Vicente Niño Ortí (ilustraciones de Inés Burgos), en Laude Santo Domingo de Guzmán nos cuenta su vida
Para nadie es un secreto, que los Años Cristianos, el Santoral y las “vidas de santos” que nos son ofrecidas para mantener y desarrollar la fe, precisan con santa e inexcusable urgencia, un buen repaso de reforma y renovación, en consonancia con las exigencias de los nuevos tiempos y con la cultura
Santo Domingo de Guzmán nos cuenta su vida
Diríase que ha sido el propio santo Domingo de Guzmán, en persona, quien ha decidido valerse de la colaboración de Vicente Niño Ortí, de su propia OP., para dejarnos clara y veraz constancia de su “vida y milagros”. En esta tarea le ha ayudado Inés Burgos, con la aportación de unas ilustraciones sencillas, humildes y sinceras, es decir, otras tantas fotocopias de los santos evangelios. La editorial encargada de hacernos presente este regalado bibliográfico, con sus 160 páginas, es la “Fundación Edelvives”, en su colección “Vida de santos”.
En la contraportada del libro se extracta su contenido con estas palabras: “Santo Domingo de Guzmán fue un hombre emprendedor y un predicador infatigable. Fue un hombre sendillo con una profunda vida interior, y muy compasivo. Su ardiente deseo de que la luz de Cristo brillara parta todas las personas, su compasión por un mundo sufriente y su celo en servir a una Iglesia que ensanchara su tienda hasta alcanzar al mundo, le llevó a fundar y organizar la Orden de Predicadores”.
Libros como este, por su idea, concepción, contenido y realización, son hoy indispensables en la educación de la fe y reclaman meritoriamente larga retahíla de “cum laude”. Y es que, para nadie es un secreto, que los Años Cristianos, el Santoral y las “vidas de santos” que nos son ofrecidas para mantener y desarrollar la fe, precisan con santa e inexcusable urgencia, un buen repaso de reforma y renovación, en consonancia con las exigencias de los nuevos tiempos y con la cultura.
A los “ejemplos de vida”, que protagonizan la mayoría de las “vidas de santos” de los que se nutre la piedad religiosa, le sobran “milagros” y milagrerías, que hasta llegaron a inspirar los propios textos oficiales de la sagrada Liturgia. No pocos de los hechos que les son atribuidos, al igual de las características en las que ejercieron su condición de cristianos/as, con mención también para sus muertes respectivas, no resisten la más mínima confianza y respeto. Recabar una vez más la necesidad de revisión que demandan este tipo de libros, es un deber proclamador de la fe.
El libro de la vida de santo Domingo es una delicia. Cualquiera de sus capítulos, con sus benditas ilustraciones, atrae y convence., proporcionándonos, entre otras, la sorpresa de cómo es posible que en tan solo los 51 años de vida del nacido en la torre-castillo de la burgalesa Caleruega, de la noble familia de los Guzmanes, llegara a realizar tantas y tan importantes actividades fundacionales, espirituales y veces, aún diplomáticas, como las encomendadas por el rey castellano Alfonso VIII para conseguirle una novia para su hijo, y ella era nada menos que la hija del rey de Dinamarca, a cuyo territorio hubo de desplazarse acompañando a don Diego de Aceves, obispo de Osma y, a la vez, jefe de tan noble misión europeísta.