otros, son mitológicos y están elaborados con un mundo de símbolos:

+ la montaña es el lugar más cercano a Dios, Jesús está en Dios.

+ La nube en la Biblia (Éxodo) es el símbolo de la protección de Dios: más allá de la nube está Dios, que es donde termina Jesús.

+ Los cuarenta días lucanos son la alusión a la peregrinación del pueblo de Israel por el desierto.

        En el fondo esta fiesta es la fe en que Jesús terminó en Dios.

        El que viene de Dios, vuelve a Dios. Y esto es válido también para nosotros, hermanos de Cristo: Dios no quiere que no se pierda ni uno solo de los seres humanos.

  1. ¿Dónde vive Dios? ¿”En lo alto”, “afuera”?

    Es relativamente frecuente escuchar a la muerte de alguna persona: “donde quiera que estés”… Los creyentes pensamos que nuestros mayores están en Dios, están en el cielo…

    Bueno, pero la siguiente pregunta es: ¿y dónde está Dios? ¿”arriba” en el cielo astronómico, astrológico? ¿Dios está siempre fuera del mundo? Dios no está aquí, está siempre “afuera”, “allá arriba, en lo alto”.

Nos imaginamos a Dios como un anciano venerable que habita siempre afuera, en lo alto, lejos de nuestra vida….

¿Jesús era un “extraterrestre” que descendió de los cielos y ahora, en la Ascensión, sube a los cielos?

La mentalidad y cultura del mundo bíblico no tienen dificultad en pensar y escribir que Dios vive en los cielos, los seres vivientes vivimos en la tierra y los muertos bajo tierra (sheol).

Entonces, ¿Dios y Jesús son unas personas que nos visitan viniendo desde “afuera”?

Esta es una mentalidad mitológica para expresar algunas realidades y valores, que no le sirve ya al ser humano de hoy en día de mentalidad más científica.

Al final estas cuestiones de espacio y tiempo son problemas más filosóficos que científicos y teológicos, y por ello “se nos escapan”.

Nosotros vivimos -estamos- en la tierra. Más o menos la ciencia conoce el sistema solar, el universo –quizás los pluriversos-, pero ¿dónde empieza y terminan los espacios? Y donde termina el universo, ¿hay algo? ¿quizás el vacío?

¿Dios, JesuCristo, nuestros hermanos difuntos dónde, en qué lugar viven? ¿Más allá del espacio? ¿Viven siempre “afuera”, en “la habitación de al lado?

No parece que esto sea así.

Bíblicamente recordemos que no hubo posada, un hospital en Belén para María y José y Jesús que estaba ya casi naciendo.

Y es que Dios no cabe en nuestra casa, en nuestras palabras, en nuestra cultura, en la doctrina y teología que decimos de él.

Para ser creyente no hace falta quedarse en la mitología, que, por otra parte,  explica muchas cosas.

Hay un refrán por ahí que dice. “cuando alguien te enseñe las estrellas, no te quedes mirando el dedo”, porque no verás ni entenderás nada de nada.

Muchos relatos bíblicos son un apunte hacia alguna realidad hermosa y compleja:

Algunos ejemplos:

  • o Los Magos (Mateo) son un mito pero de gran contenido: los magos son extranjeros, paganos, que buscan la luz, la verdad y la encuentran… (Mateo les dice a los cristianos de origen judío que la salvación no es solo para los judíos, sino también para los paganos).
  • o Las bodas de Caná (Juan) son un reflejo de una religión judía de piedra: solamente ley (las tinajas son las tablas del Sinaí), pero no tienen vino (amor).
  • o El “hoy” tan recurrente en San Lucas no significa que todo ocurriera aquel día, sino que la salvación está ya ahora presente “hoy” en nuestra historia.
  • o El Discípulo Amado (Juan) no es un señor, sino todo cristiano que se siente amado, querido por el Señor.

        Una conclusión simplista es pensar que esos relatos al ser mitos, son mentira. Más bien hemos de pensar que tras esos relatos hay un gran contenido, hermosas significaciones: hay salvación universal (los Magos), hay amor (Caná), hoy ya estamos salvados, todos somos “discípulos amados.

        La fe comienza “después” y “más allá” de las palabras y relatos míticos.

  1. La imagen de la profundidad

    Es otro modo de hablar de Dios, otra imagen y  acercamiento a Dios.

    Profundo es lo opuesto a lo superficial.

    Podemos pensar que Dios es profundidad.

    Hay personas y momentos culturales religiosos, instituciones, que viven en la superficialidad. Personas e instituciones que tienen en sus manos realidades profundas como la convivencia, la salvación, la libertad, la paz y serenidad, el perdón, etc. pero tratan esas realidades con una enorme superficialidad.

    Y hay personas sencillas: obreros, campesinos, padres de familia, poetas que viven en profundidad, que no significa sofisticación, sino con hondura en la vida.

    La verdad, el amor, la libertad, la paz son cuestiones profundas y no superficiales.

    Quien en el fondo de su ser ama la paz, la justicia, la libertad, el amor, ese tal no es ateo, sino creyente en Dios.

    El nombre de tal profundidad es Dios y lo que significa Reino de Dios, que es justicia, amor, verdad.

    Traducid y hablad de la profundidad de la vida, de lo que os tomáis en serio sin la menor reserva.      Quizás le daríamos el nombre de esperanza y amor.

    La esperanza absoluta y el amor son profundos y no superficiales.      

Si tenéis y mantenéis (siguiendo el “permanecer” de Juan) que Dios es amor y es nuestra esperanza sabéis mucho acerca de Dios.

    Dios “es” la profundidad del ser, de la vida, porque Dios es amor.

No sabemos cómo será el cielo, probablemente no será “un lugar”, mucho menos el cielo será una especie de “vacaciones del inserso en un hotel de lujo”. Apacigüemos nuestra curiosidad y confiemos en que esta historia nuestra personal y comunitaria tendrán una finalización en el ser, en Dios.

  1. La Ascensión es una fiesta de esperanza. ¿El cielo puede esperar?

        La fiesta de la Ascensión significa y fortalece nuestra esperanza porque da sentido a nuestra vida. La meta de nuestra esperanza es la Ascensión, el amor, la libertad, la paz.

        Cristo terminó donde comenzó: en el amor de Dios.

        Nosotros, la humanidad terminaremos en el amor de Dios. El mundo y el ser humano llegamos a la plenitud cuando “entramos en el cielo”.

        El cielo, la esperanza, el horizonte están ya presentes en nuestro hoy dando sentido.

El futuro soñado y esperado es la alegría del presente.

        En momentos y situaciones de sufrimiento y desesperanzas, miremos al cielo. Nuestro horizonte está “allí”. El cielo no puede esperar.

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