Romero y la Persecución

Femenino y masculino son inclusivos y se usan indistintamente.
Las cursivas contienen palabras mías. La letra recta, palabras textuales de Romero

Primera parte: ruidos de persecución
Monseñor Romero fue perseguido. ¿Buscó la persecución? ¿Podía haberla evitado? ¿Se regodeó o gozó en la persecución? ¿Se glorió en ella? ¿Buscaba ser mártir? ¿Quién lo persiguió? ¿Por qué lo persiguieron?
Son varias preguntas y podemos hacernos otras. La exposición de este tema dará respuesta a ellas. Pero por quienes tienen curiosidad, doy ahora misma una respuesta breve a todas ellas.

¿Buscó la persecución? No. Huyó de la persecución. ¿Podía haberla evitado? Sí, le bastaba hacer caso al Gobierno de El Salvador y al consejo que le dio Juan Pablo II. ¿Se regodeó o gozó en la persecución? No se regodeó. Gozó, por seguir los pasos de Jesús. Pero sufrió mucho con la persecución. ¿Se glorió de la persecución? No, pero agradeció a Dios el don de llevar las marcas de Cristo. ¿Buscaba ser mártir? De ninguna manera. Huía de la muerte. ¿Quién lo persiguió? Gente bautizada: el Gobierno y oligarquía de El Salvador y sus compañeros obispos. ¿Por qué lo persiguieron? Por defender a la gente pobre y trabajar por la justicia. Los obispos ¿no querían la justicia? En cualquier caso, la querían sin problemas con el gobierno; y sin que Romero dijera cada domingo las verdades de la semana.

Es cierto que Romero tenía miedo. Sabía que buscaban matarlo. Pero hablaba de persecución y muerte con mucha calma. El miedo no le hizo retroceder. Afortunadamente nunca dijo una frase que se ha aireado mucho. “Si me matan, resucitaré en el Pueblo Salvadoreño”. Lo señalan autores que escriben sobre su vida y actividades. Me alegro mucho de que nunca la dijera, porque nosotros sabemos que vamos a resucitar EN Cristo. Resucitar en el pueblo es quedar en la memoria del pueblo. Esa no es la resurrección cristiana; más aun: no es resurrección, es recuerdo, un recuerdo digno, que perdura en la historia. Pero la resurrección es vida, vivir en Cristo y con Cristo. Quede dicho esto ya desde el comienzo de esta exposición catequética.

Sabía, pues, que iban a por él. Tenía miedo, como cuando comunica los anónimos que recibe. “Estoy recibiendo muchos anónimos verdaderamente groseros”. Pero no retrocedió ni un milímetro en su compromiso con los pobres y la justicia, que en realidad es con toda la población. Por eso harán bien en celebrar su canonización incluso quienes lo persiguieron, porque Romero dio su vida también por ellos; y no solo por toda la población de El Salvador, sino por el mundo entero, porque su sacrificio nace de Jesús y se desarrolla con Jesús. Por eso tiene valor universal.

En este momento viene bien una comparación, aunque las comparaciones sean odiosas, porque nos da luz. A la Madre Teresa nadie la criticará, pues, aunque su vida fue heroica, nunca se opuso a ninguno de los poderes fácticos, ni a la oligarquía ni a ningún gobierno, ni siquiera a narcotraficantes que la ayudaban. En cambio, a Monseñor Romero hay y habrá quien lo critique, porque él fue sumamente crítico con todos los poderes mencionados. Y no faltó la acusación –gravísima y calumniosa- de que él fue el principal culpable de los 70 mil o más muertos causados por la guerra.

Romero consideraba que la persecución “es algo necesario en la Iglesia”. Y citó a Jesús que dijo: “Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros”. Y contaba que al papa León XIII le preguntaron cuáles eran las notas de la Iglesia; y mencionó las cuatro de siempre: una, santa, católica y apostólica. Pero inmediatamente añadió: “Agreguen otra, perseguida”. Personalmente, preferiría que, en vez de la palabra necesaria, hubiera dicho la palabra inevitable. La persecución es inevitable donde hay una Iglesia verdaderamente cristiana. “La Iglesia, dijo también Monseñor, no puede callar ante las injusticias de orden económico, político, social. (…) Y mientras no se le deje libertad de clamar estas verdades de su evangelio, hay persecución”.

Segunda parte: persecución abierta
El texto más importante de nuestro Beato sobre la persecución es la conferencia que pronunció en Lovaina (Bélgica), para ser investido como doctor honoris causa. Fue el día 2 de febrero de1980, 50 días antes de su asesinato, mientras celebraba la santa misa en la capilla del Hospitalito de cancerosos de la Divina Providencia. Es un texto estupendo, literariamente bien compuesto, de buena teología, preñado de citas bíblicas. Está considerado como testamento teológico y político de Monseñor, que nos informa sobre la persecución y nos comunica lo esencial de su comprensión del Evangelio y de su vida de fe.
Ante la ilustre concurrencia de la famosa universidad, Monseñor dijo: “Vengo del mas pequeño País de la lejana América Latina, trayendo en mi corazón cristiano, Salvadoreño y de pastor, el saludo, el agradecimiento y la alegría de compartir experiencias vitales... Nuestro mundo Salvadoreño no es una abstracción, no es un caso más de lo que se entiende por "mundo" en países desarrollados como el de ustedes. Es un mundo en que la inmensa mayoría está formado por hombres y mujeres pobres y oprimidas...”
“Tengo el honor de situar mi conferencia en el ciclo que aquí se desarrolla sobre el sugestivo tema de la dimensión política de la fe cristiana. Quisiera hablar de las repercusiones de la fe para el mundo y de las repercusiones que la inserción en el mundo tiene para la fe”.
Y tras afirmar que no hablará como experto ni en política ni en teología, añadió: “Voy a hablar sencillamente como pastor, que, juntamente con su pueblo, ha ido aprendiendo la hermosa y dura verdad de que la fe cristiana no nos separa del mundo, sino que nos sumerge en él; y que la Iglesia no es un reducto separado de la ciudad, sino seguidora de aquel Jesús que vivió, trabajó, luchó y murió en medio de la ciudad”.
1° Una Iglesia al servicio del mundo
Romero va a desarrollar en seis pasos el proceso de cambio de la arquidiócesis de San Salvador, y de él mismo que lo lideró. “La esencia de la Iglesia está en su misión de servicio al mundo, para salvarlo en totalidad, en la historia, aquí y ahora. La Iglesia está para solidarizarse con las esperanzas y gozos, con las angustias y tristezas de los seres humanos. La Iglesia está, como Jesús, para "evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos, para buscar y salvar lo que estaba perdido" (LG 8). Y el mundo al que debe servir la Iglesia es para nosotros el mundo de las pobres. Ese mundo es la clave para comprender la fe cristiana. Las empobrecidas son los que nos dicen qué significa para la Iglesia vivir realmente en el mundo”.
“Permítanme, pues, explicar brevemente la situación y actuación de nuestra Iglesia en el mundo de los pobres”.
2° Encarnación en el mundo de los pobres
“En los últimos años nuestra Arquidiócesis ha ido tomando la dirección de vuelta al mundo de los pobres. Después de siglos, han resonado entre nosotros las palabras del Éxodo”: "He oído el clamor de mi pueblo, he visto la opresión con que lo oprimen" (Ex 3,9).
“Estas palabras de la Escritura nos han dado nuevos ojos para ver lo que siempre ha estado entre nosotros, pero tantas veces oculto. Hemos aprendido a ver y juzgar el hecho primordial de nuestro mundo. "Esa miseria, como hecho colectivo, es una injusticia que clama al cielo”, como dijo la conferencia de Medellín (N° 1). Y en Puebla declaramos que la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos, expresada en salarios de hambre, desempleo y subempleo, desnutrición, mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, problemas de salud, inestabilidad laboral, es el más devastador y humillante flagelo" (N° 29).
“Esta comprobación y su impacto, no nos han apartado de nuestra fe; nos ha remitido al mundo de los pobres como a nuestro verdadero lugar, nos ha movido a dar el primer paso fundamental: encarnarnos en el mundo de los pobres. En él hemos encontrado los rostros concretos de los pobres: los campesinos sin tierra y sin trabajo estable, sin agua ni luz en sus pobres viviendas, sin asistencia médica cuando las madres dan a luz y sin escuelas cuando los niños empiezan a crecer. Ahí nos hemos encontrado con los obreros sin derechos laborales, despedidos de las fábricas cuando los reclaman y a merced de los fríos cálculos de la economía. Ahí nos hemos encontrado con madres y esposas de desaparecidos y presos políticos Ahí nos hemos encontrado con los habitantes de tugurios, cuya miseria supera toda imaginación, viviendo además el insulto permanente de las mansiones cercanas”.
“No lo digo con espíritu triunfalista, pues bien conozco lo mucho que nos falta. Pero lo digo con inmenso gozo”, pues nos hemos acercado al herido como el Samaritano. Ese acercamiento ha producido la conversión, personal y eclesial. Y ocurre que, al volvernos al mundo de los pobres, estamos consiguiendo cambios en la pastoral, en la educación, en la vida religiosa y sacerdotal, en los movimientos laicales, que no habíamos logrado al mirar solo al interior de la Iglesia”.
3° El anuncio de la Buena Nueva a los pobres
Monseñor prosigue exponiendo el siguiente paso que dio con él la arquidiócesis,
caminando con la práctica, paso a paso, hasta hacer suya la causa de las pobres.
“Este encuentro con los pobres nos ha hecho recobrar la verdad central del evangelio: que la Iglesia tiene una buena nueva que anunciar a los pobres. Secularmente han escuchado malas noticias y han vivido las peores realidades. Ahora están escuchando a través de la Iglesia la palabra de Jesús: "El reino de Dios se acerca", "dichosos ustedes los pobres porque de ustedes es el reino de Dios". Y desde allí tiene también una Buena Nueva que anunciar a los ricos, que se conviertan al pobre para compartir con él los Bienes del Reino”.
Y saliendo al paso de posibles críticas, añade. “La esperanza que fomenta la Iglesia no es ingenua ni pasiva. Es más bien un llamado a la propia responsabilidad de las mayorías pobres, a su concientización, a su organización, en un país en el que organizarse está legal o prácticamente prohibido. Y es un respaldo, a veces también crítico, a sus justas causas y reivindicaciones. La Iglesia no sólo se ha vuelto hacia el pobre sino que hace de él el destinatario privilegiado de su misión porque como dice Puebla "Dios toma su defensa y los ama” (n. 1142).

4° Compromiso en la defensa de los pobres
La exposición de Romero va marcando los pasos que, según él mismo, iba dando la arquidiócesis. “La Iglesia no sólo se ha encarnado en el mundo de los pobres, sino que se ha comprometido firmemente en su defensa. Las mayorías pobres de nuestro país son oprimidas y reprimidas cotidianamente por las estructuras económicas y políticas. Las denuncias de los profetas de Israel son entre nosotros realidades cotidianas, cuya crueldad e intensidad vivimos a diario, cuando llegan a nosotros las madres y esposas de capturados y desaparecidos, cuando aparecen cadáveres desfigurados en cementerios clandestinos, cuando son asesinados aquellos que luchan por la justicia y por la paz. En esta situación conflictiva y antagónica, en que unos pocos controlan el poder económico y político, la Iglesia se ha puesto del lado de los pobres y ha asumido su defensa”.

5° Perseguida por servir a los pobres
“Esta defensa de los pobres ha ocasionado algo nuevo en la historia reciente de nuestra Iglesia: la persecución. Ustedes conocerán los datos más importantes. En menos de tres años más de cincuenta sacerdotes han sido atacados, amenazados y calumniados. Seis de ellos son mártires, murieron asesinados; varios han sido torturados y otros expulsados. También las religiosas han sido objeto de persecución. La emisora del Arzobispado y también instituciones educativas católicas y de inspiración cristiana han sido constantemente atacadas, amenazadas intimidadas con bombas. Varios conventos parroquiales han sido cateados”.
“Si esto se ha hecho con los representantes más visibles de la Iglesia, comprenderán ustedes lo que ha ocurrido al pueblo sencillo cristiano, a los campesinos, a sus catequistas delegados de la palabra, a las comunidades eclesiales de base. Ahí los amenazados, capturados, torturados y asesinados se cuentan por centenares y miles. Como siempre, también en la persecución ha sido el pueblo pobre cristiano el más perseguido”.
“¿Por qué ha sido perseguida la Iglesia? No se ha perseguido a cualquier sacerdote ni a cualquier institución. Se ha perseguido y atacado aquella parte de la Iglesia que se ha puesto del lado del pueblo pobre y ha salido en su defensa. La verdadera persecución se ha dirigido la gente pobre, que es el cuerpo de Cristo en la historia”.
6° ¿Qué es, pues, la dimensión política de la fe?

Con este apartado, Romero quiere confirmar lo que había dicho al principio: que su exposición se situaba dentro del ciclo de conferencias de la Universidad. ¿Qué es, pues, la dimensión política de la fe?, se pregunta. Y responde así. “Es la respuesta de la Iglesia a las exigencias del mundo real socio-político en el que vive. Lo que hemos redescubierto es que esa exigencia es primaria para la fe y que la Iglesia no puede desentenderse de ella. La Iglesia no entra en competencia con otras instancias políticas, ni posee unos mecanismos políticos propios; ni mucho menos se trata de que nuestra Iglesia desee un liderazgo político. Se trata de algo más profundo y evangélico: encarnarse en su mundo, anunciarles la buena noticia, darles una esperanza, animarles a una praxis liberadora, defender su causa y participar en su destino: esa es la verdadera opción por los pobres. Esta opción es la que explica la dimensión política de la fe, vivida en nuestra Iglesia, en sus raíces y rasgos fundamentales. No puede ser de otra manera si es que, como Jesús, se dirige a los pobres...”

Tercera parte: efectos de la persecución
en Romero y su arquidiócesis
A las consecuencias que se derivan del compromiso social y la persecución, Romero las llama, acertadamente, Historización de la fe. Romero y su arquidiócesis saltaron de lo divino a lo humano, de lo particular a lo social, de la intimidad a lo social. Su fe se hizo historia, aportó al mundo y recibió su influjo. Me veo obligado a abreviar este apartado, para no alargar excesivamente este artículo. Y he querido facilitarlo, llamándolo efectos o consecuencias de la persecución. ¿Cuáles son esos efectos? ¿Qué es lo aprendieron con la práctica?
1 “Ahora sabemos mejor lo que es el pecado”
“Pecado es aquello que dio muerte al Hijo de Dios. Pecado sigue siendo aquello que da muerte a los hijos de Dios”. El autor del pecado se daña a sí mismo y daña a otros.
2 “Sabemos mejor lo que significa encarnación”
Jesús fue verdadero hombre y se hizo solidario de todas sus hermanas en el sufrimiento, en los llantos y quejidos, en la entrega y en las alegrías. Así ha sido también nuestra Iglesia.
3 “Los pobres nos enseña dónde debe encarnarse la Iglesia”
Es preciso “evitar la falsa universalización que termina siempre en connivencia con los poderosos”. Para ello “el amor cristiano debe pasar por la imperiosa necesidad de la justicia para las mayorías y no debe rehuir la lucha honrada”.
4 “Los pobres nos enseñan qué es la esperanza cristiana”
La Iglesia predica la esperanza trascendente. Pero los pobres nos enseñan que la esperanza trascendente debe unirse con la esperanza histórica, aunque sea con hechos y signos sencillos.
5 “Nuestra fe ha crecido y se ha hecho más profunda”
(Este apartado no es textual, pero las ideas son de Romero). La encarnación en el mundo socio-político llevó a Romero y su arquidiócesis a una fe más profunda. La fe se hace más radical, cuando se inserta en medio de la vida y la muerte de su pueblo. Es la fe de la que habla Juan, cuando dice que “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. Esa fe en el Dios de la Vida nos plantea la opción más fundamental del cristiano: ¿a favor de la vida o de la muerte? Los pobres nos enseñan que no hay neutralidad posible.
En este lugar aparece un párrafo, que es una gran profesión de fe de Romero y su arquidiócesis. En nombre de Jesús queremos una vida plena y trabajamos por ella. Esa vida no se agota en la satisfacción de las necesidades primarias ni se reduce al ámbito de lo socio-político. Pero vemos con igual claridad que en nombre de Jesús sería una pura ilusión, una ironía y, en el fondo, la más profunda blasfemia, olvidar e ignorar los niveles primarios de la vida, la vida que comienza con el pan, el techo, el trabajo.

Cuarta parte: Conclusiones,
de Mons. Romero y del autor de esta síntesis

1. Conclusión de Romero: La opción por los pobres reorienta nuestra fe
En la vida eclesial de nuestra Arquidiócesis la relación entre fe y política no se ha ido descubriendo a partir de reflexiones puramente teóricas y previas a la vida eclesial, sino desde la práctica. La fe es la que impulsa en un primer momento a encarnarse. Y la encarnación concretiza los elementos fundamentales de la fe.
En lo que hemos expuesto aquí hemos delineado sólo los grandes rasgos de ese doble movimiento. Quedan por tratar muchos temas, que son objeto constante de reflexión ente nosotros. En el breve tiempo que llevo como arzobispo, han pasado ya cuatro gobiernos diferentes. También las otras fuerzas políticas han crecido y evolucionado. La Iglesia ha tenido que ir juzgando tales fuerzas desde dentro de un proceso cambiante. Pero en lugar de detallarles todos los vaivenes de la política en mi país, he preferido explicarles las raíces profundas de la actuación de la Iglesia en este mundo explosivo. Y he pretendido esclarecerles el último criterio, que es teológico e histórico. Creemos que la forma de mantener la identidad y trascendencia de la Iglesia consiste en insertarnos en el proceso socio-político de nuestro pueblo desde los pobres.
Los antiguos cristianos decían: "Gloria Dei, vivens homo", (la gloria de Dios es el ser humano que vive). Nosotros podríamos concretarlo diciendo: "Gloria Dei, vivens pauper". (La gloria de Dios es el pobre que vive). (Es decir: Dios es glorificado cuando hombres y mujeres llevan una vida digna. Dios es glorificado, cuando las empobrecidas llevan una vida digna). Creemos que desde el evangelio podemos juzgar la vida de las pobres; y desde el lado de las pobres, podemos juzgar la verdad de nuestra práctica del evangelio.
2. Conclusión del autor de este artículo
Como redactor de esta síntesis, quisiera añadir mi conclusión personal. El Salvador de hoy es diferente de lo que era en tiempo de Romero. Pero tenemos también hoy problemas serios que no hace falta nombrar. ¿Qué queremos hacer? ¿Honrar mucho a Monseñor y no seguir su línea o bien ambas cosas: seguir su línea y honrarlo mucho? Carezco de datos para emitir un juicio. Hay puntos positivos en la dirección de la arquidiócesis y de la conferencia episcopal, como estos mismos días con el problema del agua. Nos falta un laicado comprometido en el mundo sociolaboral. Ese es el gran vacío que tenemos. La posición de los presbíteros puede ser plural. Habría que ver si hay un número apreciable, que recibiría con gusto una actualización práctica de la línea pastoral de nuestro Beato. Aparte de su santidad, tan ‘jesuánica’ y tan diferente de otros santos modernos, Romero es un personaje excepcional como comunicador y profeta, como aglutinador de clero y laicos, y como impulsor de un laicado organizado socialmente, desde la vivencia de la fe. Se trata, paradójicamente, de una espiritualidad actual, anclada en el pasado: las raíces, en Jesús; los pies, en el suelo. Nuestro Beato es una potente invitación para todos nosotros en el momento presente, un nuevo kairós, una nueva oportunidad de Dios.

Patxi Loidi, Pbro.
francisco.loidi@gmail.com 74691463
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