"Sentirnos siempre en las manos de Jesús, como sucede a los discípulos en la barca" Cállate y enmudece
"Sabernos abandonar y confiar en Jesús, sobre todo, en medio de la dificultad"
"Al ponerle límites al mar, Dios no permite que lo impetuoso nos pueda causar miedo sino maravilla"
"La revelación de Dios que está con nosotros, aún en medio de la adversidad y prueba, nos hace vivir la presencia de Cristo en medio de nosotros con absoluta confianza en su espíritu que nos llena de paz"
"La revelación de Dios que está con nosotros, aún en medio de la adversidad y prueba, nos hace vivir la presencia de Cristo en medio de nosotros con absoluta confianza en su espíritu que nos llena de paz"
| Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM
Ante el temor experimentado por los discípulos de Jesús en la manifestación de la fuerte tormenta que los lleva al límite, viéndose envueltos en un gran temor para exclamar: despierta Señor que nos hundimos!
Ahí está Jesús con ellos. La certeza de que el Maestro tiene esa fuerza para hacer enmudecer al viento y al Mar, como nos recuerda la primera lectura del libro de Job y el evangelio de Marcos de este domingo XII del tiempo ordinario.
Sentirnos siempre en las manos de Jesús, como sucede a los discípulos en la barca, retirándose a descansar después de haber atendido a la multitud, y con ese deseo, no se imaginan lo que les sobreviene con la fuerte tormenta, siempre hay que estar preparados y fuertes, confiando en la palabra que nos habla, tocando nuestra existencia, iluminándola y conduciéndola.
Lo Importante es que Jesús los acompaña y, con El, tienen la garantía de que pueden despertarlo con gritos de angustia y auxilio, como ya lo hacen con Jesús los necesitados, como el ciego del camino de Jerusalén a Jericó, Bartimeo.
Jesucristo siempre debe estar al centro de nuestras vidas, como ya lo recuerda san Pablo en la segunda lectura de la carta a los Corintios: hemos muerto con Cristo , estamos llamados a vivir en El para resucitar con El.
Sabernos abandonar y confiar en Jesús, sobre todo, en medio de la dificultad.
Al ponerle límites al mar, Dios no permite que lo impetuoso nos pueda causar miedo sino maravilla. El sol, la lluvia , los vientos, el mar se manifiestan en un orden que nos hace exaltar de maravilla pero cuando estos se desatan o salen de su orden armonioso, entonces el temor y el desconcierto se apoderan de nosotros por lo majestuoso nos puede atrapar y aniquilar con su fuerza y poder, como sucedió hace meses en Acapulco México, con el huracán categoría 5. Estemos siempre alertas y preparados en Cristo.
La revelación de Dios que está con nosotros, aún en medio de la adversidad y prueba, nos hace vivir la presencia de Cristo en medio de nosotros con absoluta confianza en su espíritu que nos llena de paz.
Etiquetas