En Editorial Ciudad Nueva 'La tierra es mi cielo', de Giuseppe María Zanghí: Vida espiritual sin huir de la realidad
Recomiendo la lectura de "La tierra es mi cielo- Una mística para el siglo XXI", a los devotos de RD. Y a los no devotos
El autor ha sabido extraer los fundamentos del símbolo del "castillo exterior" de Chiara Lubich, inseparablemente unido al del castillo interior de Teresa de Ávila
La segunda parte referente a qué tipo de hombre será el del tercer milenio, es de interés y actualidad apasionante, no solo en cristiano, sino también en humano
La segunda parte referente a qué tipo de hombre será el del tercer milenio, es de interés y actualidad apasionante, no solo en cristiano, sino también en humano
Sí, “La Tierra es mi cielo”. Un buen título y un buen subtítulo -“Una mística para el siglo XXI”- y una muy buena presentación y preparación de José María Quintas, a la vez que traductor de la obra, director- coordinador de la colección “Mística y espiritualidad”, de la Editorial “Ciudad Nueva” –“CN”, en este caso con sus 120 páginas de texto legible, y correctamente confeccionado.
De su autor, Giuseppe María Zanghí, refiero “que ha sabido extraer de su amplia mochila cultural, teológica y espiritual –y también mística- los fundamentos del símbolo del “castillo exterior” de Chiara Lubich, inseparablemente unido al del castillo interior de Teresa de Ávila, como propuesta para poder ofrecer una elemental vida espiritual a las personas, allí donde se encuentran, sin huir de su realidad”.
Acreditada síntesis del libro de referencia se consigna con estas esperanzadoras, substantivas y consoladoras palabras:
”Ahora el cielo lo puedo buscar en la tierra en medio de los hombres y puedo entrar en el misterio de Dios junto a mi prójimo, que es mi hermano. El pensamiento cristiano está intentando partir de la Trinidad, es decir, pensar trinitariamente, después de siglos de pensar solo a partir de un Dios Uno. El asunto está en cómo aplicarlo. En este sentido, el papa Francisco viene anunciando un nuevo paradigma cultural que se llama “la mística del nosotros”.
Además del Estudio –introducción firmado por el autor, las partes del libro son: “Humanismo y mística”, “¿Qué tipo de hombre será el del tercer milenio?” y “El castillo exterior”.
La segunda parte referente a qué tipo de hombre será el del tercer milenio, es de interés y actualidad apasionante, no solo en cristiano, sino también en humano. Su redacción se inicia de esta manera:
“La época que nos toca vivir a nosotros, hombres y mujeres de Occidente y no solo a los de Occidente, es a la vez tremenda y estupenda. Nuestro tiempo es un auténtico “Apocalipsis”, juicio duro y severo sobre lo que estamos viviendo. Se puede hablar de crisis, si por crisis entendemos lo mismo que María Zambrano: “Una crisis es el momento largo o corto, intrincado y confuso siempre, en que pasado y futuro luchan entre sí”. Este “Apocalipsis” nos conduce sin embargo, a una aurora resplandeciente, a los cielos nuevos y a la tierra nueva, a aquella utopía que el corazón del hombre, esperando y dudando a un mismo tiempo, lleva consigo desde siempre. Una esperanza que a menudo no encuentra alas para emprender un vuelo loco y una duda dolorosa y yerma, pero que en el fondo se desearía que se le fuera sacada”
“Y es que, a la hora de la verdad, se necesita valor para “pasar página”. No porque despreciemos los dones de la cultura que nos ha entregado la historia y que nos ha hecho ser lo que somos, sino justamente para acogerlos por lo que realmente son: vida que está pidiendo vivir”
Con serenidad e hidalguía les recomiendo la lectura de “La tierra es mi cielo- Una mística para el siglo XXI”, a los devotos de RD. Y a los no devotos. De entre ellos, destaco en esta ocasión el que, por vergüenza o por lo que sea, se ampara a la sombra del seudónimo LUIS ALBERTO, que sigue y persigue acérrimamente todos mis escritos. Me limito aquí y ahora, por lo de “pasar página”, lo del concepto de “religión y vida” y lo del “tercer milenio” dentro y fuera de la Iglesia, a exigirle que, antes de escribir, se informe como Dios manda. Por ejemplo, refiere de un servidor que no soy sacerdote. Que soy “ex”. Desinformado, mal informado y con intenciones decrépitamente aviesas, no se puede escribir ni andar por la vida. No soy “ex”. Soy “in”. De usted lo poco que sé es que no es “as”. Pero que conste que, tanto de los “ex”, como los “in” y de algunos “as”, es obligado aseverar que ahora, y definitivamente en su día, pertenecerán -perteneceremos- al reino de Dios. Usted miente cuando asevera no ser, ni ejercer yo, sacerdote. Puede comprobarlo en la misa que celebro en mi parroquia, en la que por cierto, también puedo confesar a los penitentes, quienes, si están en disposición sacramental de arrepentimiento y de reparar los daños ocasionados, decidan confesarse.
El de la mentira o de la desinformación consciente y maligna, está considerado por la moral católica como pecado grave. Aunque, después de revisar el tema con “ojos de misericordia”, el único caso que le hago y le haré a sus “obsequiosos” adjetivos es el de “tesaurizarlos” en mi diccionario de “halagos”, para comentarlos después con familiares y amigos, en ambientes de “piadosas” hilaridades.
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