Mantener con fuerza la confianza puesta en Aquel que nos ha salvado de toda forma de mal No perder la esperanza
Si traspasamos las fronteras de cuanto teje nuestro día a día, hallamos el intento y el ejemplo de muchos hombres y mujeres que más allá de cuanto ocurre a su alrededor encuentran siempre motivos para no perder la esperanza. Quizás están envueltos en la incertidumbre que puede teñir toda vida, o disponen de una escasa luz para evitar escollos o problemas, pero nunca llegan a perder la esperanza de que un día, alguien verá un mundo mejor.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
La esperanza, dicen, es lo último que se pierde. Pero solo cada persona sabemos, en lo más profundo de nosotros mismos, con cuanto dolor se sostiene esta esperanza, con cuanto sufrimiento miramos de mantener viva la llama de esta virtud, con cuanta fuerza intentamos ver más allá del hoy quizás demasiado gris, un mañana mejor.
En muchos ámbitos nos envuelve la incertidumbre, carecemos de los medios para lograr mejorar no ya el mundo, sino nuestro limitado entorno, tenemos tan solo una débil fuerza para evitar problemas y sufrimiento a quienes queremos más que a nosotros mismos, y disponemos tan solo de una pequeña capacidad para lograr un mundo mejor.
Nos envuelven hechos y acontecimientos que no comprendemos pero que nos envuelven, nos llenan de preocupación y limitan nuestras fuerzas.
Si traspasamos las fronteras de cuanto teje nuestro día a día, hallamos el intento y el ejemplo de muchos hombres y mujeres que más allá de cuanto ocurre a su alrededor encuentran siempre motivos para no perder la esperanza. Quizás están envueltos en la incertidumbre que puede teñir toda vida, o disponen de una escasa luz para evitar escollos o problemas, pero nunca llegan a perder la esperanza de que un día, alguien verá un mundo mejor.
Los que no pierden la esperanza son todos aquellos que viven en la confianza, y en la seguridad que el Señor siempre hace patente su ayuda y muestra a cada uno el camino de su verdadera presencia. Estas personas son las que no se dejan vencer por incertidumbre ni por la oscuridad que puede tener de su momento, sino que han puesto su confianza en el Dios de la Salvación, Padre de todos y Señor de todo.
Y es que no perder la esperanza no significa negar lo complejo que puede ser el momento actual de cada uno, sino que es mantener con fuerza la confianza puesta en Aquel que nos ha salvado de toda forma de mal, pero que no nos evita el sufrimiento ni la dificultad, pero que nos bendice siempre con su Amor .