"Nuestra voluntad es la gran herramienta" Caminar en el Espíritu para Colaborar en Armonía
"En este segundo domingo del tiempo ordinario se nos invita a reconocer el don o los dones que nos han sido comunicados"
"Muchas veces buscamos la felicidad en el prevalecer sobre los demás, olvidando o descuidando nuestra propia identidad en nuestra estructura personal que nos constituye"
"Nos complicamos mucho la vida cuando no somos capaces de gestar comunión. Como bautizados, tenemos una naturaleza de comunión"
"El espíritu es pronto, esta ahí, pero nuestra voluntad es la gran herramienta de conducción para unirnos con los demás y ser cada uno un nosotros. Somos Iglesia, somos Familia y somos Sociedad"
"Nos complicamos mucho la vida cuando no somos capaces de gestar comunión. Como bautizados, tenemos una naturaleza de comunión"
"El espíritu es pronto, esta ahí, pero nuestra voluntad es la gran herramienta de conducción para unirnos con los demás y ser cada uno un nosotros. Somos Iglesia, somos Familia y somos Sociedad"
En este segundo domingo del tiempo ordinario se nos invita a reconocer el don o los dones que nos han sido comunicados.
Una de las más grandes dificultades que atravesamos, en nuestra frágil humanidad, es la fuerte tentación de ser reconocidos, aplaudidos o estar por encima de los demás, olvidando la belleza de la armonía e integración de los otros desde nuestra propia identidad.
Muchas veces buscamos la felicidad en el prevalecer sobre los demás, olvidando o descuidando nuestra propia identidad en nuestra estructura personal que nos constituye.
Muchas veces combatimos y peleamos con los demás, olvidando lo más importante: ser nosotros y dejar ser al otro con sumo respeto, promoviendo o facilitando una integración, que se revela fuerte en conjunto, con una imagen de rostro que involucra a todos y donde todos estamos incluidos, en la variedad de las personalidades e individualidades.
Nos complicamos mucho la vida cuando no somos capaces de gestar comunión. Como bautizados, tenemos una naturaleza de comunión que late en nosotros por la misma realidad de ser vida en el Espíritu de Dios.
Ciertamente debemos trabajar mucho nuestra débil humanidad, la cual nos impulsa constantemente, en su fragilidad, a buscar la competencia con la intención de estar sobre el otro o eliminarlo, en lugar de integrarlo y fortalecernos para avanzar más y mejor en todo. .
El espíritu es pronto, esta ahí, pero nuestra voluntad es la gran herramienta de conducción para unirnos con los demás y ser cada uno un nosotros. Somos Iglesia , somos Familia y somos Sociedad.
Así lo revela Jesús en el evangelio de Juan de este domingo, donde aparece María, Jesús y los discípulos como invitados a una boda. Ellos se integran a la celebración de vida festiva. Ante la dificultad vital de ese momento de no tener más vino para seguir en clima de fiesta en el amor esponsal. Ellos, María y Jesús, intervien haciendo lo que ellos pueden ayudar con la colaboración de los sirvientes disponiendo las tinajas como corresponde. Se realiza ese milagro de tener un vino exquisito, reconocido por el mismo encargado de la fiesta.
Con nuestros dones podemos ayudar a facilitar a muchos a resolver y no dificultar. Involucrarnos como parte de la vida de los demás cuando hemos sido invitados a estar ahí. Eso revela la gran fraternidad de la cual Jesús no dejara de estar insistiendo de los diferentes momentos de encuentro: con Zaqueo: este hijo de Abraham, por lo tanto, hermano de la misma raza; ámense los unos a los otros como yo los he amado; los envío de dos en dos porque así los llamó desde el principio: llamo a Simón Pedro y a su hermano Andrés.
Podemos afirmar, por lo dicho anteriormente, que el gran artífice de nuestra fraternidad es el Espíritu de Dios, que late en todos los bautizados; que nos identifica como hermanos y equivale a decir, que el Espíritu de Dios es como la sangre de los hermanos de unos mismos Padres, que está en los hermanos biológicos, y qué de manera parecida, el Espíritu de Dios está en todos los bautizados, siendo un solo Dios Padre, un solo Redentor(Jesús) y un solo dador de vida (Espíritu Santo).
De ahí que este vino, manifiesto por Jesús en las bodas de Caná, será también signo del vino tomado por Jesús en el cáliz de la última cena, para ser su sangre en todos los bautizados para seguir teniendo vida eterna y divina en Él.
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