Solo tendrán futuro aquellos que sepan superar el presente y sin nostalgia mirar el futuro Tradiciones
A veces justificamos actos o actitudes escudándonos en que “así se ha hecho siempre”, sin tener en cuenta que este “siempre” no es enteramente presente, sino que se ha ido modificando con el paso del tiempo. Haber hecho algo “siempre” y de una forma determinada, no elimina la exigencia de cambio o por lo menos adecuación al hoy concreto.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
En el evangelio de San Marcos, en el capítulo 7, 1-13, hallamos unas expresiones muy claras de Jesús, dirigidas a los fariseos cuando estos recriminan a los discípulos por el hecho de que estos no se laven las manos antes de sentarse a la mesa tal como todos habían recibido por la tradición de los propios padres. Conservar la tradición no es malo, si sabe adecuarse al hoy.
En general, a las personas mayores nos gusta mantener las tradiciones que hemos ido recibiendo a lo largo de la vida y que vamos conservando quizás sin conocer todo su sentido y sobre todo sin estar demasiado dispuestas a modificarlas para que sean más adaptadas al hoy
A veces justificamos actos o actitudes escudándonos en que “así se ha hecho siempre”, sin tener en cuenta que este “siempre” no es enteramente presente, sino que se ha ido modificando con el paso del tiempo. Haber hecho algo “siempre” y de una forma determinada, no elimina la exigencia de cambio o por lo menos adecuación al hoy concreto.
En muchos aspectos de nuestro día a día todos nos vamos introduciendo las modificaciones que se nos presentan como mejoras. Los más mayores podemos recordar fácilmente cómo eran los coches que circulaban por nuestras calles cuando pequeños o jóvenes, cómo nos vestíamos, cómo comíamos o cómo lavábamos nuestra ropa y los problemas para hacer la colada de la casa cuando no había lavadoras.
Todo va cambiando, decimos y en parte lo afirmamos con gusto, dando gracias a Dios de cómo la sociedad va modificándose, como la vida se nos va convirtiendo en más fácil y mejor. Sin embargo, nos quedan muchos aspectos que no queremos cambiar, que nos parece que es faltar a la propia historia cualquier modificación que introduzcamos y no queremos imaginar cómo era por ejemplo la vida en los inicios de nuestras congregaciones. Y nos permitimos afirmar sin más que las tradiciones han de ser mantenidas.
Pero solo tendrán futuro aquellos que sepan superar el presente y sin nostalgia mirar el futuro como regalo de Dios y bien para todos.