Miro al cielo y ahí estás tú

vela
El día en que la Iglesia celebra litúrgicamente la conmemoración de todos los fieles difuntos: “La Iglesia, tras celebrar la dicha de los bienaventurados en el cielo, se dirige al Señor a favor de los que nos han precedido con el signo de la fe y de todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe solo Dios conoce, para que, purificados de todo pecado, puedan gozar de la felicidad eterna” (Magnificat; noviembre 2018). De entrada no es un día alegre, nos hace recordar personas queridas que ya no están físicamente con nosotros y eso humanamente duele. Desde la esperanza de la resurrección, nos han precedido en la vida eterna.

Un día me llegó una historia en la que se decía que la vida era como un tren y hay gente que se baja antes de estación y así se nos van de este mundo terrenal. Creo que de alguna manera u otra, todos tenemos personas conocidas más cercanas o menos que fallecieron, el tren los dejó en la estación.

Quise vivir ese día en acción de gracias, aunque duele el corazón, pero sé que mirando al cielo, ahí están, en la eternidad donde Dios les acogió un día inesperado para los que los amamos pero donde ese tren les detuvo en esa parada donde la luz de los ojos humanos se apagaron, para abrirse al misterio de la LUZ eterna.

Dicen que el tiempo todo lo cura, puede ser pero lo que en el tiempo permanece siempre es el Amor. En la mente y corazón hoy hay nombres grabados, historias vividas juntos, muchos momentos alegres y si hubo alguno menos, el tiempo ya los curó….

Una canción decía: me gustaría darte los besos que no te di….Sí, hoy me gustaría abrazarles, seguir viendo sus rostros pero el tiempo no vuelve, la vida sigue para otros. Desde la fe, Jesús nos reconforta, acoge y nos acompaña en nuestro dolor, nos guía en la esperanza de la Resurrección. Jesús es el camino, la verdad y la vida. Encenderé una vela por los fieles difuntos y oraré. Puedo encender la vela y apagarla pero el amor que ellos encendieron en el corazón, sus testimonios de vida permanecerá encendidos para siempre, hasta la eternidad.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.»” (Jn 14,1-6)


Hna. Ana Isabel Pérez.
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