Solo el amor es digno de la fe
- Dios es amor.
La vivencia que Jesús tiene de Dios es que es amor, (1Jn 4,18).
Jesús podía habernos dicho que Dios es infinito, eterno, justo, juez implacable, ultraortodoxo, etc.
Pues bien, JesuCristo tiene una experiencia muy distinta. Dios le ama, nos ama, Dios es Padre que quiere y ama.
Esto será lo que Jesús haga con nosotros: como el Padre me ha amado, así os he amado yo. (v 9).
Hay muchas religiones -muchas “religaciones”- con Dios y probablemente todas sean buenas, pero no todas son iguales. La vivencia, la experiencia que Jesús tiene de Dios es que es amor, (1Jn 4,8).
Somos cristianos porque hemos sido amados, porque Dios nos ha amado y somos cristianos porque amamos.
El “adn” del cristiano no es la doctrina, ni la ley, ni el cumplimiento, ni la perfección de nuestros actos, mucho menos la escrupulosidad de su moral, ritos, vestimentas, etc.
Somos cristianos está en el amor. Comenzamos a ser cristianos no cuando aprendemos el catecismo cuando nos sentimos amados.
La primera catequesis de una madre (familia) para con sus hijos no es cuando le enseña doctrina, sino cuando les quiere.
Hemos escuchado hoy que: Quien no ama, no ha conocido a Dios. Uno puede saber toda la doctrina y teología del mundo, pero si no ama, no ha conocido a Dios.
Muchos de nosotros tenemos o hemos tenido una imagen, una experiencia de un Dios duro, justiciero y condenador.
Recuerdo aquello que decía con ironía un sabio cura rural: El Dios de muchos católicos es muy justo, porque castiga a los malos y a los buenos en cuanto se descuidan
Es no es el Dios de Jesús.
Volvamos nuestra mirada al amor de Dios: conozcamos la misericordia de Dios y de Cristo. Somos discípulos amados, no clientes o consumidores religiosos.
Ser cristiano es permanecer, demorarse, “quedarse” en el amor del Señor.
Solamente el amor es digno de la fe.
- el amor trasmite paz y alegría.
Los relatos evangélicos de Pascua nos transmiten la paz y alegría del resucitado.
JesuCristo nos ama, Dios nos ama y disfruta cuando su alegría permanece en nosotros, (1ª lectura).
En la Iglesia se ha vivido, -y se vive- un sistema doctrinal, moral que produce miedo, angustia, condenación. Muchos de los “pocos” que todavía perviven -pervivimos- en la Iglesia susbsisten con la idea de un Dios que tiene la “mecha corta”, se ofende por menos de nada, y condena en cuento te descuidas…
Quizás por eso la Iglesia es muy sombría, férrea, probablemente muy “religioso-católica”, pero poco cristiana, porque no vive en el Dios de amor.
- Este es mi mandamiento: que os améis.
Los judíos tenían 613 preceptos (normas) de comportamiento provenientes de la Biblia (Pentateuco / Torá: 5 primeros libros de la Biblia).
La moral había terminado en el mundo judío y en el católico por ser una mera cuestión jurídica. Todo consistía en el cumplimiento o la transgresión de unas cuantas normas o leyes. De hecho la moral se estudiaba prácticamente en el Derecho Canónico.
Pero el comportamiento cristiano, la moral, es otra cosa más hermosa y más profunda.
En primer lugar se trata de seguir a Jesucristo. La moral cristiana en principio no es cumplir con nada, sino sentirnos amados por Cristo y amarle, lo cual es realizador.
En ocasiones los católicos damos la impresión de ser personas esclavas, reprimidas, que llevamos penosamente y a rastras nuestra fe.
Cristo es libertad. Así lo entendió enseguida San Pablo. Cristo no nos llama a ser esclavos de un esquema religioso legal. No os llamo siervos, sino amigos. Los creyentes estamos liberados por Cristo. La moral cristiana no es esclavizante, angustiante.
Por desgracia este tipo de moral se veía reforzada con la amenaza del Infierno, lo cual ha sido muy poco honesto.
La ética-moral se vio reducida a una pura casuística anecdótica. El bien y el mal eran casos y cosas aisladas y en muchos casos mínimas. Cualquier cosa era pecado mortal.
Jesús nos dice que su mandamiento es uno, el amor. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Decía Karl Rahner (1904-1984) que la Iglesia haría bien en recordarnos que Jesús nos dejó solamente un mandamiento: el amor. Las concreciones, las conclusiones de ese hermoso mandato las debiera extraer el cristiano.
San Agustín lo decía de otro modo: ama y haz lo que quieras.
- Permaneced en mi amor.
Somos cristianos porque hemos sido amados, hemos recibido el amor de Dios y nos hacemos cristianos porque amamos.
La identidad de la Iglesia no radica en la perfección de su estructura, en la grandeza de su cultura, de sus templos o de su doctrina, arte.
Conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros, (Jn 13, 35).
Las comunidades, la Iglesia de San Juan tras el sufrimiento y rupturas internas padecidas, insiste en permaneced en el amor, que es el centro del cristianismo
El mundo eclesiástico comenzará o comenzaremos a ser eclesiales y cristianos cuando intentemos ver la vida y las situaciones y problemas desde el amor y no tanto desde el legalismo, el miedo, el poder y la ortodoxia.
- somos discípulos amados.
San Juan entiende que cristiano es el Discípulo Amado por el Señor.
El amor produce una gran confianza y una gran serenidad. Noches oscuras nos van a venir, pero quien ama, quien ama la humanidad, la vida, los valores del Reino de Dios vive con el alma sosegada, en calma.
esto os mando: que os améis unos a otros.