Justicia humana, justicia divina

Por esta razón el rey David prefería recibir el castigo de las manos de Dios, que es misericordioso y no de las manos de los hombres. Los salmos exaltan con frecuencia la justicia de Dios. Éstos expresan en muchas ocasiones los sentimientos del hombre que se encuentra acosado por la injusticia humana y no tiene otro recurso que recurrir al Señor que es justo y misericordioso para que él sea su juez ante los hombres inicuos que le están tendiendo una trampa: “Júzgame según tu justicia, Señor Dios mío; que no triunfen de mí mis perseguidores, que no digan: Le hemos podido”. Y si un tal hombre se ve libre del enemigo que lo quería someter a la injusticia, también se vuelve a Dios para darle gracias: “Con portentos de justicia nos respondes, Dios salvador nuestro”.
Recordemos la sentencia de Jesús: “No juzguéis y no seréis juzgados”. Sin embargo tendemos a juzgar más que a juzgarnos. Que el Señor nos ayude a tener cada día más una mirada benévola hacia los demás y ser capaces de poner en tela de juicio nuestros pensamientos y acciones. Texto: Hna. María Nuria Gaza.