Poemas inspirados en el Evangelio de San Juan Los versos sabios del poeta Ximo Albinyana
ACEITE PARA EL ALMA.- Ximo Albinyana.- Prólogo del Cardenal Cañizares.- Ediciones FONTE, Monte Carmelo, Burgos 2021
"Ximo Albinyana con clara diferencia, viene puliendo una joya, que se acera y se perfila en sus sucesivos libros, con la clara decisión de no resonar con el eco de otras voces, y cuando suena -lo veníamos observando con mucha atención- nos transmite un sonoro suspiro que algo tiene de caracola primitiva, y de un pasado tan remoto como dulce, al que llamamos las Sagradas Escrituras"
| Raúl Carbonell Sala
Pongamos por caso que no eres creyente, o que acaso lo fuiste en un tiempo remoto cuando dejaste de creer en nada ante los comportamientos de una curia, que por mucho que queramos enfadarnos, es significativa, por supuesto, pero no define nada ni responde a ninguna pregunta de muchos de sus miembros. ¿Quizás porque las preguntas surgen entre tú y tu conciencia, o quizás entre tu silencio y la voz Divina? No sé, mira a ver si hallas la razón de las negaciones y abandonos.
Podrías justificar tu despecho y tu abandono al azar, que tiene mucho de enorme debilidad y de gran indefensión, acumulando pruebas de que el Diablo no existe, y que las malas artes de la maldad son invenciones para que sea más cómodo engañarte desde el exterior o todo lo contrario, desde el interior de tu alma divinizante. Y podrías asegurarte a ti mismo, que el perdón no es balsámico, ni el amor un reconstituyente insustituible, y que estás aquí en este mundo por razones de la libertad que, si te descuidas, solo te ofrece la impureza de la desgracia y la oscuridad de no saber nada de lo que otros dejaron experimentado, para que un poco más de luz permitiera ver el bosque tenebroso.
Esencialmente estas consecuencias de un tiempo de desilusiones, las viene a tratar el poeta Ximo Albinyana en su último y bien editado libro ACEITE PARA EL ALMA, inspirado en el Evangelio de San Juan. Nos lleva a recordar nuestra cansada alma, nuestra alma engañada por malos ejemplos, que siempre son más visibles que los buenos, aunque haya ejemplos inmejorables. Y a partir de la lectura contemporánea de este Evangelio, el poeta observa el peso de las palabras con un trascendente significado, y compara el legado del santo con su realidad cotidiana de hombre del Siglo XXI, justa oportunidad para que se vea o no la vigencia de la palabra Divina: Así nos dejaste un vasto tesoro/ que es tu paz y ejemplo imperecedero.
Saltando versos en una de las lecturas, encuentro una cita que anota el poeta avisando de su actitud y de la verdad de sus ojos: Ven, ven, quienquiera que seas/ Seas fiel, idólatra o pagano, ven / Éste no es un lugar de desesperación. Su autor es Yalaf ad-Dïn Muhammad Rümï.
Es habitual leer a muchos autores y encontrarles un denominador común, que en tiempos no muy lejanos fue la voz de Cernuda, y un poco más atrás la voz de Juan Ramón o de Federico, todos ellos como ecos acomodados en el acervo de los poetas con clara vocación de ser modernos, y que todos los lectores lo entendamos así. Y yo no le pongo objeción a estos ecos porque despiertan nuestras emociones y nuestra memoria sensorial, es decir, una de las grandes funciones de la poesía, que poco se cita y se nombra al hablar de este arte del amor y del espíritu. Ximo Albinyana con clara diferencia, viene puliendo una joya, que se acera y se perfila en sus sucesivos libros, con la clara decisión de no resonar con el eco de otras voces, y cuando suena -lo veníamos observando con mucha atención- nos transmite un sonoro suspiro que algo tiene de caracola primitiva, y de un pasado tan remoto como dulce, al que llamamos las Sagradas Escrituras.
Este es el acento que provoca al poeta, para abordar un libro tan difícil de escribir como de hecho difícil es hacer sonar esa caracola primitiva a la que hemos aludido, y que cuando suena nos lleva al lugar menos descrito de nuestras almas escondidas cuando estamos operando en un cajero automático. Siempre parece enfrentada la espiritualidad a la panoplia de la vida cotidiana, y a más materia mayor distancia injustificada. Y puede que hayas encontrado la razón -el poeta no la encuentra- de culpar a la curia de tu desidia y tu infelicidad, en una vida que no sabe compartir ciencia y conciencia, como tampoco sabe revivir el pasado para saber de su presente, aunque éste sea tecnológico y nos hagan ver que la tecnología y la palabra sagrada, están compitiendo por domar la inteligencia y la sensibilidad del hombre contemporáneo.
Los versos de ACEITE PARA EL ALMA acercan los pasajes magníficos de la sencillez de una vida trascendida por el ejemplo de Jesucristo, el hermoso sanador de leprosos sin pedir nada a cambio, sólo por el placer de dar belleza a quien la perdió en alguna esquina de sus desdichas. El que anduvo ingrávido sobre las aguas, en un dorado momento en el que se mezcló lo divino y lo humano, o las milagrosas multiplicaciones de necesarios panes y peces como acción para despertar el alma del hombre que ya no sabía atarse sus propias sandalias.