Fruto del proceso de escucha Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe presenta su Documento para el Discernimiento
Fruto de un proceso de escucha en el que “muchas personas, hombres y mujeres de diversas edades y de diferentes vocaciones y ministerios en nuestra Iglesia, participaron con mucho interés, alegría, dedicación y compromiso a través de las diferentes modalidades”
El documento reflexiona, a partir de lo aportado en el proceso de escucha, sobre lo que más duele, lo que nos da esperanza, lo más ausente y lo más presente
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
La Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe ya tiene su Documento de Discernimiento (puede descargarlo aquí). Coordinado por Mons. José Luis Azuaje y la Hna. Birgit Weiler, es fruto de un proceso de escucha en el que “muchas personas, hombres y mujeres de diversas edades y de diferentes vocaciones y ministerios en nuestra Iglesia, participaron con mucho interés, alegría, dedicación y compromiso a través de las diferentes modalidades”.
Como señala el Documento en su Introducción, “la participación activa de tantas personas ha sido una gracia, una experiencia fuerte de sinodalidad”. Por eso se invita a leerlo “en actitud orante y discerniente”, buscando responder a las preguntas sugeridas, que “convocan a contemplar los diferentes aspectos vinculados con cada uno de los temas centrales”.
El Documento comienza reflexionando sobre el horizonte y el propósito de la primera Asamblea Eclesial, una novedad en la historia de la Iglesia, que forma parte de del Jubileo Guadalupano (2031), y de la Redención (2033), pero también del proceso del Sínodo de la Sinodalidad (2023). Al mismo tiempo se recuerda el caminar de la Iglesia Latinoamericana del post-Concilio, de las Conferencias Generales del Episcopado, especialmente Aparecida, celebrada en 2007 y que inspira esta Asamblea Eclesial.
En ese espíritu de Aparecida, el Documento parte de la afirmación de que “somos discípulos misioneros de Jesucristo”, algo que se vive como Pueblo de Dios. Un Pueblo de Dios con espíritu sinodal, en salida hacia las periferias existenciales y que da vida.
Fruto del proceso de escucha se han elaborado las dos partes más importantes del Documento. Ambas proponen escuchar y discernir, en primer lugar, los signos de nuestro tiempo que más nos interpelan, y en un segundo momento los signos eclesiales que más nos interpelan.
Al analizar la realidad social son abordadas diferentes cuestiones, comenzando por la pandemia, considerada como un hito del cambio de época. A partir de ahí se reflexiona sobre el cuidado de la Casa Común, considerado un llamado apremiante; la creciente violencia en las sociedades del continente, que supone un llamado a un mayor compromiso por la no-violencia activa y la promoción de la paz; el fortalecimiento de la democracia y la defensa y promoción de los derechos humanos; el compromiso por una educación integral y transformadora; reconstruir el Pacto Educativo Global; y la educación popular.
Sobre la dimensión eclesial, se parte de la idea de una Iglesia sinodal y evangelizadora: de todos y para todos. A partir de ahí se reflexiona sobre la gran diversidad socio-cultural en la sociedad y en la Iglesia, lo que se concreta en diferentes realidades: pueblos afrodescendientes; personas con identidades y orientaciones sexuales diversas; personas con habilidades diferentes (especiales).
Esas realidades son vistas a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio, abordando el reto pastoral de anunciar el Evangelio a las familias hoy; la realidad de los jóvenes, protagonistas de la sociedad y la Iglesia hoy, mostrando las voces de la juventud en el proceso de escucha, haciendo la propuesta de buscar nuevos caminos con la juventud.
Algo que aparece cada vez más claro en América Latina y el Caribe es la concentración de la población en las ciudades, lo que lleva a abordar el cómo pasar de la pastoral en la ciudad a la pastoral urbana. También se aborda el nuevo lugar para la mujer en la Iglesia y en la sociedad.
El documento reflexiona, a partir de lo aportado en el proceso de escucha, sobre lo que más duele, lo que nos da esperanza, lo más ausente y lo más presente. Desde ahí son ofrecidas propuestas. Finalmente se aborda la cuestión del clericalismo, presentado como un obstáculo para una Iglesia sinodal, y relacionado con eso, los casos de abuso en la Iglesia: voces que reclaman escucha y acción. También se muestra lo que supone el movimiento evangélico-pentecostal .
El Documento se encierra con una oración a la Patrona de América Latina, la Virgen de Guadalupe, a quien se pide: “sigue abriéndole caminos al Espíritu y entre nosotros actualiza la unidad”. Y junto con eso: “Sigue tendiendo puentes y susurrándonos sinfonías sinodales”.