Clamor de un pobre desgraciado
Es bien gráfica la comparación que hace de su situación con la del centinela nocturno que espera la llegada del alba para que le releven de su servicio (Cfr. v 6). Pero la parte que llama más la atención es la plena confianza de este autor: “Porque del Señor viene la misericordia…” Y por este último versículo, este salmo se reza en la fiesta de Navidad, pues ciertamente es por la encarnación y nacimiento de Jesús que nos ha llegado la redención.
Personalmente podemos encontrarnos muchas veces como este salmista: Angustiados por el peso de nuestras faltas, por situaciones ambientales... en estas ocasiones acudamos a recitar el salmo 129 pausadamente, meditando cada versículo para que nos vayamos penetrando de esta confianza que jamás debemos perder ante nuestras debilidades y fallos. Como dice San Juan: “Dios es más grande que nuestro pecado”. Él espera un gesto de confianza, una súplica confiada en su misericordia para perdonarnos. Dios es el Padre pródigo que siempre espera a su hijo que se fue lejos de su casa; pensaba que la felicidad se encontraba en la diversión hasta que se percató que en ningún lugar se estaba mejor que en la casa de su padre, aunque fuera como el último de los jornaleros.Texto: María Nuria Gaza.