Miseria mía, misericordia de Dios
El papa Francisco convencido de esta realidad proclamó el año 2016 el Jubileo de la Misericordia, con la bula” Misericodiae Vultus”. En que se hacía memoria de los 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II en la cual el papa San Juan XXIII dijo que la Iglesia, “la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad”.
La palabra misericordia tiene su origen en dos palabras del latín: misereri, que significa tener compasión, y cor, que significa corazón. Ser misericordioso es tener un corazón compasivo. La misericordia, junto con el gozo y la paz, son efectos del amor; es decir, de la caridad.
En el evangelio de San Lucas resalta especialmente el aspecto de la misericordia por la narración de sus parábolas:
• El buen samaritano 10,29-37
• La oveja perdida 15,1-7.
• La moneda perdida 15,8-10.
• El hijo prodigo, como se llama generalmente, pero que en realidad es la de padre pródigo 15,11-32.
Y el hecho más relevante del evangelio de Lucas, se desarrolla en el calvario cuando uno de los dos malhechores que estaban crucificados con Jesús, le dice: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. A lo que Jesús le respondió: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (23,43). Jesús tuvo misericordia de aquel malhechor condenado a la misma suerte que él. Esta es la misericordia que Jesús que realizó en tantos momentos de su vida. Y su misericordia llama a nuestra conciencia a actuar como él actuó.“Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” (Mc 5,5).Texto: Hna. María Nuria Gaza.