Espacios de renovación eclesial El Sínodo en tiempos de Francisco

El Motu Propio Apostollica Sollicitudo define el Sínodo como un consejo permanente de los obispos para la Iglesia universal
La vinculación de nuevos actores a los procesos de reflexión, escucha y participación en el Sínodo marcaron la diferencia durante el pontificado del Papa Francisco
Los desafios pastorales de la familia, los jóvenes y el discernimiento vocacional, además de la problemática de la Panamazonía y la sinodalidad, fueron los temas que abordó la Asamblea General del Sínodo entre 2013 y 2024
Los desafios pastorales de la familia, los jóvenes y el discernimiento vocacional, además de la problemática de la Panamazonía y la sinodalidad, fueron los temas que abordó la Asamblea General del Sínodo entre 2013 y 2024
"Como toda institución humana, con el paso del tiempo podrá ser perfeccionada", la frase es de Pablo VI y se refiere al alcance del Sínodo de los Obispos; aparece en el Motu Propio Apostollica Sollicitudo que en 1965 lo instituyó, definiéndolo como un consejo permanente de los obispos para la Iglesia universal un "esfuerzo para adaptar los métodos de apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad".
En principio su tarea era informar y aconsejar, aunque también podría contar con un poder deliberativo si el Papa en funciones lo decidía. Así, se ocupó de intercambiar noticias oportunas además de dar y recibir consejos sobre cuestiones específicas, con la salvedad de ser convocado, cuando el Pontífice lo creyera conveniente a sabiendas de que podría ser en una asamblea general ordinaria, extraordinaria o de carácter especial.

La recepción del Concilio
Han pasado 60 años de su constitución y el mandato de distintos pontífices. Es posible decir que su evolución ha sido directamente proporcional con la recepción del Concilio Vaticano II, específicamente en la lectura que se hace desde la eclesiología y que define nuevas perspectivas para las relaciones entre el obispo de Roma, el colegio episcopal y el pueblo de Dios.
En tiempos de Francisco las transformaciones del Sínodo de los Obispos fueron profundas, se sintieron con más fuerza a partir de 2015, cuando celebró sus 50 años de existencia. Las medidas concretas aparecieron con la promulgación de la constitución apostólica Episcopalis Communio que aportó con su contenido al deseo de perfeccionamiento del Sínodo.
Apenas iniciado su pontificado el 8 de octubre de 2013, Francisco convocó la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización.
Consciente de la importancia del tema, estableció una agenda de trabajo en dos etapas, que debían considerarse una unidad orgánica. Posteriormente en la Asamblea General Extraordinaria de 2014, los padres sinodales analizaron los datos, testimonios y sugerencias de las Iglesias particulares con el objetivo de responder a los nuevos desafíos de la familia.

La familia como campo pastoral
Más adelante la Asamblea General Ordinaria de 2015, a la que asistieron en su mayoría obispos, orientó sus reflexiones a temáticas específicas para establecer líneas operativas pastorales. En esta oportunidad, el tema estuvo delimitado por “la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”.
Posteriormente en 2018, la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos analizó lo referente a los jóvenes y el discernimiento vocacional. El documento final de este proceso reconoció que lamentablemente el mundo se muestra más indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia, que edificado por la santidad de sus miembros: por esto la Iglesia, en su conjunto, debería efectuar un cambio de enfoque decidido, inmediato y radical, porque "muchos han abandonado la Iglesia porque no han encontrado en ella santidad, sino mediocridad, presunción, división y corrupción".
En esta línea el Pontífice aseguró que “el bálsamo de la santidad generada por la vida buena de tantos jóvenes, puede curar las heridas de la Iglesia y del mundo, devolviéndonos aquella plenitud del amor al que desde siempre hemos sido llamados: los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero”, porque Dios “nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada o licuada”.

Una Iglesia con rostro amazónico
En 2019, Francisco convocó al Sínodo Especial para la Amazonía: Nuevos caminos para la evangelización y para una ecología integral. Entre el 6 y el 27 de octubre, los 185 convocados reflexionaron sobre temas de una zona del mundo históricamente ignorada, pero de la que dependen millones de personas.
Realidades que fueron expuestas en un proceso de escucha que el Pontífice inició durante su visita a Puerto Maldonado en Perú y que luego se tradujo en una encuesta aplicada a 68 mil personas, cuyos resultados se condensaron en un documento de 100 páginas previo a la construcción del Instrumentum Laboris. Documento que presentó la grave situación de la Amazonía y sus pueblos como efecto de la actividad de industrias hidroeléctricas, mineras y petroleras que explotan contaminando y obligan la migración de sus habitantes con todos los efectos que trae el fenómeno.
El Sínodo Especial para la Amazonía puso de manifiesto el clamor de los pobres y a través de ellos, planteó un horizonte ecológico que interpela a todo el mundo desde el contexto eclesial. No obstante, durante su desarrollo se vio afectado por una lectura reduccionista de los medios de comunicación que en muchos casos se quedaron en controversias, respecto a temas como la ordenación de hombres casados y el diaconado femenino, ignorando la denuncia profética de la Iglesia contra los países que oprimen a los pueblos ancestrales de la Amazonía.

Cultivar la sinodalidad
En 2021, Francisco inició el proceso del Sínodo de la Sinodalidad, quizás el de mayor importancia en su pontificado por sus objetivos y aportes en el legítimo deseo de replantear, reflexionar y proponer un nuevo modo de ser y quehacer en la Iglesia universal.
Se desarrolló en varias fases, superando la expectativa de una reunión presencial a la que asistieron más de 250 personas entre obispos, religiosos, religiosas, laicos, expertos y mujeres de los cinco continentes.
Tras su inauguración, se desarrolló la fase diocesana del Sínodo en la que se abrió el proceso de consulta en las iglesias de todo el mundo, a lo que siguió la fase continental en la cual las Conferencias Episcopales hicieron una profundización respecto a las inquietudes que se expresaron desde las Iglesias locales.
En 2022, anunció la ampliación del Sínodo hasta 2024, para disponer de más tiempo para discernir. "Los frutos del proceso sinodal son muchos, pero para que lleguen a plena maduración es necesario no tener prisa. Confío que esta decisión pueda favorecer la comprensión de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia y ayudar a todos a vivirla en un camino de hermanos y hermanas que testimonian la alegría del Evangelio", afirmó en su momento.
La primera sesión presencial del Sínodo se desarrolló del 4 al 29 de octubre de 2023, camino que se repitió en 2024. De acuerdo con el Papa Francisco "el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio". En este sentido lo que nos pide Dios de este momento se halla contenido en la palabra Sínodo que significa "caminar juntos, laicos, pastores, el obispo de Roma, algo que según reconoce suena fácil de decir pero es muy difícil de llevar a la práctica”.
Tras la segunda sesión presencial, queda la fase de mayor importancia la implementación en las Iglesias locales a lo que se agrega que dentro de sus características más relevantes está que su documento final, tras ser votado por los asistentes, fue adoptado por el Papa Francisco como parte de su magisterio pontificio, es decir, que no había necesidad de redactar otro documento u exhortación postsinodal, como sucedió en otros casos.
La asamblea sinodal concluyó el 27 de octubre tras superar un proceso de tres años de escucha, discernimiento y acción. No obstante, el llamado a vivir la sinodalidad persiste, así como la adopción de conceptos básicos y prácticas determinantes. Estamos invitados a construir esa Iglesia pueblo de Dios, ejercer nuestra corresponsabilidad como creyentes, aportar para derrumbar los muros del clericalismo y lograr que en efecto sea misionera, en salida y constitutivamente sinodal.