| / Hna. Ana Isabel Pérez
La Solemnidad de Pentecostés nos llena de una inmensa alegría, nos da una fuerza especial, nos empuja a ser bien conscientes de cómo el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo que habita en nosotros y la responsabilidad que ello conlleva de seguir siendo sus testigos día a día en el mundo que habitamos, proclamando el gozo del Evangelio que colma.
“Se llenaron todos de Espíritu Santo…” ¡Qué regalo recibieron junto al Señor! La presencia del Espíritu está en mí, en ti, permanece en nosotros ¿Cómo lo vivo en este hoy de mi vida? Esa gracia que recibimos de recibir la paz del Señor que nos da el Espíritu, nos tiene que llevar a salir más allá de nuestros miedos, dificultades y nos anime, fortalezca en su amor para ser luz en nuestro mundo hoy, para dar esperanza, para que nuestra palabra llegue a otros porque es la Palabra que nos envía a construir la paz junto a nuestros hermanos.