Comentario a una parte del salmo 118.
Con frecuencia tenemos dificultad para comprender la ley. La ley de Dios no es para reprimirnos sino para liberarnos. Es como un dique de un río, si el agua se derrama en los campos, jamás alcanzará alta mar. Nuestra vida es como el lecho del río. Nuestras pasiones son como las olas, el dique es la ley. Si nuestras pasiones no son canalizadas es el desborde salvaje, no alcanzaran el fin que es la felicidad, comenta el P. Verdin o.p.
La ley de Dios nos dice si tú sigues mis preceptos, serás fecundo, cruzarás los surcos, serás una fuente de vida para los demás. La ley de Dios es una guía para hacernos crecer. Nos orienta hacia un desarrollo integral. Sin la ley es el desorden, el caos. Sin la ley es la ley del más fuerte. Sin la ley, se vive como los animales.
La ley de Dios es liberación, jamás una camisa de fuerza, al contrario; no es una institutriz severa y amargada sino todo lo contrario, es alguien que desea hacernos crecer en el amor, en una vida colmada y feliz.
Enséñame, Señor tus sendas. Texto: Hna. María Nuria Gaza.