La espina de hoy será la flor de mañana

La espina duele, hiere, puede dejar heridas abiertas, una espina clavada cuesta de arrancar. Aquello que duele hoy, se nos hace difícil de creer que dará su fruto y pueda ser para un bien e incluso hacer mucho bien a la persona. Pero, ¿por qué tiene que doler hoy para ver el fruto mañana? Nos gusta ver la flor y contemplar su belleza, pero sabemos que su cultivo y crecimiento no están exentos de espinas.
Si en mi vida tengo una espina, cuesta ver la flor del mañana, que florezca aquello que hoy duele. Hay que confiar y fiarse de que todo tiene su proceso; la ceguera de hoy que nos puede paralizar ante aquello que nos hace sufrir o bien de lo que nos gustaría que rápidamente pasara el tiempo y así ver enseguida otro resultado, pues bien, ante esa ceguera, llegará la luz, se verá el fruto.
La paciencia todo lo alcanza… que el Señor ayude a colmar de paciencia, las espinas de nuestro hoy, para llegar a ver el fruto de la flor. Quien mejor que Él, que padeció el dolor físico de las espinas y acogió el sufrimiento en la cruz para morir y así dar fruto. Nada cae en saco roto en nuestras vidas, nada.
“En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.