"Quizás hayamos visto el pecado de los divorciados, pero no su arrepentimiento" Marcello Semeraro: "En Amoris laetitia, el Papa no habla de categorías, sino de personas"
(Cameron Doody).- Alta cocina la noche de este lunes en la Universidad Comillas de Madrid. Menú al cargo del cual fue el secretario del C9, monseñor Marcello Semeraro, y en el que el ingrediente estrella -expuesto en toda su exquisitez y finura- fue la realidad del amor familiar recogido por el Papa Francisco en la exhortación apostólica Amoris laetitia.
Julio L. Martínez, rector de la universidad jesuita, y los cardenales Sistach y Osoro actuaron en esta ocasión como camareros del apetitoso convite que es "La alegría del amor", escrito que la Romana Editorial presentó en esta ocasión en una nueva edición con una introducción del monseñor Semeraro, el coordinador del grupo de cardenales asesores del Papa y a la vez obispo de Albano.
El consenso que surgió de estas tres introducciones fue que aunque Amoris laetitia nos descubre algo de tal realidad divina como es el amor incondicional de Dios para todos y cada uno, se deja entrever a la vez un sabor familiar y reconfortante que nos hace disfrutarla aún más. Sea el gusto que uno saborea en Amoris laetitia su "realismo de lo concreto", como dijo Martínez, su acercamiento a las familias reales, donde puso el acento Sistach, o su realce en la paciencia del amor verdadero, como destacó Osoro, todos pueden coincidir en que el documento sale, y se sale, de la fuente del amor divino.
Tanto énfasis en las metáforas culinarias viene a cuento porque, como nos recordó Semeraro, la imagen del banquete nupcial a la que el Papa alude en el número 231 del documento resulta una guía provechosa con la cual leer el resto del escrito.
También tenemos, como nos trajo a la memoria, la mención que hace Francisco de la película El festín de Babette, en el número 129. "Es dulce y reconfortante la alegría de provocar deleite en los demás, de verlos disfrutar" escribe el Papa, pero más allá del amor fraterno -objeto inmediato de su comentario aquí- también se podría decir que este gozo vicario, "del amante que se complace en el bien del ser amado", resume perfectamente al amor papal por la Iglesia que dio origen a los procesos sinodales que subyacen al escrito.
"Comprender, perdonar, acompañar, esperar, integrar". Todo este resumen de Semeraro de la propuesta de Amoris laetitia para la Iglesia está al servicio de animar a los católicos más frágiles, heridos por los tropiezos de la vida real, a que retornen hacia la luz del Bien, por muy pequeños que sean sus avances. "Un pequeño paso hacia el bien puede ser más agradable para Dios que toda una vida entera", aseveró en este sentido.
El discernimiento pastoral que recomienda la exhortación apostólica y del que tanto se ha opinado lo definió el obispo de Albano como el énfasis del magisterio de siempre en las personas, por encima de todo, y no en las "categorías" a las que pertenezcan. Y he aquí la particular aportación que hace Semeraro en su introducción: con la mirada ya puesta en los individuos, es imposible saber de antemano el estado del alma de cada cual considerando solo la situación matrimonial, sea "irregular" o no, en la que se encuentre, y por tanto su idoneidad como para beneficiarse de los sacramentos.
"Quizás hayamos visto el pecado, pero no el arrepentimiento": este principio que nos suena tan novedoso hoy día, dijo Semeraro, resulta ser tan antiguo como los Padres del Desierto. "Como el mal es más amplio que el pecado, así el pecado es más amplio que la culpa": Santo Tomás Aquino también refrenda la lógica de la misericordia pastoral franciscana, a juicio del prelado. Lógica del Buen Pastor que motiva al Papa Francisco como la motivó a Jesucristo: todo se hace "para que ninguno se pierda".