Obispo auxiliar emérito de Manaos 25 años de obispo de Mons. Mario Pasqualotto: "Me siento muy querido, no sólo por los obispos y sacerdotes, sino también por la gente"
"Comparado con Europa, aquí es un paraíso"
"Me siento muy, muy parte de la diócesis, siempre me he sentido así"
"Si amas a la gente, te da su alma"
"Si amas a la gente, te da su alma"
Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica
El 8 de diciembre de 1967, Mons. Mario Pasqualotto llegó a Brasil, junto con otros cuatro misioneros, en un carguero, como misionero del Pontificio Instituto Misiones Extranjeras (PIME). Nacido en Valenza (Italia) el 25 de junio de 1938, fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1965. Nombrado obispo auxiliar de Manaos el 2 de junio de 1999, recibió la ordenación episcopal el 15 de agosto del mismo año. El Papa Francisco aceptó su renuncia como obispo auxiliar de Manaos el 17 de julio de 2013.
Una vida de comunión
Casi 57 años después de llegar a la Amazonía, en el año en que celebra sus bodas de plata episcopales, Mons. Pasqualotto lanzó recientemente su libro-testimonio: "Comunión: experiencia de Dios", en el que relata "el camino que fue llevado a recorrer como gracia del seguimiento de Jesucristo", según dice el cardenal Leonardo Steiner en el prefacio del libro.
También recuerda el viaje en una pequeña avioneta de Macapá a Parintins, y la fiesta que el obispo y los sacerdotes hicieron para recibirles, así como su enorme impresión al sobrevolar la selva amazónica, sobre todo después de que el avión sufriera una avería y tuviera que aterrizar en Santarém. Analizando la realidad social, dice que en Brasil "no veo mucho cambio, sobre todo en el interior, en la periferia de las ciudades", llegando a afirmar que, en el interior, donde permaneció durante 32 años, en las ciudades de Barreirinha, Parintins y Maués, "estaban mejor en los viejos tiempos".
Según el obispo auxiliar emérito de Manaos, "los ricos se ven más ricos, los pobres se ven más pobres". Duda de que en Brasil haya democracia, porque "hay mucha gente que está obligada a votar a tal o cual persona, de lo contrario pierde su trabajo. Eso no es democracia de verdad". Mons. Pasqualotto reflexionó sobre las actitudes equivocadas de los alcaldes, que cuando asumen el cargo lo cambian todo, sobre el lavado de cerebro a la gente, la compra descarada de votos, diciendo que "en todos los años que llevo aquí, gana quien tiene más dinero".
Una Iglesia viva
Sobre la vida eclesial, Mons. Mario Pasqualotto se apresuró a decir que "comparado con Europa, aquí es un paraíso", afirmando que cuando va de vacaciones a Europa le entristece la falta de jóvenes y de gente en la Iglesia. Por otro lado, en Brasil, destaca la vivacidad de las celebraciones, "me gusta mucho decir misa, me gusta mucho hacer confirmaciones", en una Iglesia que sigue viva, aunque reconoce los desafíos presentes en la Iglesia de Manaos. Destaca también que "me gustan mucho los sacerdotes, incluso hoy tengo un amor preferencial por ellos", recordando que, como obispo auxiliar de Manaos, hablaba siempre con los sacerdotes.
Analizando su vida como obispo, dice que siempre echó de menos la parroquia, "la parroquia es más una familia, participas en los actos más concretos, la parroquia se convierte en tu familia, tiene contacto contigo". De aquella época, destaca que "me gustaba mucho tener muchos encuentros", con varias reuniones diarias, cursos de formación y retiros espirituales con las comunidades del campo. Como obispo, reconoce que "tienes contacto con la gente, pero al mismo tiempo no tienes un contacto continuo y directo", destacando la maravillosa experiencia de comunión en su ministerio episcopal, que vivió con el arzobispo de Manaos, Mons. Luiz Soares Vieira, y los otros obispos auxiliares, Mons. Sebastião Bandeira y Mons. Mário Antônio da Silva.
Frente a su resistencia inicial a ser obispo, el hecho de vivir, rezar y trabajar junto a Mons. Luiz Soares le hizo aceptar, subrayando que "eso fue lo que más me ayudó". Insiste en que no había distinción entre el arzobispo y los obispos auxiliares, algo que se veía reforzado por sus reuniones semanales para rezar y discutir los problemas, yendo juntos siempre que podían. Recuerda que un sacerdote le dijo una vez: "Qué bonito es ver a nuestros obispos unidos", y relató varios ejemplos de esta vida de comunión entre los obispos de Manaos.
Importancia del laicado
Mons. Pasqualotto afirma que siempre tuvo mucha confianza en los laicos, tanto como sacerdote como obispo. Recuerda que en la parroquia de Maues había 140 comunidades del interior, que a veces tardaban tres años en recibir la visita de un sacerdote. Fueron muy importantes los cursos de formación en enero y julio, a los que asistían 350 personas, con formación general para todos y específica para cada grupo y pastoral. Destaca también la labor de los tres equipos misioneros de la parroquia, formados principalmente por laicos, uno de Pastoral Familiar y Juvenil, otro de Diezmos y otro de Liturgia, que reunían a las comunidades por sectores para dar formación en el interior. Algo que hizo en las parroquias donde trabajó como sacerdote, contando la riqueza de los círculos bíblicos a finales de los 60 y principios de los 70. Esa formación de laicos también estuvo presente en su época de obispo auxiliar de Manaos.
El obispo emérito subraya que "me siento muy, muy parte de la diócesis, siempre me he sentido así". Cuando se convirtió en obispo emérito pasó a ser director espiritual del seminario, y aún hoy dirige espiritualmente a cuatro seminaristas y nuevos sacerdotes a los que acompañó cuando eran seminaristas. Junto a esto, destaca que, hasta la pandemia, los miércoles y viernes confesaba en la Catedral, resaltando la importancia de este servicio para la Iglesia.
La Fazenda da Esperanza
Podríamos decir que el gran servicio que realizó como obispo emérito en la archidiócesis de Manaos fue acompañar a la “Fazenda da Esperança”, destacando su importancia como lugar de formación cristiana. Allí bautizó a muchas personas, e insiste en que "esta espiritualidad de la Fazenda da Esperança realmente forma cristianos". Cita como prueba de ello el hecho de que, desde 2001, 160 "personas consagradas" han salido de la Fazenda da Esperança, en Manaos, para trabajar como voluntarios por todo el mundo. Después de recuperarse, ayudan a los demás, subraya.
El obispo subraya que "estos laicos experimentan a Dios entregándose", diciendo que tienen dos fuentes de espiritualidad, la presencia de Jesús entre las personas, en la comunidad, "que trabaja, que ilumina, que da fuerza", y la otra, Jesús crucificado, abandonado, comprendiendo el valor de la hora de Jesús, nuestra hora, que, según el obispo, es un camino de vida nueva para los que pasan por la Fazenda da Esperança. Junto a esto, rezar el rosario y comulgar diariamente.
El obispo auxiliar emérito de Manaos destaca de su buena relación con los demás obispos de la archidiócesis, incluidos los que hoy asumen este ministerio. Mons. Pasqualotto insiste en que "me siento muy querido, no sólo por los obispos, los sacerdotes, sino también por la gente", definiendo a la gente del Amazonas como muy bueno. Dice que le sorprende que haya curas a los que no les guste la gente. "Si amas a la gente, te da su alma", enfatizó. También recordó la importancia de la Palabra de Vida que graba todos los días desde la pandemia, primero en audio y ahora en vídeo.
Sobre su libro recientemente publicado, insiste en que "no es nada especial, es mi vida", destacando como importante "mi tristeza por la división entre los católicos", la importancia del Concilio Vaticano II en su vida y cómo leyó los documentos que se iban publicando, el cambio en la forma de celebrar la Misa, mostrando su perplejidad "ante aquellos sacerdotes que se remontan al Concilio de Trento, critican al Papa, no aceptan el Vaticano II". Por último, afirmó que "el mundo que tiene división huele a fuego del infierno, porque la división es obra del diablo, que divide".
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