En mi infancia, vivida en el campo, me encantaba contemplar como la clueca al ver acercarse un gato o cualquier otro peligro llamaba a sus polluelos y en un santiamén todos estaban cobijados bajo sus alas. Esta misma escena la debió ver Jesús y por ello lamentándose al contemplar Jerusalén exclamó:
“Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te han sido enviados, ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina sus pollitos bajo sus alas, pero no quisisteis!" (Ma 23, 37).Vaya elogio que le hace Jesús a la gallina que se tiene por un ave un tanto torpe. Santa Teresa del Niño Jesús comenta que le emocionaba ver la imagen de la gallina protegiendo sus pollitos cuando había peligro para ellos. Y decía que esta era la realidad de Dios Padre que nos protege bajo su amparo cuando nos acecha un peligro. Es una imagen reconfortante la que nos ofrece la naturaleza: la gallina madre cuando llama a sus hijos, estos acuden sin tardar a protegerse bajo sus alas allí están seguros; ya lo dice el salmo:
“A la sombra de tus alas escóndeme” (Salo 17,8). ¿Por qué los hombres seremos tan reacios a responder a la llamada de Dios?Texto: Hna. María Nuria Gaza.