"Una invitación constante a dejarnos bañar por la luz de la experiencia mística" Cuando el amor se vuelve conocimiento

A propósito de: J. Ma. De la Torre OCSO, Guillermo de Saint-Thierry.  Esclarecedor itinerante del amor, Zamora: Ediciones Monte Casino, 2023, 620 pp.

Estamos ante una obra de gran envergadura.  Su salida de los tórculos es ya un acontecimiento.  Y no solo en lengua española.  Posiblemente se trata de la mejor síntesis disponible sobre una figura clave en la historia monástica de la Gran Iglesia.  Es de lamentar que Guillermo de Saint-Thierry, cuyo culto se limita al círculo ‘cerrado’ de su familia cisterciense con su correspondiente carisma ‘cerrado’ al mundo, no sea una figura recordada o enaltecida como sus coetáneos en aquel medievo luminoso (sobre todo con sus sombras) y en estado constante de ebullición (sobre todo intelectual y cultural), como su gran amigo san Bernardo y su gran rival Pedro Abelardo, cuando la teología monástica ya se enfrentaba con la escolástica.  

El lenguaje y el estilo del autor de este estudio sin duda uno de los mejores conocedores del abad convertido en simple monje cisterciense, nos hace pensar en las montañas y llanuras de los lugares en donde vivió el personaje al que está consagrado este libro con sus campos y ríos.  Henos aquí un recorrido que pretende ser una síntesis.  Pero es mucho más que una síntesis.   De la Torre, que ha dedicado muchos años al estudio del maestro espiritual cisterciense, en esta obra de madurez expone una perspectiva fuera de lo común.

Me explico. Tiene la pretensión noble de ofrecernos una clave para deletrear el pensamiento de Guillermo para los lectores de hoy.  Y esta pretensión no sólo tiene finalidad académica sino que más bien su meta es vivencial, es decir, no solamente existencial (una palabra usada por el autor quizá demasiado a la ligera al referirse al Heidegger del Feldweg al que cita en su enjundiosa presentación al libro en las pp.10-11) sino más bien espiritual.

Haciendo gala de sus conocimientos de la filosofía y de la teología actuales y tras colocar a Guillermo dentro de la tradición monástica católica y como descendiente espiritual e intelectual de los padres, sobre todo en la exégesis alegórica (Orígenes) y en la configuración de su pensamiento antropológico (san Agustín), De la Torre nos ofrece un itinerario para explorar la selva del sublime monje cisterciense. 

Es un bosque de amor en que uno se pierde buscando lo esencial, lo sencillo (de ahí la sombra heideggeriana en estas páginas densas).  El norte para navegar por este bosque espeso es el conocimiento que además de marcar el progreso, pues la aventura en este bosque es necesariamente transformativa, marca el grado de acercamiento al Misterio del Dios Uno y Trino.  De ahí el sentido de ‘amor ipse intellectus est’ (el amor es conocimiento), palabras que condensan el pensamiento de Saint-Thierry.

A tenor de ello, es patente que este estudio no puede considerarse como una interpretación al lado de otras.  Tampoco pretende suplantar a ninguna de ellas, algunas de las cuales están explícitamente presentes en esta investigación.

Con una base profundamente antropológica pero con un sentido teologal y animado por un ímpetu místico, condensado en el amor, el autor da en el blanco de solo brindarnos un itinerario sino que los planteamientos son en sí itinerantes, pues proponen un paso del Misterio del hombre al Misterio de Dios (que se esclarece y explicita sobre todo a partir de la p. 607) en cuatro momentos clave, que son piezas hermenéuticas o pistas o coordenadas para esta geografía mística, a saber, a) conocerse, b) armonizarse, c) unificarse y d) simplificarse.  Como clave itinerante, puede afirmarse que la que nos propone De la Torre en este trabajo monográfico intenta delimitar un punto de vista que por su naturaleza fundante es claramente previo a los distintos planteamientos que ya se han hecho para esclarecer el sentido de la obra de Guillermo de Saint-Thierry.

Con el subtítulo de ‘esclarecedor itinerante del amor’, Juan María de la Torre no solo propone una perspectiva espiritual, cuyo despliegue consiste en una mistagogía que conjuga las dimensiones gnoseológicas, estéticas y ontológicas sino que hace converger estas mismas en algo más fundamental, más importante que la unión o comunión (normalmente la meta de todas las presentaciones espirituales y místicas).  Me refiero a lo sencillo (simplificarse) con que da cima a sus planteamiento con dirección vertical, con dirección metafísica apuntando hacia lo trascendente.

Ante lo sencillo, las palabras faltan y fallan a pesar de los esfuerzos. Es como si nos encontrásemos una mañana en la sierra, ateridos por el hielo y la dureza del camino, viendo algunas chispas de las primeras luces proyectándose hacia la silueta del secreto detrás de la niebla.  Ahí está lo sencillo que podemos atisbar con estas páginas inspiradas cuya densidad son una invitación constante a dejarnos bañar por la luz de la experiencia mística que con mano experta de la Torre filtra desde la fuente del pensamiento de Guillermo de Saint-Thierry.  Ante lo sencillo, como ha puesto de manifiesto con maestría difícil de igualar este estudio de De la Torre, se desvelan los verdaderos presupuestos de la obra del místico cisterciense.

El resultado de estos planteamientos se verán en su día cuando desde la perspectiva fundamental y fundante expuesta en esta obra maestra otros exploradores del bosque místico cisterciense encuentren nuevas claves o nuevos claros en el mismo bosque no del todo transparentes pero sí luminosos para los retos de nuestros días que necesitan más investigaciones como la que nos brinda Juan María de la Torre, muy arraigada en las fuentes de inspiración (en los Padres de la Iglesia) y contextualizada en los retos actuales de la filosofía, teología y la espiritualidad.

La publicación de este trabajo es un reto más que un logro, pues los itinerarios no están hechos.  Aún están por hacer, sobre todo en estas calendas sedientas de lo Absoluto.