Pedid y se os dará
Las montañas se alcanzan poco a poco, con pequeños pasos y perseverancia… Quizás no escalemos nunca ninguna pero sí que aunque a veces parezca poco lo que se hace o se pueda aportar, para otra persona puede ser más de lo que creemos que estamos dando.
A veces un sencillo gesto puede ayudar a alguien que lo necesita, lo importante y lo que Dios ve siempre, es lo que hay dentro de nosotros, el amor que nos mueve a ir hacia los otros y saber palpar situaciones que fácilmente pueden pasar desapercibidas o bien podemos pasar tranquilamente sin comprometernos, quizás pensando en que otro ya ayudará.
Que el Señor nos ayude a través de su Palabra, a estar atentos, saber ver y poner luz allí donde alguien lo necesite.
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga, en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme". Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?". Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis". Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis". Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?". Y Él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo". E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.” (Mt 25,31-46).
Hna. Ana Isabel Pérez.