Panel de personajes para presentar ‘Mis años con Juan Pablo II. Notas personales’(Espasa) Alessandro Gisotti: “Joaquín Navarro Valls no fue un portavoz, fue el portavoz”
Diego Contreras desveló que el que fuera director de la Sala de Prensa de la Santa Sede firmó un precontrato de un millón de euros con un editor americano, pero, al cabo de una semana se dio cuenta de que el trabajo le superaba y rescindió el contrato
Méndez de Vigo alaba "la actitud y el carácter de Navarro-Valls, una persona positiva, bienhumorada y que no habla mal de nadie”
Para Gisotti, el libro de Navarro-Valls es “un precioso manual de comunicación institucional”, que retrata a “un gran comunicador”, que “decía lo que pensaba” y “lo hacía con estilo, con elegancia, pero también con firmeza y determinación”
Según Rafael Navarro-Valls, “a Joaquín le fascinaba, sobre todo, el lado humano de Juan Pablo II, su valentía, su coraje y su armonía de espíritu”
Para Gisotti, el libro de Navarro-Valls es “un precioso manual de comunicación institucional”, que retrata a “un gran comunicador”, que “decía lo que pensaba” y “lo hacía con estilo, con elegancia, pero también con firmeza y determinación”
Según Rafael Navarro-Valls, “a Joaquín le fascinaba, sobre todo, el lado humano de Juan Pablo II, su valentía, su coraje y su armonía de espíritu”
Es evidente que ha marcado una época al frente de la portavocía de la Santa Sede. Lo señalan tirios y troyanos. “Joaquín Navarro Valls no fue un portavoz, fue el portavoz”, reconocía ayer el subdirector editorial de los Medios Vaticanos, Alessandro Gisotti, en la presentación de ‘Mis años con Juan Pablo II. Notas personales’ (Espasa).
A su lado, un panel de copresentadores, encabezados por su hermano, Rafael Navarro-Valls, Iñigo Méndez de Vigo, Jesús Trillo, Diego Contreras y Fernando Lostao director de la Fundación Ángel Herrera y moderador del evento. En primera fila de un salón de actos del CEU casi lleno, el cardenal Rouco Varela, el Nuncio de Su Santidad, Bernardito Auza, el ex ministro del PP Manuel Pizarro o el obispo emérito del Callao, monseñor del Palacio.
Tras la presentación del panel, abrió el fuego el editor de la obra, el profesor Diego Contreras que, al tratar de responder a la pregunta de por qué se publica ahora y no antes, desveló que el que fuera director de la Sala de Prensa de la Santa Sede firmó un precontrato de un millón de euros con un editor americano, pero, al cabo de una semana se dio cuenta de que el trabajo le superaba y rescindió el contrato.
En el fondo, según Contreras, el libro se publica ahora, porque Joaquín Navarro-Valls “no quería que el libro se publicase en vida”.
A continuación, intervino en la puesta de largo de la obra, el ex ministro de Educación y ex portavoz del Gobierno de Rajoy, Iñigo Méndez de Vigo, que trató de contestar a la pregunta de por qué Joaquín Navarro-Valls fue nombrado portavoz de la Santa Sede. A su juicio, por tres razones. La primera, porque Juan Pablo II “admiraba su inteligencia”. Y eso que lo primero que le dice al Papa Wojtyla es que “hay que hacer una revolución en la comunicación del Vaticano”. A pesar de eso, el Papa lo eligió para el cargo.
La segunda razón, porque “entre ambos hay comunión de ideas”. Los dos tienen la misma visión y, además, Joaquín, pone una condición: “Tengo que tener acceso al Santo Padre”.
La tercera razón es, para el ex ministro, la “actitud y el carácter de Navarro-Valls, una persona positiva, bienhumorada y que no habla mal de nadie”. Por eso, el libro es “interesante” y “esencial para entender al Papa polaco”, porque “rezuma esa relación personal” entre el Papa y su portavoz y, además, el libro no cuenta chismes: “Quien busque un solo chisme que no compre este libro, aunque ahora los chismes estén de moda”.
El ex ministro terminó su intervención, haciendo alusión a un apelativo cariñoso con el que le ‘bautizamos’ como “una especie de Paul Newman a lo divino”. En efecto, en las páginas de El Mundo escribíamos en 2006, cuando dejó la portavocía:
“Sus tablas periodísticas, y gran 'charme', su capacidad de seducción y su exquisito saber estar le han granjeado numerosas amistades en la curia. Los que le conocen bien dicen de él que es 'una especie de Paul Newman a lo divino, que camela en las distancias cortas'. Culto, refinado, conversador brillante y conocedor de varios idiomas, le chiflan los pañuelos de seda, el tenis y la música clásica. También le gustan la pesca submarina y pasear. Está loco con sus dos perros, de los que dice haber aprendido "lealtad", y se divierte leyendo biografías y filosofía".
Por su parte, Jesús Trillo-Figueroa, abogado del Estado y miembro del Consejo de Honor del Instituto Karol Wojtyla-Juan Pablo II, que llamaba Kiko al autor por ser amigos y del mismo pueblo, asegura que el libro “expresa de maravilla el pensamiento de un Papa que no era nada fácil de traducir”. A su juicio, “el Papa era el sol y Kiko brillaba como una luciérnaga en la noche”.
Y el abogado terminó contando una anécdota de Kiko con el Papa Wojtyla: El Papa estaba rezando y Kiko lo estaba observando. Rezaba con tal intensidad y durante tanto tiempo que, en un momento dado, Kiko se levantó, se acercó al Papa y le dio dos besos. Y Juan Pablo II, mirándole agradecido, le dijo: “Gracias, hijo, necesitaba esto”.
El plato fuerte de la presentación estaba reservado para el final, con las intervenciones del subdirector editorial de los Medios Vaticanos, Alessandro Gisotti, y Rafael Navarro-Valls, hermano del autor de la obra.
Gisotti, que, coincidió con Navarro-Valls desde el año 200, cuando comenzó a trabajar en Radio Vaticano, recordó “con emoción las primeras veces que hablé con él, su amabilidad y disponibilidad para responder incluso a mí que era ‘el último en llegar’”. Además, cuando Gisotti era portavoz de la Santa Sede, consiguió poner el nombre de ‘Joaquín Navarro-Valls’ a la sala donde trabajan los periodistas acreditados.
El periodista del Vaticano comenzó diciendo que el texto presentado es “bello, interesante y útil”. Entre otras cosas, porque, a su juicio, el principal legado del psiquiatra y periodista español fue “defender que la comunicación es fundamental en el mundo de hoy y, por consiguiente, en la Iglesia y en la Santa Sede”.
El libro “permite también ver de cerca a Juan Pablo II, al que amaba como un padre”, además de “ofrecer una mirada entre bastidores sobre otras grandes personalidades de la Iglesia y sobre los grandes acontecimientos del siglo XX”.
Junto a esa ‘gran historia’, el libro aporta, asimismo, según Gisotti, “la historia humana de Karol Wojtyla, “un hombre al que amaba y admiraba intensamente”. Tanto que llegó a confesar el privilegio que había supuesto para él “ver de cerca a un hombre santo”.
Pero, además, para Gisotti, el libro de Navarro-Valls es “un precioso manual de comunicación institucional”, que retrata a “un gran comunicador”, que “decía lo que pensaba” y “lo hacía con estilo, con elegancia, pero también con firmeza y determinación”.
“Otra lección de estas Memorias: es nuestra tarea como comunicadores explicar y ayudar a quienes tienen que tomar decisiones a no tener miedo a los nuevos medios”, añadió Gisotti. Y reconoció que lo que más le impactó en las memorias de Navarro-Valls “son aquellas en las que el portavoz admite sus errores” y, quizás por eso, “respetaba a sus colegas y ellos le respetaban”.
Gisotti conserva en su mesa de trabajo un premio que le habían concedido a Navarro-Valls, que representa un remo, porque “hacer buena comunicación es como remar: cuesta esfuerzo, fatiga, y a veces hay que hacerlo contra corriente, pero sólo así podremos avanzar y alcanzar nuestra meta”.
El broche de oro lo puso, como era lógico, el autor del epílogo, Rafael Navarro-Valls, que definió a su hermano como “una persona de mucha inteligencia, pero también de mucho corazón”. Por eso, precisamente, “el libro es sobre Juan Pablo II, no sobre Joaquín, que se queda escondido detrás de las experiencias y anécdotas vividas con el Papa”.
A su juicio, el libro aborda los tres frentes fundamentales del pontificado del Papa Wojtyla: “en el primer mundo, la batalla contra la secularización, la protección de los derechos humanos, colaborando con el crac comunista y la lucha contra la pobreza en el tercer mundo”.
Tras recordar que “el periodismo es el primer borrador de la Historia”, Rafael subraya la cercanía de su hermano con el Papa: “Hay una amistad filial de Joaquín con el Papa, al que éste corresponde de forma paternal”.
Según Rafael, “a Joaquín le fascinaba, sobre todo, el lado humano de Juan Pablo II, su valentía, su coraje y su armonía de espíritu”.
Texto íntegro de la intervención de Alessandro Gisotti
Buenas tardes,
es para mí un gran honor estar hoy aquí, entre ustedes, en Madrid, en la Universidad CEU de San Pablo, para compartir la presentación de las Memorias de Joaquín Navarro-Valls, el Director Navarro-Valls, en una palabra el Portavoz. Empecé a trabajar en la comunicación de la Santa Sede en el año 2000, en Radio Vaticano. Recuerdo con emoción las primeras veces que hablé con él. Recuerdo su amabilidad y disponibilidad para responder incluso a mí que era "el último en llegar". Luego, cuando terminó su mandato en la Oficina de Prensa, dejando la dirección a otro gran comunicador -al que considero mi maestro, el padre Federico Lombardi-, nuestra relación continuó a través de muchas entrevistas que siempre me concedió con gusto y sencillez. Diálogos sobre Juan Pablo II, por supuesto, pero también sobre la Madre Teresa y sobre conmemoraciones de especial valor, como el veinticinco aniversario de la caída del Muro de Berlín.
Puedo decir, luego de muchas conversaciones que he mantenido a lo largo de los años, que quienes han tenido el privilegio de conocer y colaborar con el direttore se han enriquecido humanamente y profesionalmente. Por eso, cuando el profesor Marc Carroggio, amigo común de Navarro-Valls, me informó de que se estaba trabajando en la recopilación y publicación de sus Memorias, me alegré mucho y esperaba con impaciencia que sean publicadas. Este día ha llegado por fin. La espera se ha visto recompensada porque este volumen que hoy se presenta es realmente un texto no sólo bello, sino también importante y -sobre todo- útil. Por ello agradezco en primer lugar a Planeta Editorial, a los profesores de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de la Santa Croce del Opus Dei dirigidos por Diego Contreras que han editado esta obra de gran valor. Y doy las gracias, de todo corazón, a Rafael Navarro-Valls.
Fue precisamente el 24 de mayo de hace cuatro años, como director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, cuando quise dar el nombre de Joaquín Navarro-Valls a la sala de trabajo de los periodistas asiduos de la Oficina de Prensa. Fue una tarde inolvidable que vivimos con Don Rafael, con el padre Lombardi, con el padre Ciro Benedettini, vice director de Navarro-Valls durante tantos años, y con muchos colegas, y colaboradores y amigos del Portavoz. En mi última declaración como director de la Oficina de Prensa, agradeciendo al Santo Padre el gran honor que me había concedido con ese cargo, he querido recordar aquel acontecimiento de mayo de 2019.
Dar el nombre de Navarro-Valls -que también había sido presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia- a la sala donde los periodistas acreditados trabajan cada día informando sobre el Vaticano, dije, es "un signo para subrayar que, en la Iglesia y en la Santa Sede, la información cuenta y debe contar siempre más". Este es ciertamente, el legado más importante y duradero -en mi opinión- que nos ha dejado el direttore Navarro: la comunicación es fundamental en el mundo de hoy y esto vale también para la Iglesia y la Santa Sede.
Este mensaje está también presente en el corazón de estas Memorias que presentamos aquí esta noche. Un libro que, a pesar de su volumen, se lee fluidamente y de manera apasionante gracias a la escritura viva y brillante del periodista Navarro-Valls.
Ciertamente, estas Memorias nos permiten ver de cerca a Juan Pablo II, el Papa al que el director amaba "como a un padre". Pero no sólo vemos a Karol Wojtyla en una dimensión íntima y personal. El autor comparte también sus reflexiones sobre otras grandes personalidades de la Iglesia que pudo conocer, como la Madre Teresa de Calcuta, Joseph Ratzinger, los cardenales Casaroli y Tauran. No menos interesantes son las consideraciones sobre las grandes figuras de la historia que El Portavoz conoció en aquellos años, de Reagan a Gorbachov, de Havel a Fidel Castro. Por lo tanto, si este libro se centra desde el título en el Papa polaco, también tiene un valor historiográfico porque nos ofrece una mirada entre bastidores de los grandes acontecimientos del siglo XX, como la visita de Gorbachov al Vaticano, el viaje de Juan Pablo II a Cuba, las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y muchos otros acontecimientos que marcaron el largo pontificado del Papa peregrino.
Junto a la "gran historia" que encontramos en estas páginas anotadas con precisión e inteligencia, está también la historia humana de Karol Wojtyla que emerge con fuerza sobre todo en las vacaciones pasadas en la montaña -las páginas más alegres, acompañadas también de numerosas y hermosas fotos, muchas tomadas por el propio director- y en las anotaciones sobre la enfermedad del Papa -las páginas más dramáticas, donde casi podemos experimentar, sentir el dolor de Navarro-Valls por el debilitamiento progresivo de un hombre al que amaba y admiraba inmensamente-. Es hermoso lo que escribe El Portavoz en su última anotación -el 11 de julio de 2006- cuando concluye su encargo en la Oficina de Prensa. Navarro-Valls reconoce que fue un "privilegiado" por la oportunidad de trabajar con acceso directo al Pontífice, pero sobre todo que fue un privilegiado porque ha podido ver "de cerca a un hombre santo".
Este testimonio de santidad se desarrolla a lo largo del libro y aflora especialmente en las notas sobre los últimos años de su pontificado, aquellos terriblemente marcados por la enfermedad y deterioro físicos. El mismo Navarro-Valls también vivió su enfermedad con gran fe y total abandono en el Señor. Todavía recuerdo que con Greg Burke, otro director de la Oficina de Prensa, en el funeral de Joaquín Navarro-Valls en Roma en julio de 2017, nos impresionó mucho -como creo que a todos los presentes- el testimonio ofrecido por el médico que le había seguido en los últimos meses de vida en el Campus Bio Medico de Roma. "¿Cree que será posible donar mis órganos?", le preguntó un día. Navarro "sabía que podía morir pronto y sus pensamientos eran para los demás".
El libro, y esto es muy importante para todos los que de distintas maneras nos ocupamos de la información, se presenta también como un precioso 'manual de comunicación institucional' que será útil a estudiantes, responsables de comunicación y a todos aquellos que quieran conocer los 'bastidores' del trabajo de un gran comunicador. Todos los que conocieron a Joaquín Navarro-Valls saben que era un hombre que decía lo que pensaba y todo el mundo entendía cuando algo no le convencía. Lo hacía con su estilo, con elegancia, pero sin duda también con firmeza y determinación. Y lo vemos también en estas "notas personales" en las que no deja de escribir lo que piensa sobre lo que no funciona en la comunicación vaticana. Aunque han pasado algunos años desde estas notas suyas, puedo asegurar que siguen siendo actuales y creo que pueden ayudar a hacer mejor las cosas a quienes, como yo, están llamados en estos años a cumplir funciones de responsabilidad en la comunicación vaticana.
Por supuesto, Navarro no se enfrentó a la revolución de las redes sociales, que es la gran novedad en comunicación de los últimos 10-15 años, pero ya entonces comprendió el valor de Internet en particular para la comunicación. Fue él quien impulsó el nacimiento del sitio web Vatican.va. Una iniciativa que fue apoyada por Juan Pablo II, que al igual que Navarro comprendió su potencialidad para la evangelización, pero que no todos en la Curia Romana entendieron. Otra lección de estas Memorias: es nuestra tarea como comunicadores explicar y ayudar a quienes tienen que tomar decisiones a no tener miedo a los nuevos medios. Concluyo esta intervención, confiándoles que las notas que más me han impactado de estas Memorias son aquellas en las que el portavoz admite sus errores. "He hablado demasiado y mal", escribe en una ocasión, a propósito de la enfermedad de Juan Pablo II. Es una demostración de humildad y de conciencia de la tarea de gran responsabilidad que desempeñaba.
El director Navarro-Valls comprendía bien las necesidades de sus colegas periodistas. Él era uno de ellos. Y siempre entre ellos. Estaba siempre a gusto con sus colegas, no les temía porque conocía su trabajo, su labor. Les respetaba y ellos le respetaban. Un gran amigo del direttore, el periodista español Juan Vicente Boo, en los últimos días de mi mandato me obsequió el "Premio Boffenigo" de periodismo que le habían concedido a Navarro-Valls en 2005. Un gran regalo para mí. El premio representa un remo y desde hace cuatro años ocupa un lugar especial en mi mesa de trabajo y me acompaña. Ese remo nos recuerda, como ha testimoniado Joaquín Navarro-Valls a lo largo de su vida profesional, que hacer buena comunicación es como remar: cuesta esfuerzo, fatiga, y a veces hay que hacerlo contra corriente, pero sólo así podremos avanzar y alcanzar nuestra meta.
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