Cambiar el corazón... El Dios de la luz
La luz ha de dejarnos ver quiénes somos y hacia dónde queremos ir, por eso dejemos que el Dios de la luz marque la ruta y guíe nuestros pasos. Procuremos buscar siempre la verdad, porque sólo ella provoca en nosotros la libertad interior, sólo ella deja que veamos la dirección correcta. Que Dios ilumine nuestra vida y sepamos emprender el camino bajo su luz.
| Gemma Morató / Hna. Conchi García
El ser humano tiene necesidad de “luz”, de aquello que le abra caminos y puertas, que le haga ver con claridad hacia dónde ir, que desde la sencillez sea antorcha para no tropezar con facilidad, es decir, tenemos necesidad de encontrarnos a nosotros mismos. La luz permite vivir de una mejor manera el hecho de ser hombres, y deseamos que la luz entre en nuestras vidas para disolver la oscuridad que en muchas ocasiones se instala dentro de cada uno.
Decía el Papa Francisco que el deseo de una luz para no perder el camino constituye el criterio para el diálogo entre nosotros los hombres. Y ese diálogo no es únicamente desde la luz de la racionalidad, porque está demostrado que únicamente con este, no recorremos el camino completo. Quiero referirme a la luz que viene del interior del propio ser humano, la luz que procede del Creador, luz de Dios que quema en nuestra vida.
Hace poco tiempo vivimos el nacimiento de Jesús, un Dios nacido en un pesebre, allí donde amanece la luz, como nos dice el evangelio de Mateo 4, 16: “El pueblo que andaba en oscuridad vio una gran luz; una luz iluminó a los que vivían en sombras de muerte”. Esa luz es la que hace caminar a lo hombres, la que transforma no sólo envolviéndonos desde fuera, sino cambiándonos el corazón, los deseos, el amor, como afirma el Papa en uno de sus libros.
La luz ha de dejarnos ver quiénes somos y hacia dónde queremos ir, por eso dejemos que el Dios de la luz marque la ruta y guíe nuestros pasos. Procuremos buscar siempre la verdad, porque sólo ella provoca en nosotros la libertad interior, sólo ella deja que veamos la dirección correcta. Que Dios ilumine nuestra vida y sepamos emprender el camino bajo su luz.