Adriana Gulotta y la Comunidad de Sant'Egidio '¡A la Escuela de la Paz! Educar a los niños en un mundo global'

(Antonio Aradillas).- En la portada de uno de los penúltimos libros editado por "San Pablo", con el título "¡A la Escuela de la Paz!", se dan cita bibliográficamente atractiva, una serie de términos que contribuirán a hacer la lectura del texto poco menos que indispensable. "Escuela", "paz","educar", "niños", "mundo globalizado", "comunidad", "san Egidio"... configuran y aportan elementos básicos que suscitan interés por iniciar cuanto antes el docto peregrinaje por sus 282 páginas, acompañados de las tristes y sugeridoras sonrisas de los niños de diversos Continentes y razas.

Su coordinadora, a nivel internacional, es Adriana Gulotta, profesora de Literatura, comprometida desde hace un puñado de años con la Comunidad de san Egidio, y con los grupos de escolarización e integración, prevención, abandono y tráfico de menores. La publicación responde fundamentalmente a los 50 años de la fundación de esta Comunidad.

"La experiencia de las Escuelas de la Paz de la Comunidad de san Egidio, presentes en más de 70 países, su novedoso método educativo y su incansable acción, ayudan a fomentar la cultura del diálogo y del encuentro. Una herramienta que puede ser muy útil para padres, maestros y educadores, porque aprender a vivir juntos y educar en la paz, es un proceso largo y exigente, pero sin duda representa una gran inversión de futuro".

Andrea Riccardi, prologuista del volumen, destaca con autoridad, ya desde las primeras líneas de su presentación, que "el viaje de este libro se hace alrededor de los niños, de su mundo, de la calidad de su vida, y de la liberación de su marginación. Su mirada tiene un lugar primordial en las páginas y esta -la mirada- es muy particular, muy sensible, pero que se tiene muy poco en cuenta".

Todo el texto está escrito con las aportaciones de los niños de las citadas Escuelas de la Paz de todo el mundo, con sus correspondientes y, en ocasiones, escalofriantes, dibujos. Experiencias y datos, convenientemente constatados, les imprimen a los lectores un ritmo apresurado, pero lento, y doloroso a la vez, educador por excelencia, propios y exclusivos del descubrimiento y vivencia del mundo globalizado en el que vivimos, y viviremos, aún más, y en mayor e inexcusable proporción.

¡Que san Egidio y sus colaboradores, nos echen una, o sus dos, manos, en la apasionante tarea de educar-reeducar a niños y a mayores, en los tiempos tan "recios" en los que nos encontramos!

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'Escuela de la Paz' de Sant'Egidio en Managua