Preparemos el camino

Caminos
Ya adentrados en el Adviento se aprecia que poco a poco se van dando pasos de acercamiento a la persona en sí, a sus debilidades, a las capacidades que tiene para cambiar, a la fuerza de reconocer las limitaciones…

Juan comienza a “gritar” a la sociedad que es necesario realizar un giro en la vida, que lo que hasta el momento no se había ni cuestionado, en ese momento sí era necesario realizar despojos. El precursor anuncia un amor inmenso por parte de Dios hacia al hombre, proclama un bautismo de conversión con la finalidad de alcanzar el perdón, es decir, el amor.

Preparar el camino al Señor como dice el libro de Isaías, requiere un esfuerzo, una lucha, un tiempo… una preparación conlleva a la dedicación. “Enderezar sus sendas” nos habla de procurar hacer recto lo que ha estado torcido, nos pide cambio, y como se ha dicho anteriormente, no está exento de esfuerzo.

Vivir el perdón es llamar a la puerta del verdadero amor, sólo perdona quien ama, y para llegar a perdonar se ha de coger el camino de la paz, que es el que lleva a una relación sincera con toda persona. En el fondo, todos tenemos necesidad de conversión y de arrepentimiento, y, por tanto, de la gracia de Dios; no podemos olvidar que esta gracia se ofrece de manera gratuita, que es lo que le da el valor infinito y cierto a dicho camino.

Situémonos en este punto del camino y procuremos cambiar aquello que no nos lleva a la senda de la paz y de la reconciliación. El amor se toca con el perdón y perdonar nos presenta al amor.Texto: Hna. Conchi García.
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