SEMBRAR VIDA: NOBLE TAREA
01. LA SEMILLA Y LA VIDA.
Hemos escuchado dos breves parábolas, que nos hablan de la semilla.
Las semillas, a su vez, nos hablan de vida. Los evangelios están llenos de referencia a la vida. Jesús sana, es pan de vida, agua de vida, multiplica los panes (solidaridad), rehabilita, perdona, etc.
Un grano de trigo, un grano de mostaza son semillas humildes, pequeñas, pero llenas de vida. La vida de la semilla es callada, silenciosa, paciente: va creciendo poco a poco: duermas o veles, de día o de noche, la semilla sigue creciendo, desarrollando toda su vitalidad.
La vitalidad de la semilla no depende del trabajo humano, de los esfuerzos humanos. La semilla está llena de vida en sí misma. La vitalidad la da Dios, no nosotros.
Es valioso todo pequeño gesto de vida: un pequeño trabajo bien hecho, un servicio o ayuda, una limosna, es sembrar vida.
02. LAS PRISAS DE LA EFICACIA. PACIENCIA HISTÓRICA
Los tiempos y los ritmos de vida han cambiado mucho. Nosotros estamos muy distantes de la quietud y calma del mundo rural, casi no sabemos lo que es una semilla y “pensamos” que el trigo y la harina crecen en Eroski.
Por otra parte hoy predomina la eficacia, la prisa, cuando no la ansiedad. La eficacia siempre tiene prisa. Queremos que el trigo salga en quince días. Pero las cosas de la vida requieren tiempo, calma y sabiduría.
En la vida hay que tener paciencia. Paciencia en la educación, paciencia en la historia y recorridos personales.
Es inútil que tiremos de la espiga de trigo, de la planta, porque no va a crecer ni antes, ni mejor y, con toda seguridad la vamos a destrozar o arrancar. La semilla, la planta, las flores, los árboles no crecen a tirones ni con saltos espectaculares, sino poco a poco, humildemente.
03. SIEMBRA Y ESPERANZA.
Cuando se siembra es porque se espera la cosecha. Nadie siembra por sembrar o para pasar el rato. Se siembra para crear vida: Toda siembra supone que hay que saber esperar (esperanza) con calma y paciencia.
Cuesta tiempo que un grano de trigo vuelva a ser espiga. Cuesta mucho tiempo, dedicación y, a veces, sufrimiento, educar un niño, un adolescente. No tengamos urgencias morales, ni precipitaciones en las conversiones, en los cambios personales, sociales, políticos, teológicos, pastorales, etc. porque nos puede invadir la ansiedad, y la ansiedad puede generar miedo, angustia, lo cual puede llevarnos a pretender solucionar las cosas con una insaciable prisa y avidez.
04. NOBLE TAREA LA DE SEMBRAR.
Es importante sembrar, propagar la semilla en la familia, en los colegios, en la cultura. Ahí queda depositada en el barro humano, en la tierra. Es vida, ya brotará. Pero hay que tener paciencia histórica. Seguramente que nos despistaremos en la vida, la juventud no está en la Iglesia, etc. Habremos de echar manos de la parábola del trigo y la cizaña, (Mt 13,24-30). No tengamos prisas, menos tengamos ansiedades, ni descalifiquemos a la gente. La semilla dará fruto.
La semilla es buena, está llena de vida. El barro que somos, la tierra también es buena. La lluvia fecunda la tierra.
Como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá sino que riegan la tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come, (Isaías 58,10).
Decía Martin Luther King (1929-1968), líder del movimiento de liberación de los negros que Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol" Martin Luther King
SEMBREMOS VIDA.