Foro teológico pastoral en el Sínodo de la Sinodalidad Sínodo: “La misión es el horizonte de la sinodalidad, que fortalece a todo el Pueblo de Dios como sujeto de la misión”

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“El Pueblo de Dios no es la suma de los bautizados, sino el ‘nosotros’ de la Iglesia, sujeto comunitario e histórico de la sinodalidad y de la misión”

Jesús busca la conversión de todo el Pueblo de Dios, haciendo ver que los 12 desde el principio tienen un problema, no reconocen que no son los únicos que siguen los pasos de Jesús y que no deben dominar a los otros

La misión de la Iglesia es la de Jesús, es proclamar a Jesucristo y establecer el Reino en todos los pueblos, siendo la Iglesia la semilla y principio de ese Reino en la Tierra

“La Iglesia es un pueblo de hombres y mujeres incorporados a Cristo por el bautismo, que son participes de la función, sacerdotal, profética y real de Cristo, todos corresponsables en la misión”

Los discípulos, por el bautismo, están llamados a participar de la misma misión de Dios en el mundo

Los foros teológico-pastorales es una de las novedades de la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que se realiza en Roma de 2 a 27 de octubre. Han sido organizados dos foros simultáneos, uno sobre “El Pueblo De Dios sujeto de la misión”, y un segundo sobre “El rol y la autoridad del obispo en una Iglesia sinodal”.

El Instrumentum laboris afirma que “el Pueblo de Dios no es la suma de los bautizados, sino el ‘nosotros’ de la Iglesia, sujeto comunitario e histórico de la sinodalidad y de la misión”. Un punto de partida que ha llevado a los ponentes a responder sobre lo que implica el hecho de que el anuncio del Evangelio de Jesucristo con obras y palabras, "la misión" se confíe a "un pueblo".

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Jesús misionero del Evangelio

Ver cómo leer el Nuevo Testamento hoy en día para interpretar desde ahí la realidad fue el punto de partida del profesor de Nuevo Testamento en la Facultad de Teología Católica de la Ruhr-Universität Bochum, Thomas Söding. El profesor presentó a Jesús como misionero del Evangelio, como aquel que pretendía reunir a todo el Pueblo de Dios bajo el signo del Reino de Dios. Junto con los 12, destacó la presencia e importancia de otros discípulos e discípulas y de todos los que viven la fe en su casa, citando ejemplos de misioneros y misioneras entre su gente.

Söding resaltó que Jesús busca la conversión de todo el Pueblo de Dios, haciendo ver que los 12 desde el principio tienen un problema, no reconocen que no son los únicos que siguen los pasos de Jesús y que no deben dominar a los otros, buscar ser los mayores o impedir a la gente acercarse a Jesús. Para ello reflexionó sobre las actitudes y misión de los apóstoles, algo que la literatura paulina abre a lo local, destacando la importancia fundamental de la acogida y de la solidaridad, de reconocer que todos reciben los carismas y todos deben aceptar sus habilidades y reconocer los dones de los demás para entrar en empatía. La vocación a la misión de toda la Iglesia caracteriza todo el Nuevo Testamento.

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La finalidad del ministerio ordenado es promover el sacerdocio común de todos los fieles”, según el teólogo, que destacó que en la actualidad hay muchísimos creyentes, no sólo obispos y sacerdotes, bien formados, lo que es un don para la Iglesia, conduciendo a nuevas formas de cooperación y participación en la misión. Desde ahí, los fieles laicos esperan ser escuchados cuando el futuro de su iglesia será objeto de debate. Por tanto, “la misión es el horizonte de la sinodalidad, y la sinodalidad es la forma que fortalece a todo el Pueblo de Dios como sujeto de la misión”.

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La Iglesia semilla del Reino de Dios

Ormond Rush partió de tres preguntas: ¿qué es la misión?, ¿quién es el Pueblo de Dios? y ¿cómo es el Pueblo de Dios? Partió de la misión de Dios, definiendo a Jesús como la ventana de Dios hacia el plan divino a lo largo de la historia. Su ministerio está centrado en el Reino de Dios, y según el Concilio Vaticano II, la misión de la Iglesia es la de Jesús, es proclamar a Jesucristo y establecer el Reino en todos los pueblos, siendo la Iglesia la semilla y principio de ese Reino en la Tierra, un proceso interactivo y de colaboración.

Al hablar de qué es la Iglesia, una pregunta vital para el Vaticano II, señaló que son todos los creyentes bautizados que se comprometen a ser discípulos de Jesucristo, cualquiera que sea su ministerio o rango. Un sentido inclusivo de la Iglesia, que es todo el Pueblo de Dios y todo el cuerpo de Dios, recordando los tres rangos del Pueblo de Dios en el Concilio: Communio fidelium, Communio eclesiarum y Communio Hierarchica.

La Iglesia es vista por el sacerdote australiano como sujeto activo en la participación en la misión de Dios. Desde ahí ve el Sínodo como un sujeto interprete que busca la guía del Espíritu para comprender el Evangelio pleno y vivo. La Iglesia tiene la responsabilidad de interpretar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio si quiere llevar a cabo su tarea, por lo que el desafío para la Iglesia es interpretar los signos de los tiempos, como está haciendo el Sínodo. Para ello es importante el lugar, la cultura, la lengua, que configura la forma de interpretar el Espíritu del Evangelio, una realidad también presente en el Sínodo, pues el Pueblo de Dios es sujeto sacramental.

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Derecho canónico y misión

Desde el Derecho Canónico, algo que se ha modificado en el último siglo, habló Donata Horak, que llamó a encontrar el lazo entre derecho, teología y vida, llamando a que las reformas lleven a ser más fieles a la tradición, evitando imponer visiones propias. Eso para hacer el Evangelio creíble a partir de relaciones justas en una sociedad de hermanos y hermanas. Desde ahí abordó las posibles reformas desde el sujeto, el Pueblo de Dios y como participa en las decisiones y deliberaciones.

“La Iglesia es un pueblo de hombres y mujeres incorporados a Cristo por el bautismo, que son participes de la función, sacerdotal, profética y real de Cristo, todos corresponsables en la misión”, afirmó la canonista italiana. Ahí se muestran los derechos y deberes fundamentales de todos los fieles, relatando algunos de ellos y mostrando las coincidencias y avances del Código latino y el de las Iglesias orientales. Según la profesora parecen convivir dos teologías entre los documentos conciliares y el Código de 1983, con puntos de encontronazo, sobre todo con relación a la participación del gobierno de la Iglesia, lo que demanda reflexiones, para habilitar a toda persona bautizada esa potestad. Algo en lo que se va avanzando, sobre todo en relación con las mujeres, llamando a una reforma que no conserve una doble eclesiología.

Sobre la toma de decisiones y la consulta y deliberación con relación a los consejos, su funcionamiento y elección de sus miembros, viendo el voto consultivo como algo despectivo, analizando los concilios y sínodos y su sentido, criticando el poder deliberativo que se ejerce de forma autoritaria, que no ayuda en la comunión. En ese sentido, afirmó que las decisiones son válidas porque son fruto de un discernimiento comunitario, de un proceso sinodal eclesiogenético, afirmando que la Iglesia no puede ser una monarquía, pero tampoco una democracia, llamando a una dinámica deliberativa compartida y relacional entre carismas, desde la comunión garantizada por los obispos. La canonista recordó que “lo que toca a todos tiene que ser deliberado por todos”.

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Lectura bíblica del plan de salvación de Dios

Por su parte, el obispo de Xai-Xai, Mons. Lúcio Andrice Muandula, llevó a cabo un enfoque bíblico pastoral, definiendo al Pueblo de Dios como misionero por naturaleza, algo recogido en el Decreto Ad Gentes. El obispo mozambiqueño hizo una lectura bíblica del plan de salvación de Dios, para lo que Jesús vino al mundo, siendo constituido sacerdote, profeta y rey, llamando a los 12 para enviarlos a predicar el Evangelio con el poder de expulsar demonios, algo que es confirmado después de la Resurrección, una misión realizada en el nombre de Jesús por todos y por cada discípulo, cada uno según sus capacidades, en comunidad y sinodalmente, contando siempre con la presencia de Jesús, a quien siempre deben permanecer unidos.

Los discípulos, por el bautismo, están llamados a participar de la misma misión de Dios en el mundo, afirmó el obispo. Misión que tiene a Dios Padre como principio y se transmite al Hijo y de él a sus discípulos, constituidos en el verdadero Pueblo de Dios, guiados e iluminados por el Espíritu Santo. Un Pueblo de Dios en el que los discípulos están llamados a salir de sí mismos para ir a la humanidad necesitada de salvación e invitándola al encuentro con Dios por el bautismo. La misión tiene su origen la acción trinitaria de Dios que viene al encuentro del hombre para salvarlo.

Igualmente, afirmó que “la Iglesia no es dueña de la misión, sino sierva misionera” y que no puede cerrarse en sí misma en una actitud autorreferencial. Una misión que produce alegría y fortalece a las comunidades parroquiales, que son presencia ante las personas que necesitan de la misericordia divina, a quienes confortan con el amor misericordioso de Dios, una experiencia que dijo que está siendo vivida en la diócesis donde es obispo.

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