La llamada de Jesús a Lázaro de salir de la tumba, me lleva a pensar que esta es la llamada que el Señor nos hace a cada uno de nosotros.
Salir de nuestra cerrazón, de vivir sólo pensando en mis intereses, despreocupado de lo que se vive en nuestro mundo.
Vivir como en una tumba puede ser asfixiante por un lado, pero por otra parte es una vida cómoda, sólo yo y no más que yo.
Los demás, como estoy tan ensimismado, ni siquiera existen. Como dice el Papa Francisco en su exhortación apostólica Gaudete et exsultate:
“Si nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás”.
Pero he aquí que en un momento de gracia viene Jesús y llama a salir de mi mundo encerrado y me invita a ver lo que ocurre fuera. Se acabó la comodidad.
¿Cómo puedo vivir feliz y contento cuando a mí alrededor hay tanto sufrimiento, y también alegrías que puedo compartir? La Constitución Pastoral del Vaticano II, Gaudium et Spes, dice que
“Los gozos y las esperanzas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”. Queda claro, si queremos ser discípulos de Cristo, tenemos que vivir atentos a las necesidades de los demás.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.