La palabra de Jesús es viva y eficaz, es decir que lo que dice se cumple. Es una palabra que perdona, invita, sana.

Ordena a los espíritus inmundos que salgan de los posesos y salen. Increpa la fiebre que abandone a la suegra de Pedro y la fiebre la abandona, ella se levanta y se pone a servir a Jesús y sus discípulos. Ordena a la hija de Jairo que yace muerta, que se levante y la niña se levanta. A Lázaro que salga de la tumba y sale.

En la Última Cena tomó el pan lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: “Esto es mi cuerpo entregado a muerte en favor vuestro. Haced esto en memoria de mí”. Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre la cual es derramada en favor vuestro”. En este pasaje evangélico encontramos las palabras más sublimes que Jesús pronunció durante su vida terrenal. Palabras que después de más de dos mil años continúan dando vida a todos los que creemos en él. Ellas son para cada creyente estímulo, consuelo, fortaleza. Demos gracias a Dios por la Palabra hecha carne que continua viva y eficaz. Texto: Hna. María Nuria Gaza.