"Un concilio entre primaveras: de Juan XXIII a Francisco" (Rd-Herder) Qué pasó con la primavera

(Antonio Aradillas).- Desde la elección del Papa Juan XXIII el 28 de octubre de 1958, a la de Francisco, el 13 de marzo de 2,013, tan solo una primavera tuvo la Iglesia, que coincidió explícita y rigurosamente con el periodo de tiempo transcurrido entre la convocatoria del Concilio Vaticano II, el 25 de enero del 1959 y su clausura, el 7 de diciembre, víspera de la festividad de la Inmaculada de 1965, presidiada por el Papa Pablo VI, con la aprobación pontificia de los 16 documentos conciliares.

Los demás años, tan decisivos en la historia moderna de la Iglesia, hasta la elección del Papa Francisco, carecieron de primavera... Prevalecieron los inviernos gélidos y acarambanados, y los veranos llameantes y agostadores, con algún que otro otoño en cuyos horizontes, siempre con timidez y leve esperanza, daba la impresión de que, por fin, los soñados frutos habrían de hacerse presentes entre tanto liturgismo, manifestaciones imperiales, gestos grandielocuentes, ritos, "monitums", condenaciones pre-inquisitoriales, alejamientos extra e intra "terrenales" y medievalismos.

Por fin, de la mano de un tal Jorge Mario, "llegado por misteriosos e insondables caminos, del otro lado del mundo", argentino y de procedencia italiana, sin que del mismo apenas si existiera alguna noticia "curial", y sin aspiraciones pontificales, la primavera comenzó a hacerse notar en seguida en la Iglesia con brotes milagrosamente verdes, convertido ya, por la gracia de Dios, y sin los protocolarios números romanos al uso, lisa y llanamente, en Francisco, por encima de connotaciones "superlativísimas" y paganas, nada menos que en "Obispo de Roma".

¿Pero qué es lo que había pasado de verdad con la primavera y con quienes efectuaron sus inversiones sobrenaturales de renovación y reconversión de la Iglesia al servicio del pueblo? ¿Qué pasó con la teología y los talantes pastorales y principios y métodos reflejados en los documentos conciliares oficialmente aprobados? ¿Quién, quienes, por qué, y con qué fines e intenciones, despojaron al pueblo de Dios de su primavera? ¿Por qué y para qué tantos retrasos de siglos? ¿Por qué los nombres de los teólogos "herejes" de antes del Vaticano II, canonizados por este, volvieron al índice de libros prohibidos, aunque rebautizado este con otras "piadosas" maneras?

¿Cómo fueron -fuimos- considerados y tratados eclesiásticamente los "informadores religiosos", gracias a los cuales la noticia -"evangelio"- del concilio llegó incólume a los usufructuaros de los medios de comunicación a los que profesionalmente servían -servíamos-, teniendo que dedicarnos de ahí en adelante a otros menesteres? ¿A qué respondieron las descalificaciones "en el nombre de Dios", suspensiones "a divinis" y "a humanis" de "curas rojos y herejes", con el susodicho lema de "¡muerte al mensajero¡", lo que en gran manera provocaría, y explicaría, que silencios cómplices, o consentidores, siguieran extendiendo sus "capas pluviales" de fariseísmos en zonas tan sensibles relacionadas con la fe y la moral, con sobradas y bochornosas pruebas judiciales?

José Manuel Vidal y Jesús Bastante, con la preciada y reconocida libertad y autoridad que confieren las marcas "Religión Digital" y editorial Herder, presentan su nuevo libro UN CONCILIO ENTRE PRIMAVERAS , con el subtítulo "De Juan XXIII a Francisco", cuya lectura es imprescindible para tomar conciencia e interpretar a la luz de los hechos y de la teología, los capítulos sorprendentes de la historia de la Iglesia vividos en los inhóspitos años conocidos como "post- conciliares".

El índice del libro es así de rico y de pedagógico: "Dos Papas y un concilio", con las firmas y los testimonios aportados por los "conciliares" José Luis González- Bolado, Mons. Gabino Díaz Merchán, Hilari Raguer, Loris Francesco Capovila, Marco Roncalli y José María Laboa. "Los mensajeros del concilio" intitula la parte segunda, con las firmas de Martín Gelabert, José Arregi, Xabier Picaza , José Manuel Bernal, Jesús Espeja, Mons. Antonio Montero e Isabel Gómez Acebo. De la tercera parte -"Cincuenta años después : éxitos, fracasos y tareas pendientes" son sus responsables Juan Martín Velasco, José María Castillo, Jesús Martínez Gordo, Javier Mopntserrat y José Ignacio González Faus.

Todo un lujo de expertos tratadistas, testimonios de Iglesia conciliar, con acreditada y legitimada capacidad de docencia y de libertad para también emitir sus pronósticos y previsiones de los tiempos que, gracias sean dadas a Dios, se atisban en el horizonte eclesial, con la ayuda del "loco poeta" de Asís, encarnado en el nuevo Francisco, en camino de matrimoniarse a perpetuidad, por ministerio y oficio sagrados, con la dama "hermana pobreza" y que, pese a todo y a todos, y tal vez por eso, también los "lobos" podrán seguir disfrutando de la caricia de la "fratría", en el contexto de la cortesía "franciscana"

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