El cardenal presenta "Mucho más que dos" (Sal Terrae), que recomienda a nuevos obispos Osoro: "La mirada de "Amoris laetitia" es la mirada de Dios a su pueblo exiliado"
(Cameron Doody).- Mesa de altura en Madrid para la presentación del libro de Pablo Guerrero, sj, Mucho más que dos. Acercamiento pastoral a la pareja y la familia, editado por Sal Terrae. Volumen prologado por el cardenal de Madrid, Carlos Osoro, quien lo recomendó a los nuevos obispos de todo el mundo.
El primero de la mesa en intervenir -Rufino Meana, sj, profesor de psicología de la Universidad Pontificia de Comillas- quiso ubicar el libro de Guerrero en tres ejes: el de la sociedad actual de individualismo, el de la realidad compleja que vivimos, y el de la necesidad que tiene la Iglesia -ante estos dos primeros retos- de ser una Iglesia compasiva, tarea para el que el discernimiento se torna en requisito imprescindible.
Guerrero -subrayó su compañero Meana- no hace más en su volumen que buscar que la Iglesia se acomode en la sociedad, tal y como ha hecho una y otra vez a lo largo de su historia. Y eso para asegurarse de que su mensaje llegue a las diferentes culturas entre las que se encuentra viviendo.
La clave de Mucho más que dos, así pues y según Meana, es su consideración pausada de los diferentes aspectos de la vida humana que consigue poner la énfasis en la "inherente relacionalidad" del ser humano, a la vez que evita las simplificaciones, particularismos relativistas y pensamientos fáciles que son la base de los fundamentalismos. Esto es, en el hecho de que "no es bueno que esté solo".
El libro, por todo ello, es, como lo calificó Meana, "un compromiso existencial que brota de una conciencia auténtica". Es una "muy valiosa aportación" a la tarea de mirar a las personas como Dios las mira, desde una mirada de ternura, misericordia y amor, y una herramienta muy útil "para que los fieles sean colaboradores de Jesucristo en la hora de la redención".
Tras Meana, tuvo la palabra Isabel García-Gallo, una madre de seis hijos y hasta bisabuela, quien quiso comentar los aspectos de Mucho más que dos que más le han sido de ayuda en su trabajo como orientadora familiar. "El libro no habla en abstracto: acude a vivencias", afirmó García-Gallo, con lo que "las familias sentirán que Pablo las entiende".
En particular, prosiguió, a esa miembro de la comunidad de matrimonios de Nuestra Señora del Recuerdo le ha parecido útil el afán de Guerrero en su texto de "cambiar el discurso dominante pesimista" sobre el matrimonio en la Iglesia. Esto es, ese que hace hincapié solo en los problemas a los que las familias se afrontan, como la separación y el divorcio. Asimismo, señaló García-Gallo, le ha gratificado el mensaje del autor de que no hay que identificar la familia cristiana como la familia católica de los años 50. Más allá de cualquier modelo tradicional, precisó, hay otras maneras con las que las familias pueden apoyarse en su fe en Dios.
Por su parte, el cardenal Osoro concentró su reflexión sobre Mucho más que dos en cuatro áreas: en el horizonte desde el que su autor lo escribe, la mirada que asume para hacerlo, y las tareas y la misión que le propone al lector.
El volumen, dijo el purpurado, "nos ayuda a estar lúcidos y a mantener la esperanza". Aportación no insignificante en el panorama actual, en el que "desanimados hay muchos". Guerrero se propone la misma tarea que se propone la Iglesia, continuó: "Quiere salir al encuentro de las familias y las personas tal y como están, no como nos gustaría que estuvieran". Hay tanto que gustar en Mucho más que dos que el cardenal hasta lo recomendó a algunos nuevos obispos en los "cursos de orientación" para nuevos prelados organizados en Roma cada año.
La mirada del autor, ya por otra parte, es nada menos que la misma que la de Amoris laetitia: "la mirada de Dios a su pueblo exiliado", dijo Osoro. La del Señor del Éxodo, matizó: el que dice, "he visto la opresión de mi pueblo y he bajado para ayudarlo". El Dios que nos atiende y que nos cuida desde nuestra fragilidad como personas es el ejemplo que toma Guerrero para el suyo en su escrito.
"Para el ser humano es importante el lugar donde le reconocen, no los no-lugares", explicó Osoro, queriendo decir con eso que el trabajo que nos propone Amoris laetitia es el de hacer que las familias, y la Iglesia en general, se conviertan en estos lugares de intimidad y confianza. "Hagamos de la Iglesia una Iglesia doméstica", comentó en esta línea el arzobispo de Madrid.
Intervino por último en la presentación del libro el autor del mismo, con palabras de profundo agradecimiento a todos los que participaron en las muchas "conversaciones, comidas y cenas" con las que se fraguó este volumen. "El acompañamiento de familias lo he sentido como una vocación dentro de mi vocación", afirmó el autor,
"Cuando se lee como el samaritano" -eso es, desde la parábola que se ha convertido en la clave del papado de Francisco- "Amoris laetitia es un canto a la belleza de la familia", dijo Guerrero. "Es evangelio en estado puro". Como tal nos lanza la siguiente pregunta, central a la "revolución franciscana": "¿Qué va a ocurrir si parezco -o si la Iglesia parece- un poco más a Jesús?"
Como el samaritano, la Iglesia está llamada a "fortalecer el amor y a sanar heridas" en todo a lo que la familia se refiere, mirándola con "ojos nuevos". No solo eso, de hecho, sino que otro reto es el de "prestar atención a la diversidad" en la que el fenómeno de la familia se da y "encontrar caminos nuevos" para atenderla.
Al final, dijo el autor, todo es cuestión de "prestar atención al sentido común del pueblo de Dios, que es sabio". Eso entraña "conmoverse a la vista de la desgracia humana" y no juzgar desde categorías, sino mirar fijadamente en las personas. Y aunque acometer el proceso de discernimiento y acompañamiento de las familias al que Amoris laetitia llama a la Iglesia puede ser "meterse en un jardín", es una tarea que merece la pena, y mucho, ya que en ese jardín "está habitado por hijos y hijas de Dios que han sido maltratados por la Iglesia". Que toda persona se sienta en la Iglesia como en casa, recalcó Guerrero: ese es el reto de la pastoral en la edad de Francisco.