La oración es un tiempo de gracia, de encuentro con el Señor y aunque sabemos que nos da mucho, nos hace bien, por otro lado, también sabemos que cuesta.
Es en ese tiempo donde podemos conocer a Jesús y desde la constancia y fidelidad, puede transformar la propia vida. Esta cita bíblica: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” (Jn 15,16), hace tiempo que me acompaña y en la cual creo desde la confianza de que verdaderamente el Señor nos eligió y espera que cada día confirmemos esa elección, como el barco que echa el ancla, así nuestra vida, desde el seguimiento al Dios en el que creemos, tiene que estar fuertemente anclada. Por ello, nuevamente hoy, te pido Señor, que nos “Enseñes a buscarte”, hoy más que ayer, desde la realidad que se vive, y ahí encontrarte.
Hagamos de cada día, un firme deseo de vivirlo desde Ti, valorando la luz del camino que nos regalas y el empuje en los momentos menos fáciles donde a pesar de la oscuridad permaneces cercano, dispuesto a caminar juntos. Desde lo que cada uno estamos viviendo en el hoy de nuestras vidas, háztenos visible, danos la capacidad para reconocerte y amarte sin perder tus huellas.
“Enséñame a buscarte y muéstrate cuando te busco, porque no puedo buscarte si tú no me guías, ni encontrarte si tú no te muestras. Te buscaré por el deseo y te desearé por la búsqueda. Te encontraré amándote y te amaré cuando te haya encontrado” (San Anselmo). Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.