Levantemos el corazón

Corazón
Al caer la tarde, ante la oscuridad del día que anuncia el final de la jornada, busco el sosiego que ayude a reposar lo vivido en este día y ponerme ante ti Señor, guía que conduce la vida.

¡Cuántos rostros pasaron por nuestra vida hoy! Unos nos serán cercanos, otros desconocidos pero quizás alguno se encontró realmente con nuestra mirada. Hay días que los rostros nos hablan de alegría, pero también de dolor, de preocupaciones, donde no ha salido el sol para todos. A veces se hace más fácil compartir lo bueno, y cuánto cuesta compartir cuando el corazón está latiendo desde el sufrimiento. Hoy el rostro de una persona que veo cada día, hablaba de tristeza y era más evidente por ser alguien bastante alegre y con energía, de las que se contagian, un rostro que alegra ya desde el saludarse al iniciar la jornada. También necesitamos cercanía en las dificultades, una palabra aunque sea sin palabras, un acercarse para que sepa que estás o más bien sienta apoyo, un abrazo….

En el silencio de la noche, ante la luz que ilumina tu Palabra, ante ti Señor, presento este rostro, con lo que ahora vive. Sé su luz ante la oscuridad, sé su esperanza ante la tristeza, sé quien levante el corazón, dale tu paz.

“Como una ofrenda de la tarde,
elevamos nuestra oración;
con el alzar de nuestras manos,
levantamos el corazón.

Al declinar la luz del día,
que recibimos como don,
con las alas de la plegaria,
levantamos el corazón.

Haz que la senda de la vida
la recorramos con amor
y, a cada paso del camino,
levantemos el corazón.

Cuando sembramos de esperanza,
cuando regamos con dolor,
con las gavillas en las manos,
levantemos el corazón.

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén.” (Himno)


Hna. Ana Isabel Pérez.
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