La novela de Jesús Bastante alcanza, en un mes, su segunda edición Santiago está, y estará, en 'el Fin del Mundo'
El fin del mundo –'Finis Terrae'- ya no es lo que era. Y no lo es precisamente desde la primera, mágica y misteriosa visita que a sus acantilados hiciera Santiago, Apóstol
El amigo Jesús Bastante, en su novela 'Santiago en el fin del mundo. El primer camino del Apóstol', con originalidad, bien documentado, contribuye a dejar las cosas claras, en su sitio y con el evangelio en la mano
Su lectura, con la ayuda explícita de la Virgen María y el recuerdo activo de Diego -Santiago- el hijo del autor, es una delicia, por su contenido, lenguaje, trama, diálogos y documentación
Como extremeño, me complace reconocer que el amigo Jesús haya hecho recorrer el primero y el último –'post mortem'- peregrinaje del Apóstol, por la Ruta de la Plata
Santiago en el fin del mundo, segunda edición
Su lectura, con la ayuda explícita de la Virgen María y el recuerdo activo de Diego -Santiago- el hijo del autor, es una delicia, por su contenido, lenguaje, trama, diálogos y documentación
Como extremeño, me complace reconocer que el amigo Jesús haya hecho recorrer el primero y el último –'post mortem'- peregrinaje del Apóstol, por la Ruta de la Plata
Santiago en el fin del mundo, segunda edición
Santiago en el fin del mundo, segunda edición
El fin del mundo –“Finis Terrae”- ya no es lo que era. Y no lo es precisamente desde la primera, mágica y misteriosa visita que a sus acantilados hiciera Santiago, Apóstol, hermano de Juan, e hijo del Zebedeo, avecindado a orillas del “Mar” de Galilea, hablando a barlovento y con seriedad geográfica, del lago o lagunilla, de Tiberíades. Lo del “Finis Terrae, con su infinita grandeza de “Mare Tenebrosum” de los mapas romanos, y aún prerromanos, era y es, otra cosa. Eso sí que era un mar-océano de verdad, aunque sin descubrir, y sin que apenas si entonces se pudiera soñar en su inmensidad…
El amigo Jesús Bastante, en su novela 'Santiago en el fin del mundo. El primer camino del Apóstol', con originalidad, bien documentado histórica, periodística y geográficamente, contribuye a dejar las cosas bien claras, en su sitio y además con el evangelio – que no la religión oficial u oficiosa- en la mano, siguiendo los caminos constelados de estrellas, a ejemplo de quien se había definido a sí mismo como “Camino, Verdad y Vida”. En definitiva, como “peregrino”, palabra que `procede de “per agrum” -por el campo-, dado que “se hace camino al andar”, y porque quienes se dirigían a Roma habrían de llamarse , y se llaman, “romeros”.
Una buena novela la de Jesús Bastante, editada por “La Esfera de los Libros”, con sus 404 páginas, bien confeccionada, de fácil y ágil lectura, tanto por el estilo periodístico que caracteriza a este buen profesional de los medios, referencia entre los “informadores religiosos” y más, re-criado en la escuela de Religión Digital, con todas sus ventajas y buenos amigos y, no infrecuentemente con algún que otro intitulado “comentarista”, que más que hacer uso de palabras, no pasan de pronunciar y pronunciarse a sí mismos, como mercachifles de “palabros”, indulgenciados algunos de ellos.
Yo, también recorredor de caminos, destaco en la novela histórica de Jesús Bastante, entre otras cosas, su conocimiento y clara expresión del mensaje evangélico, además “franciscanamente” interpretado, encarnado en Santiago y en sus discípulos y seguidores por tierras hispanas. Subrayo el amor y la veneración que manifiesta tener para con la naturaleza, el sentido de la verdadera peregrinación con sus sacrificios y desasimientos, con sus ortos y correspondientes puestas de sol, su soledad y su compañía y con la certera esperanza de que su meta y destino se escriben con las mismas letras que las de “Compostela” o “campo de estrellas”.
Si “la historia se escribe con el propósito de narrar, no de ser verdad”, tal y como filosofara el calagurritano universal Quintiliano, la vida, todas las vidas, son una novela. Si a esta vida se les adscriben rasgos cristianos, se le llama “parábola”, tal y como aconteció y acontece con los evangelios y, por supuesto, con las narraciones de los episodios del Apóstol Santiago recorriendo los caminos que habrán de ser bautizados y conocidos con su propio nombre.
La lectura de estos, elaborada y recorrida por el amigo Jesús, con la ayuda explícita de la Virgen María y el recuerdo activo de Diego -Santiago- el hijo del autor, es una delicia, por su contenido, el lenguaje empleado , la trama de los episodios, los diálogos, e insisto otra vez, por la documentación de la que se ha servido el autor.
Como extremeño, me complace reconocer que el amigo Jesús haya hecho recorrer el primero y el último – “post mortem”- peregrinaje del Apóstol, por la Ruta de la Plata –“Ab Emérita ad Astúricam” -Mérida y Astorga-, que posteriormente también habría de denominarse “El Camino Mozárabe”.
Mérida, capital de la Lusitania, es, por situación e historia, muy santiaguista. Se refiere que lo es tanto o más que la misma ciudad compostelana, dado que es fama que los restos del Apóstol, que habría de ser “Patrono de España” reposaron en la iglesia emeritense dedicada a él. De todas formas, y por algo sería, el mismo obispo Gelmírez, que lo fuera de Santiago, alcanzó el título y tratamiento canónico de Arzobispo, habiéndosele traspasado el de “Emérita Augusta”, al “musulmanizarse” y ser suprimida.
Gonzalo Torrente Ballester, tal y como recuerda el amigo Jesús, hizo recitar al Apóstol estas testamentarias palabras: . “Quiero que mi cuerpo repose en el finde las tierras, allí donde resuena el rumor del sol cuando se hunde en las aguas, en un lugar donde mi alma se durmió, de pura delicia contemplativa colmada en la paz del Señor. Buscad ese lugar: el Señor os ayudará a encontrarlo”.
Y este ha sido y es el propósito y ministerio literario del autor de 'Santiago en el fin del mundo'.`¡Felicidades, amigo!
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